Justicia futbolera: el título, al mejor equipo del torneo
rancisco Palencia y Javier Cortés no sólo fueron ayer los anotadores de los goles del triunfo, sino un reflejo fiel de la atinada mezcla de experiencia y juventud que llevó a Pumas a su séptimo título.
Quién iba a decir –ni siquiera algunos auriazules que ya querían retirarlo al inicio del torneo–, que Paco se convertiría en el símbolo del conjunto de la UNAM al marcar dos goles fundamentales en la final, pero sobre todo por esa garra, como la que que tiene tatuada, ese espíritu indomable que lo caracterizó en casi toda su carrera y la forma de entregarse y correr a sus 38 años.
El futbol da revanchas y Palencia disfruta la que hoy le tocó. Hasta hace poco se le recordaba con la playera nacional enrollada al cuello rumiando su coraje en la banca del Mundial 2002, aunque también se le evoca con la camiseta cementera durante la Libertadores 2001, pero sin duda pasará a la historia con el Puma en el pecho.
El atacante ya podría retirarse y se iría con la tranquilidad del sudor regado en incontables canchas, pero al parecer todavía tiene futbol en los botines, en un deporte que afortunadamente no exige actas de nacimiento.
Cortés fue el héroe de la final, pero también podría ser considerado la revelación del torneo. Durante la temporada se dijo que el novato cubría con solvencia los huecos que dejaron Efraín Juárez y Pablo Barrera.
Sin embargo, además de lograr que los aficionados no extrañaran a los dos ex auriazules que ahora se oxidan en banquillos europeos, Javier se dio el lujo de anotar golazos, como el de ayer en el que burló a la defensa del Morelia y definió con la tranquilidad de un veterano.
Cortés es la joya de la corona universitaria, en la que también resaltan elementos como David Cabrera, Emilio Orrantia y Luis Fuentes, quienes representan la sangre nueva de una cantera que hasta hace poco parecía agotada.
Pumas ratificó en la liguilla lo que había sido la mayor parte del torneo: el mejor equipo. Y ahora hasta podría decirse que fue una estrategia ceder la maldición del superlíder a Tigres.
Los del Pedregal se confirmaron como un plantel compacto a pesar de la falta de ritmo del convaleciente Leandro Augusto, de los previsibles yerros de novato de Alejandro Palacios y de la notable baja de juego de Martín Bravo. Sin embargo, en favor del argentino habría que recordar que un gol suyo –de auténtica manufactura personal–, los mantuvo con vida en la serie ante Monterrey.
Aunque sea repetitivo, hay que insistir en lo escrito en este espacio: el título para Pumas es benéfico para el futbol mexicano y un ejemplo a seguir en el apoyo a las fuerzas básicas.
Al Morelia, que calificó como tercero y llegó a la final ante la sorpresa general, le fallaron sus hombres importantes. Joao Rojas, Elías Hernández, Aldo Leao y Rafael Márquez pasaron casi de noche cuando más se les necesitaba.
Ante la ausencia del líder Mauricio Romero, el que trató de mantener el barco a flote fue Jaime Lozano. El Hecho en CU dio emoción a la final al anotar con pasmosa serenidad el empate momentáneo, pero Monarcas naufragaba en guerras individuales ante un rival que los atacaba en bloque.
A los dos partidos finales les sobró tensión y les faltó futbol, pero más allá de extrañar un buen espectáculo, esta vez el balompié fue justo y concedió el cetro al equipo que más méritos realizó durante el torneo.
Mientras las playeras auriazules inundan las calles, los directivos regresaron la liguilla a la década de los 80. Para tener más partidos –y patrocinios y transmisión televisiva– quitaron la emoción de la eliminación directa y además dieron un golpe a los jóvenes al eliminar el torneo Sub-20.
La primera división regresará a la frontera norte. Cuauhtémoc Blanco pagó el precio de tantas batallas e Irapuato no pudo impedir el ascenso de los Xolos. Tijuana llega con su Grupo Caliente, pero Jorge Hank se ha defendido con un argumento irrefutable: si a Televisa le permiten las apuestas, por qué a ellos no.