Los ingleses congregaron a unos 7 mil seguidores en el Auditorio
Miércoles 1º de junio de 2011, p. 9
Asia y Yes en una noche de tres horas de rock progresivo, con batacazos potentes y guitarras tañidas al límite de la imaginación, fue lo que vivieron el pasado lunes los aproximadamente 7 mil asistentes al Auditorio Nacional, que subrayaron su gusto por una música sin complacencias light.
Las agrupaciones británicas llevaron al escenario un ejemplo versátil del mejor rock progresivo, con el baterista Carl Palmer (Asia) y el guitarrista Steve Howe (Asia y Yes), que tras décadas de trabajo persistente hoy pueden ofrecer virtuosismo más allá de protagonismos estériles, pues saben trabajar en grupo o solos.
Asia fue fundado en 1981. Abrió la velada con Wildest dreams, Only time will tell y I believe. La conexión con el público fue inmediata.
Juntos, Geoff Downes, Steve Howe, Carl Palmer y John Weltton, trajeron a la memoria proyectos como el de Emerson, Lake & Palmer, el siempre contundente Tarkus, el ruido de los tanques-armadillos, de los animales mitológicos, del rock heavy y pachecón que se escuchaba en las décadas de 1970 y 1980 a todo volumen, en una consola, un tocadiscos de caja y, los menos, en un Gradiente. Todo bajo la luz de un foco de luz lánguida, morada.
Conquista
Asia no aflojó un momento y con Don’t cry y The smile has left your eyes conquistó el puerto donde la música se hace comunidad, sentido, vida, emoción.
¿Qué gusta más? ¿Howe con Asia o con Yes? Es uno y el mismo, a la manera de Parménides, el filósofo.
Su digitación es impecable. Cuida las manos al máximo. En las entrevistas pide que no lo saluden de mano, pero sí da autógrafos. A veces se pone un guante. Mientras siga tocando como lo hace, qué importa esa especie de atavismo o cuidado extremo.
Welton saludó a sus seguidores con un español algo champurrado, pero no importa. ¿Cómo están? Muchas gracias. Estamos muy contentos por estar aquí.
Esas palabras se llevaron carretadas de aplausos.
Open Your Eyes y An Extraordinary Life fueron un extremo de calidad.
Palmer se reventó un solo meco y seco. Trae mucha experiencia e historia viva en proyectos como The Crazy World of Arthur Brown, Atomic Rooster y Emerson, y Lake & Palmer.
Sole survivor quedó en la memoria. Se despidieron con Heat of the Moment.
Tras una pausa, la asertividad inundó las pantallas. La palabra que confirma, sicodélicamente, se proyectaba y difuminaba. Yes, Yes, Yes.
Aparecieron Benoit David, Chris Squire, Alan White y Steve Howe, más el tecladista Oliver Wakeman, hijo de Rick. Parallels, ipso facto, marcó la distancia respecto de Asia. Tempus fugit fue un para arriba. Más arriba con Yours is no disgrace.
Con una guitarra acústica, Steve Howe hizo una práctica de la razón guitarrística sin electricidad. Hay otros liristas que dependen de la guitarra eléctrica y sus artificios para ser ellos. No es el caso de Howe, quien le rasca y soba cual puro toser y cantar.
I’ve seen all good people, Machine messiah y Long distance run around, para que el progre siga siendo eterno. Owner a lonely heart, una pequeña concesión sonora.
The fish... hacia el fin de todo. Yes dijo basta con Starship trooper y Round about, en un carrusel en el que miles esperan volver a girar.