El descubrimiento ocurrió muy cerca de la pirámide de Kukulcán, informa el INAH
Cerca de 20 osamentas eran parte de un ritual de petición de lluvia, dice arqueólogo subacuático
Miércoles 25 de mayo de 2011, p. 6
Una ofrenda mortuoria de la época prehispánica, la cual permaneció depositada en un cenote fue descubierta por arqueólogos subacuáticos en Chichén Itzá, muy cerca de la pirámide de Kukulcán, lugar en cuyo fondo se hallaron cerca de 20 osamentas.
El hallazgo ocurrido en nicho bajo el agua, según los expertos, fue una petición de lluvia en los siglos IX y X, y contiene huesos humanos de al menos seis individuos –probablemente sacrificados durante un par de intensos periodos de estiaje, hace aproximadamente mil 200 y 900 años.
También destacan vasijas de cerámica, cuentas de jade y concha, cuchillos de pedernal, bifaciales, artefactos redondos fabricados en concha (probables anteojeras identificadas con atributos de Tláloc, deidad de la lluvia), huesos de animales y gran cantidad de carbón tal vez utilizados en el ritual.
La ofrenda fue detectada tras descender 21 metros hasta llegar al ras del agua y después se sumergieron cinco metros más para hallar una plataforma natural sobre la pared que conduce a una cueva inundada, a la cual se accede buceando otros 25 metros en forma horizontal.
En este último punto se hallaron los materiales del ritual, los cuales fueron colocados de forma cuidadosa y selectiva por los antiguos mayas, quienes padecieron dos periodos de sequía.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) difundió que además de esa ofrenda mortuoria, en el fondo del cenote, a 50 metros de profundidad, se descubrieron restos óseos de alrededor de 20 individuos y más de un centenar de elementos de huesos de animales, cerámica y esculturas, entre las que destaca un portaestandarte con características similares a un jaguar.
Además registraron una figura con anteojeras, semejante a los rostros que aparecen en las vasijas tipo Tláloc registradas en la cueva de Balankanche, Yucatán; tales características del hallazgo lo convierten en un símil del cenote sagrado de Chichén Itzá, el más importante de la zona.
El descubrimiento se efectuó durante los trabajos de investigación en cuevas y cenotes de Yucatán, como parte del proyecto El Culto al Cenote, desarrollado por la Universidad Autónoma de Yucatán, con supervisión del INAH.
Al respecto, el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, quien durante los recientes cuatro años ha llevado a cabo esta labor de investigación, informó que el descubrimiento de este tipo de ofrendas apunta a una práctica ceremonial recientemente identificada y en proceso de estudio, que se ha documentado en cinco cenotes de la península de Yucatán.