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El centenario luctuoso del compositor austriaco detona el entusiasmo juvenil en el mundo

Cunde nueva pandemia: la mahleria; sus síntomas: disfrutar las sinfonías de Mahler

En su música no hay tiempo, no hay muerte; es tan profunda, nos eleva: expresión espontánea entre la multitud que celebra la efeméride desde Europa a Oceanía y en América

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En la imagen alguien mandó hacer pines para colgar en las solapas con el emblema de la nueva enfermedad
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Mahler en una caricatura que forma parte de una exposición que se presenta en el Museo Orsay, en París.
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En la imagen, el miércoles, la tumba del compositor en el cementerio de Grinzing, Viena
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de mayo de 2011, p. 6

La resurrección de la figura de Gustav Mahler explota como símil de su música y traspasa el entusiasmo entre directores consagrados y orquestas de renombre. Se expande la pandemia mahleria por el mundo. La constancia se registra entre miles de mensajes en las redes sociales donde predominan usuarios jóvenes.

En Internet se invitó, reseñó y reprodujo el concierto del director finés Essa-Pekka Salonen, quien dirigió la tercera Sinfonía de Gustav Mahler el pasado jueves, el segundo día del festival en Leipzig, el cual celebra al compositor bohemio en el centenario de su muerte, ocurrida el 18 de mayo de 1911 en Viena.

Casi de manera simultánea, en el continente cruzando el Atlántico, en La Plata, Argentina, la misma obra resonó como antídoto contra las cumbias del vecino desde unas bocinas que el treintañero Pablo López sacó por su ventana, según manifestó en una red social. Ambos acontecimientos, hermanados por la omnipresencia de la red de redes.

El anuncio de la transmisión del concierto dirigido por Salonen en vivo desde la Great Hall en Leipzig se une a grabaciones que datan de décadas (Karajan, Bernstein o Gould), citas, fotografías, anécdotas, avisos de próximos conciertos, o el clásico I love Mahler, un tributo que se construye en una pantalla políglota. Su música es tan profunda, nos eleva. No hay tiempo, no hay muerte, escribe una usuaria que comparte espacio con profesionales de la música hasta aficionados conmovidos.

La mahleria fue diagnosticada, o inventada, por el usuario de un blog, quien el pasado 18 de mayo publicó diversas imágenes alusivas del compositor. Se trata de un juego con la palabra malaria, que se escribe igual en inglés y español. Lo amas o lo odias, pero en el centenario del compositor, los Mahler-maníacos están fuera de control, escribe el autor del sitio Pleasure Troll.

Los síntomas: el disfrute de las sinfonías de Mahler. El redescubrimiento de su obra no sólo se hace partícipe entre la esfera profesional de la música, sino con un número creciente de seguidores, que manifiestan y comparten en Facebook y Twitter sus conocimientos y acervos. En el primer sitio, el genio de la orquestación tiene su perfil, con foto y datos, como cualquier usuario. Agrupa más de cien mil amigos. En Twitter, gracias a las herramientas del gatito (#) desfilan masivas menciones.

Perplejos, inspirados, agradecidos son algunos sentimientos provocados la obra de Mahler. El propio Salonen señaló en una entrevista que su primer encuentro fue apabullante. Coincidentemente la tercera sinfonía fue la primera que interpretó en 1983, cuando tenía 25 años, antes de ser el afamado director que ha desfilado por las grandes orquestas, como la Filarmónica de Los Ángeles y actualmente con la Philharmonia Orchestra, con sede en Londres.

De Sidney a Nueva York

Uno de los mejores momentos de Mahler, increíblemente bello, es como califica Salonen el final de la tercera sinfonía, que en esta ocasión fue acompañado por la mezzosoprano Lilli Paasikivi y la orquesta Staatskapelle Dresden.

El reto, y por supuesto la fascinación del primer movimiento de la tercera de Mahler yace en el vasto alcance. Otro problema es que si te detienes demasiado a oler las flores sobre el camino, entonces pierdes de vista la meta y el fluir de la música, que es muy tentador, podemos leer como aporte de uno de muchos sitios de Internet, que con motivo de la efeméride se dedicó a entrevistar a una veintena de directores, entre ellos Daniel Barenboim, Pierre Boulez, Lorin Maazel, Gustavo Dudamel, Simon Rattle y Franz Welser-Most.

La euforia Mahler que se desdobla en Internet también testificó, invitó y proporcionó el sitio para seguir en vivo el concierto extraordinario del director italiano Claudio Abbado al frente de la Filarmónica de Berlín, el pasado 18 mayo, que de igual forma se transmitió por televisión. Las obras centrales para recordar al genio austriaco fueron el adagio de la décima sinfonía y La Canción de la Tierra.

Puntos distantes y opuestos a Alemania, en Sidney y Nueva York, la fiebre Mahler se ha hecho sintomática. En la ciudad australiana, la Opera House fue sede del concierto en el que se interpretó su última sinfonía con motivo del centenario.

El famoso músico que nació en Bohemia, antes de ser República Checa, en 1860, resonó en la Gran Manzana, donde habitó por tres años, dejó su espíritu en la Metropolitan Opera y en la Filarmónica de la ciudad, mismo que resurgió en la batuta de Leonard Bernstein décadas después.

El Museo Orsay, en París, se une con una exhibición para recordar al compositor de sinfonías y director de orquesta, donde se resalta su genio para la interpretación musical. Gustav Mahler se divide en tres secciones en las que se ofrecen diferentes perspectivas sobre su vida y obra, con una aproximación de su música y su fuente de inspiración. Además de manuscritos se incluye pinturas, dibujos, esculturas, fotografías y grabaciones de audio.

Si después de mi muerte algo no suena correctamente, entonces cámbienlo. No sólo tienen el derecho, sino la obligación de hacerlo, cita un usuario de Facebook, e incita: ¡Comencemos a mejorar esta sinfonía! Y al parecer, los enfermos de mahleria han comenzado a esparcir el virus por la red mundial.