21 de mayo de 2011     Número 44

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Hidalgo

Caminatas nocturnas y quimeras: El Alberto


FOTO: Ramsés Arturo Cruz Arenas

Ramsés Arturo Cruz Arenas

ndale cabrón, tírate al suelo”, nos dice un individuo con pasamontañas mientras corta cartucho. Las cerca de 50 personas que conformamos el grupo obedecemos sin hacer el menor ruido, la espesura de la vegetación y la noche no dejan ver más allá de un metro de distancia. De pronto dos patrullas fronterizas rondan las cercanías, en inglés y en spanglish nos dicen primero con voces gentiles: “¡Mexicano, ven, acá tenemos agua, cobijas, sándwiches, acá te protegeremos!”. Después suben el tono: “¡Mexicano, no tienes oportunidad te tenemos rodeado!” Nosotros seguimos a ras de suelo, no les hacemos caso, hablan al vacío.

Durante cuatro horas marchamos entre túneles, arroyos, ríos y quebradas, rodeados de mezquites y cactáceas, espinas y nopaleras; ha llovido y eso hace más difícil el paso. Vemos caer entre el lodo y las espinas a todos y cada uno de nuestros compañeros, con excepción de los guías que conocen la ruta como la palma de su mano y caminan el monte como los citadinos caminan la urbe.

Un par de patrullas nos ha seguido el paso, hemos visto a los polleros pelearse por nosotros como por cualquier mercancía. Los levantones y los pasos inhóspitos sólo aumentan las penas, y esto no hace más que empezar. Aunque uno creería que estamos en la frontera norte del país, todo esto ocurre a dos horas de la ciudad de México, en una comunidad hña hñu llamada El Alberto, ubicada en Ixmiquilpan, Hidalgo.

El Alberto es una comunidad que pareciera estar condenada a ser abandonada: según datos de los propios pobladores, cerca de 90 por ciento de la población ha migrado alguna vez a Estados Unidos; aunque muchos regresan, más de dos terceras partes vive allá. De acuerdo con el señor Sebastián Jerónimo, integrante de la comunidad, las oportunidades en estas tierras no son muchas, no hay forma de hacerse de ningún ingreso; de allí, la emigración.

La quimera autonómica: Ante la extinción y el abandono, los hña hñu de El Alberto han desarrollado una resistencia creativa y propositiva fuertemente vinculada a la autogestión. Hace 20 años encontraron un brote de agua termal sobre el que fueron realizando un proyecto de balneario para el turismo. Más tarde entre pláticas y asambleas alguien sugirió “¿por qué no damos a conocer lo difícil que es pasar al otro lado?”, y de ahí nació lo que en 2005 se denominó el proyecto de la Caminata Nocturna que hoy forma parte del EcoAlberto, parque de tipo ecológico que comprende los balnearios de aguas termales y actividades de turismo de aventura en una zona que denominaron Gran Cañón, aludiendo también a su experiencia migratoria.

En EcoAlberto la lógica que predomina no es la de explotación a tabla rasa para la maximización de las ganancias, más bien es la de conservación y rescate de la naturaleza; es la de buscar alternativas acá que brinden opciones para no emigrar; es la de respeto a la cultura, a los saberes locales y a la naturaleza, y sólo desde esta lógica se puede entender por qué invierten más recursos de los que obtienen.

El ejemplo más claro es la propia Caminata Nocturna, que puede ser realizada con 20 personas como mínimo, aunque, para que sea exitosa, cerca de 70 personas de El Alberto deben entrar a escena. Ahí trabajan como polleros, migrantes, médicos y miembros de la patrulla fronteriza; asimismo, como antorcheros o como personal de apoyo. Y es necesario sumar un buen número de camionetas para transporte, así como las que usan de patrullas. Es decir, se emplea más gente y recursos en la caminata de lo que se necesita como mínimo para poder realizarla. Esto hace que EcoAlberto sea un proyecto en el que los neoliberales se darían de topes, pues difícilmente encontrarían un costo-beneficio favorable.

La Caminata Nocturna es una experiencia sin igual en todo el país, y si nos apresuran podríamos decir que no existe en el planeta algo similar. La gente de El Alberto cuenta que en desde sus inicios hasta ahora se les acusa de entrenar a las personas para cruzar al otro lado. Sin embargo, poco a poco han ido ganándose el respeto de quienes realizan el recorrido, porque si bien la caminata busca generar un ingreso y alternativas a los locales para que ellos mismos dejen de migrar, también pretende concientizar a los participantes de las penurias y peligros a que se ve expuesto quien decide a cruzar al otro lado. Es también un homenaje para aquellos cuya única alternativa ha sido abandonar sus tierras: los migrantes. Este es, sin duda, un recorrido que todos los encargados del tema migratorio deberían de tomar y así al menos una vez ponerse en los zapatos de aquellos que con sus decisiones afectan.

El Alberto ha tenido que salir adelante a contracorriente, resistiendo; y el proyecto, al menos a nivel regional, nunca ha sido bien visto. Cuenta Sebastián Jerónimo que varias veces lo intentaron secuestrar cuando hacían las gestiones para EcoAlberto; que cuando obtenían algún recurso federal, los funcionarios estatales y municipales los trataban de extorsionar; que hacer las cosas de la manera correcta parece ser una forma de resistencia que nadie ve. Él sabe que todo saldría más rápido si se muerde la manzana de la corrupción, pero han preferido el engorroso camino correcto. Por ello han tenido que enfrentar la ofensiva de los poderes fácticos: han sido acusados desde el gobierno municipal, atosigados por el gobierno del estado y difamados por los medios de comunicación. Sobre los de El Alberto han pesado señalamientos que van desde tener armas, ser guerrilleros o tener relación el Subcomandante Marcos, a ser “apologistas del delito”. Varias veces han tenido que lidiar con la presencia del Ejército, que lo mismo ha entrado para clausurar el parque que para buscar armas y guerrilleros. Saben de memoria las acusaciones de que no les gusta obedecer, que con ellos no se puede trabajar, que son rebeldes. Y sin duda lo son, pero lo son porque se resisten a migrar y buscan opciones autogestivas acá; lo son porque son hña hñu y campesinos; son rebeldes sin duda porque han decidido tomar en sus manos la decisión de qué hacer con sus vidas y con sus recursos, lo que es todo un delito hoy día.

Dos décadas atrás el EcoAlberto hubiera sido una quimera. Hoy es una estrategia que han desarrollado los pobladores de la misma comunidad para resistir los embates continuos del sistema mexicano por exterminar a los originarios de lo que hoy es el país. En El Alberto lo que se ha dado en llamar autonomía de los pueblos originarios parece darse de facto. Autogestivos desde hace décadas, también la comunidad se encarga de la seguridad pues tienen gente encargada de la vigilancia y el buen orden, se organizan internamente para la mayoría de las actividades procurándose una suerte de autogobierno comunitario.



FOTO: Frente en Defensa de Wirikuta Tamatsima Wahaa

Cómo hacerle frente a las empresas mineras

Carlos A. Rodríguez Wallenius

A lo largo y ancho del territorio nacional ocurren confrontaciones entre dos formas radicalmente distintas de usar y concebir la tierra: por un lado están las empresas mineras, en particular las canadienses, que ante los altos precios de los minerales han intensificando la exploración y explotación de yacimientos con el fin de extraer lo más posible, acaparando por ello las concesiones, que representan ya un 25 por ciento del subsuelo del país. Y por otro lado están los cien millones de hectáreas de ejidos y tierras comunales, que son propiedad de campesinos e indígenas para quienes la tierra es un elemento esencial de su forma de vida.

Así, por doquier aparecen expresiones de lucha y resistencia de los campesinos frente a los intentos de destruir sus territorios con las minas a cielo abierto.

Las formas de resistencia comunitaria frente a las mineras son diversas: unas confrontan directamente a las empresas para expulsarlas de sus terrenos y evitar que sigan los daños y perjuicios hacia la comunidad, como en el caso del ejido Grecia en Chicomuselo, Chiapas, donde la canadiense Blackfire ha pretendido extraer mineral de barrita (usada en la explotación petrolera). Para poder trabajar en los terrenos ejidales, la compañía tuvo que corromper a autoridades estatales, municipales y agrarias, así como prometer una serie de obras. Pero desde 2009, ante los engaños, las promesas incumplidas y los impactos en el territorio, varios campesinos protestaron y realizaron bloqueos de caminos y mítines, pidiendo detener la explotación de la mina. En este proceso se destacó la participación de Mariano Abarca, representante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería. Por esta participación, Mariano fue asesinado (después de una serie de amenazas de la Blackfire). Ante ello, las organizaciones sociales exigieron la expulsión de la minera, acusándola del asesinato del líder campesino. Como respuesta a la presión social, la mina fue clausurada por el gobierno estatal, arguyendo contaminación del agua e impacto medioambiental irreversible.

En ocasiones, los campesinos no han logrado detener todavía la explotación minera de sus territorios, pero mantienen las formas de lucha y organización usando diversos medios, como sucede en el Valle Ocotlán, en Oaxaca, donde varias comunidades están siendo afectadas por la mina Cuzcatlán (propiedad de la canadiense Fortuna Silver). Ahí, la Coordinadora de Pueblos Unidos de Ocotlán ha realizado bloqueos, mítines y denuncias para exigir el cierre de la mina. Ello, a pesar de la persecución que sufre.

Algunas de las expresiones de descontento se deben a que las empresas mineras no sólo destruyen los terrenos; también atentan contra los geosímbolos, los paisajes y los espacios rituales. Esto pasa en la mina a cielo abierto de San Javier, en San Luis Potosí (propiedad de la canadiense New Gold) y que ha devastado el Cerro de San Pedro, símbolo de la población y un emblema que está incluido en el propio escudo del estado. En este conflicto, el Frente Amplio Opositor a la Mina San Javier usó vías políticas y jurídicas y logró que se clausurara la explotación minera.

En sentido similar está la lucha del pueblo wirrarika (huichol) por defender gran parte del su territorio sagrado (llamado Wirikuta). Con concesión en mano, la minera canadiense First Majestic Silver ha comenzado a operar cerca de Real de Catorce y pone en peligro el acceso a ese espacio ritual y sagrado, según ha denunciado el Frente Tamatsima Wahaa en defensa de Wirikuta.

Otras expresiones de confrontación campesina frente a las mineras se centran en establecer condiciones justas para redistribuir parte de los recursos extraídos por las empresas. Tal es el caso de Mezcala, Guerrero, donde la canadiense Goldcorp ha intensificado la extracción de oro en sus minas de Los Filos y El Bermejal. Los campesinos afectados de Mezcala, Carrizalillo y Xochipala se posicionaron de forma diferenciada, en un inicio por medio de sus representantes agrarios, y establecieron acuerdos de arrendamiento en condiciones desventajosas. En pocos meses, la percepción de las familias campesinas cambió respecto de esos acuerdos y se suscitaron acciones colectivas centradas en lograr mejores precios para la renta de sus tierras. Destacan las movilizaciones realizadas por los ejidatarios de Carrizalillo, que obligaron a la Goldcorp a renegociar tales precios para la renta de los terrenos ejidales y comunales.

En otras comunidades se han organizado para anticiparse a los intentos de las mineras de instalarse en sus territorios y explotar el subsuelo. Es el caso de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias en la región de Costa- Montaña de Guerrero, que ha denunciado y rechazado la exploración que están realizando las empresas mineras (entre ellas Hochschild de capital británico) y que pretenden explotar los yacimientos de oro, plata y zinc ubicados en los municipios de San Luis Acatlán, Metlatónoc, Tlacoapa, Atlamajalcingo del Monte, Malinaltepec, Acatepec y Zapotitlán Tablas.

Este rápido recorrido es una muestra de las variopintas formas de resistencia campesina e indígena que se están dando en el país, con las que defienden sus tierras frente a los intentos de apropiación y destrucción de las mineras, sobre todo por el modelo de explotación de “tajo a cielo abierto” que destruye el hábitat, modifica cuencas y transforma irremediablemente el paisaje y la geografía de los lugares. De forma adicional, está la contaminación de los mantos freáticos, producto de los sistemas de lixiviación (que en ciertos procesos utiliza cianuro) y por el uso de distintos químicos y explosivos.

Frente a todo ello, hay una resistencia campesina creciente (aunque diferenciada por regiones). Sin embargo, el panorama para las comunidades parece poco halagüeño, si tomamos en cuenta que actualmente están en marcha 738 proyectos mineros en exploración, incentivados por el aumento constante en los precios de los minerales, particularmente los metales preciosos (como el oro, que en estos días alcanzó el récord de mil 500 dólares por onza).

Lo que esto nos muestra es que la resistencia frente a la minería será constante y de largo plazo, pero tiene dificultades propias de forma de organización, pues sus luchas se presentan dispersas y atendiendo problemáticas particulares.

Por ello, esfuerzos nacionales como la Red Mexicana de Afectados por la Minería, o regionales como el Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios, pueden generar –a partir de una articulación amplia y plural de los movimientos y comunidades– un impacto mayor para el cabal cumplimiento de las leyes ambientales y para el respeto a las decisiones de las poblaciones frente a las actividades mineras. Y también tienen potencial para modificar las políticas gubernamentales de franco apoyo a las corporaciones mineras.

Profesor de la UAM Xochimilco

Jalisco

Resisten los hombres de mar


FOTO: Aura Helena Ramírez Corona

"Y seguiremos pescando a como dé lugar"
Pescadores de Rebalsito de Apazulco

Aura Helena Ramírez Corona

"Ahí van. Pero a mí no me van a callar con poquito”, dice con reprobación uno de los socios de la Cooperativa Pesquera Ejidal Tenacatita de Rebalsito, al ver pasar la camioneta que transporta a quienes desde hace unos meses laboran al servicio de la Policía Estatal en la bahía de Tenacatita.

“Unos pocos son los que se han ido a trabajar a la playa, pescando o cocinando para los estatales. Tenemos muchos problemas, no estamos unidos y los de la mesa directiva del ejido, como siempre, sólo están buscando su propio beneficio. Pero aquí siempre hemos sido pescadores, y seguiremos pescando, a como dé lugar, haciéndole la lucha”, continúa.

Y es que tras haber sido desalojados el 4 de agosto de 2010 del territorio que durante más de 20 años les permitiera vivir con cierta independencia política y económica respecto del grupo caciquil local, poco tiempo hubo de pasar para que los pescadores del pueblo –libres y cooperativistas– comenzaran a recibir las visitas de quienes los echaron de la bahía, para ofrecerles empleo.

A los hombres, como pescadores, y a sus mujeres, como cocineras. Doscientos pesos diarios más la compra de todo el pescado que sacaran, fue la tentadora oferta que la Policía Estatal hiciera a varios miembros de la comunidad, en un intento por fragmentarla aún más.

Hoy día, a casi nueve meses del desalojo, y pese al recrudecimiento de las condiciones de vida en el ejido, son pocos los que han aceptado trabajar para la policía, enfrentándose por ello al rechazo y desprecio del resto de la comunidad. La mayoría ha optado por resistir al acoso y a la miseria en que está sumida la costa debido a años de políticas neoliberales. Lo que hace la gente es desarrollar diversas estrategias para continuar con un estilo de vida basado en la pesca ribereña y el turismo regional, a contracorriente al modelo de desarrollo que se sustenta en el turismo exclusivo y que ha fomentado el despojo a las poblaciones costeras del estado de Jalisco.

Los pescadores y restauranteros despojados de sus medios de vida se esfuerzan por frenar el vaciamiento del pueblo (causado por la pobreza del ejido) y luchan para que la población no se doblegue ante los intentos que hace la iniciativa privada para dividirla. Se aferran a continuar con lo que siempre han hecho: vivir de los recursos del mar. Así, ante el cierre de las entradas a la bahía, han procurado encontrar nuevas vías de acceso a la zona de pesca de la cooperativa, así como a otros espacios cercanos al pueblo en donde puedan comenzar a edificar nuevos lugares de trabajo. De esta forma burlan lo que al parecer ha sido la estrategia para convertir a El Rebalsito en un pueblo fantasma.

Esta es la voz de los pescadores: “Dicen que quieren construir un mega-desarrollo tipo Cancún, con campos de golf que van a ocupar las tierras del ejido. Y que cuando lo hagan, no le van a dar trabajo a ninguno de aquí del rancho. Pero aunque lo dieran, lo que nosotros queremos es seguir como estábamos, pescando tranquilos y vendiendo en nuestros restaurancitos. Ahora estamos gestionando proyectos desde la cooperativa, mientras que seguimos buscando cómo seguir en esto de la pesca. Hasta en las parcelas que se inundan con la creciente del río andamos pescando. Por ejemplo, el equipo de Chito El Tiburón y sus hermanos Las Mosquitas han estado saliendo por el Tecuán, muchas veces no les va bien porque nada es igual que antes, se gasta mucha más gasolina para llegar a la playa y para llegar a la zona de pesca, pero la lucha le hacen; Everardo, Adán y los demás Conejos están saliendo por La Manzanilla y ya se andan acomodando allá para poner otra vez sus restaurantes, en lo que aquí se arregla la cosa; y nosotros tenemos la panga cerca de la laguna, allá por las parcelas y por allá llegamos al mar a través de La Vena, a veces hay que bajarse para empujar la panga desde el agua porque el nivel está bajo, así fue que me lastimé la espalda, pero así le andamos haciendo”.

Cierto es que tanto la comunidad como la cooperativa no están exentas de conflictos; que la solidaridad se expresa la mayor parte de las veces a nivel familiar; que hay un gran número de problemas internos debido al acaparamiento de los recursos; y que pocos son los intentos por llevar a cabo empresas colectivas. El Rebalsito de Apazulco, es un rancho en el que es difícil vivir, y donde las relaciones entre su población están lejos de ser armónicas. Pero si hay algo que aplaudirle a estos pescadores y sus familias, es el hecho de que –como siempre–, de una u otra forma, han buscado la manera de hacerle frente a quienes pretenden despojarlos de su dignidad.


FOTO: Lorena Paz Paredes

Una feria de colores rurales

Lorena Paz Paredes

En la Navidad pasada, Chilpancingo se vistió de colores con la primera feria estatal de semillas nativas y productos campesinos de Guerrero. Convocada por la Organización de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán (OMESP), Mujeres Indígenas en Lucha (MIL), Viva el Río Azul, Comunidad Raíz Subia y mujeres de la Kinal Antzetik de Ometepec y Xochistlahuaca, y con apoyo de otros grupos del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Soberanía Alimentaria (PIDAASSA), Voces Ciudadanas, Instituto Maya y la Campaña Sin Maíz no hay País, la feria fue vistosa exposición de variadísimas semillas, verduras, frutales, conservas, panes, mezcales, artesanías de barro, textiles y hamacas.

Enseguida, una muestra de los testimonios:

“Aquí tienen, señoras y señores –dice sonriente María de Jesús de la OMESP–, una planta se da en las tumbas pero no mata, es como de milpa pero no es, cuando la espiga se pinta de negro la caña ya esta buena para comer (...) Este es arroz barbón que yo siembro, echa su espiga grande y ya no lo comen las palomas”.

“En la tierra de Petatlán –comenta Chencho– dejaron de sembrar este arroz por muchos años; se perdió la cría porque la Conasupo empezó a vender uno malo pero barato y dijimos: ‘mejor lo compramos, cultivarlo es mucho trabajo’. Ora que se puso carísimo, empezamos otra vez a sembrarlo, yo fui el primero, y al próximo año, otros, y así toda la gente se alborotó con la sembrada de arroz nativo, y ya se cultiva en La Pasión, Canalejas, Barranca del Bálsamo y El Zapotillal (…) Otro buen arroz es el punta negra que sembramos en las laderas, a pura estaca para que no lo saquen los pájaros”.

Marcela, Chucha y Celsa, lideresas de la OMESP, trajeron también arroz morado y tradicional, “blando para cocerse y bueno para el atole”. Juanita Flores, de Xochipala, enseñó el pinto o chocoyotl, y entre todas juntaron como diez variedades.

Los maíces costeños compitieron con los de la zona norte. “Yo lo hallo que abunda mucho –presumió Crisanto de su maíz negro–, es rendidor, es pronto, resistente pa’ los aires, no crece tanto si se siembra en luna sazón, bueno pa’l nixtamal y de elote más dulce que el blanco. Ya tengo 15 años con él”. Al morado lo prefieren por su sabor dulce, aunque “la última palabra la tiene ella, que sabe si conviene uno blando que cueza rápido, que no quiera tanta cal para pelarse en la preparación del nixtamal”.

“A mí me gusta –dice Celsa– el blanco cajel igual de bueno para tortillas que para pozole, igual que el olotillo que llevamos 20 años sembrándolo”. “Ese yo se los di, yo traigo la raza –completa Chencho–, era maíz blanco pero mi hermano cruzó una mazorca con otra y otra, hasta que salió uno rojo por sembrarse cuando el eclipse”.

“Este maíz se llama achilado o sangre de toro y sale anaranjado –explica José Inés Barrios, de Tecuicuilco–, hay el boludo y el delgado, criados con puro abono orgánico”.

“Este frijol menudito es el pedorro; así se llama porque así se le conoce, lo sembramos de a tres en la milpa a paso corto – cuenta Nadia Sánchez de Tecuicuilco–, te lo comes asado en el comal, después lo mueles con epazote si quieres hacer itacate, quitas la cascarita como frijoles payanados, echas cebolla, jitomate, cominos; sale bueno en mole, en tamales”.

Mine, de La Pasión, levanta un tubérculo gigante: “es la malanga, que crece en pantano. En Alemania lo tienen por medicinal para la tifoidea, aquí lo comemos por sabroso. “La calabaza pipiana –agrega Gregoria Inés de las MIL– nace revuelta en la milpa y se ocupa para el mole y la carne”. Al mezcal de Coacan “no hay uno que lo iguale –dice Elvia Carrillo–, lo sacamos del agave espadín y de hoja gruesa”.

De Chilapa no faltaron chayotes “espinudos”; nísperos; zarzamora, “que nace sola y es buena para el agua fresca –dice Benito Limpia de Buena Vista–, o la granadilla, “que sube al palo y se va enredando y la comemos así nomás”. “También traemos ajo, tomate de cáscara, garbanzo, axoxoco, chilacayota”. Hubo piloncillos, panes “horneados a raíz de suelo”, “hamacas de tejido sencillo, de petatillo, de pino y de cangrejo”, textiles de Xochistlahuaca. Una fiesta de voces y colores, y de saberes y modos de sembrar, guisar y comer.

En defensa de los recursos naturales y el territorio

Carmen Cariño Trujillo

Durante el Sexto Encuentro Continental de Mujeres Indígenas de las Américas, realizado en Hueyapan, Morelos, del 5 al 8 de marzo, cientos de participantes dialogaron sobre sus problemas y plantearon la importancia de fortalecer la alianza entre mujeres indígenas y generar estrategias conjuntas para la defensa de sus derechos.

Entre la diversidad de temas abordados, tanto en plenarias como en pasillos, destaca la preocupación por el despojo de sus territorios y el saqueo de sus recursos naturales. La palabra de las mujeres reunidas en Morelos refleja la confrontación entre el significado del territorio para sus pueblos y la visión mercantilista del capital: “queremos el territorio para vivir, trabajar y ser libres y felices, no es algo que tengamos para explotarlo y destruirlo, como vienen a hacer los megaproyectos”.

Las asistentes al encuentro denunciaron la creciente presencia de empresas petroleras, mineras, forestales e hidroeléctricas inscritas en megaproyectos que construyen súpercarreteras, gasoductos y oleoductos sobre sus comunidades, con el aval de los gobiernos y sin ningún tipo de consulta a los pueblos originarios. Las palabras de una compañera mapuche expresan el impacto de los megaproyectos en la vida cotidiana de las mujeres: “y de repente un día entra una topadora y se encuentra que por donde tiene que hacer una locación petrolera está mi casa, y ahí comienzan los problemas, porque justamente nosotras no nos vamos a ir a vivir a la luna, a otro lado que no sea donde siempre hemos estado y entonces nuestra lucha es fuerte”.

El capital –coincidieron las mujeres– tiene varios rostros y nombres: Repsol, Halliburton, Pioneer, Eron, Texaco, trasnacionales que marcan los territorios indígenas de Latinoamérica con señales de despojo, explotación, contaminación, conflictos y represión. Son como plaga nociva que, cuando acaba con la riqueza natural de una región, se traslada a otra dejando a su paso ríos, tierras, agua y aire contaminados con plomo, mercurio y muchos otros metales que intoxican la sangre y generan enfermedades desconocidas entre la población indígena.

A pesar de las amenazas y los riesgos, las mujeres luchan de diversas formas: unas, como las nativas de Canadá, se organizan contra la biopiratería; otras, como las triquis del Municipio Autónomo de San Juan Copala en México y la Organización Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia, por la recuperación de sus territorios; unas más contra las represas, las minas a cielo abierto, las hidroeléctricas, la militarización y paramilitarización, pues por todos los medios y bajo cualquier pretexto se intenta el despojarlas de sus territorios, a veces de la noche a la mañana. Es por ello que ante las estrategias de muerte las mujeres indígenas anteponen estrategias de vida. Una de ellas es la organización a nivel comunitario, nacional, continental y global. Así, todas estas mujeres coincidieron en que es necesario luchar por la organización, luchar juntas, con los hombres y con sus pueblos: En este encuentro nos fortalecemos con las experiencias distintas y nos volvemos a nuestros hogares para seguir luchando no sólo como mujeres indígenas sino como parte de los pueblos indígenas para defender la tierra que nos da la vida (mujer mapuche).

Sin embargo, el costo ha sido muy alto ya que, como señaló una mujer nasa representante de la Organización Nacional Indígena de Colombia, “todas tenemos experiencias de masacres en nuestros pueblos”, coincidiendo también con lo expresado por Relmu Ñacu, integrante de la Confederación Indígena Neuquina, del Perú: “todas tenemos compañeros y hermanos muertos en esta lucha tan desigual, tan difícil… porque enfrentarnos a los megaproyectos genera eso, muerte y de todas maneras esperanza de otra forma de vida”.

Frente a la explotación y el despojo de los recursos naturales, tierras, aguas y minerales, así como de biodiversidad, paisaje y territorio, muchas de las mujeres indígenas se asumen como sobrevivientes de una guerra: “somos huérfanas y viudas de los conflictos socioambientales, desplazadas de nuestros territorios por actividades extractivas, por los megaproyectos mineros, petroleros, carreteros. Criminalizadas y asesinadas por defender nuestros derechos como mujeres y como pueblos originarios” (indígena nasa, Colombia).

Así, las indígenas señalaron que hoy el continente se enfrenta a un capitalismo insaciable, promotor del despojo y la destrucción de territorios, recursos naturales, derechos y de la vida misma. Frente a ello, las resistencias han sido una constante, y sus triunfos no han sido concesión de los estados, sino resultado de la lucha de las mujeres indígenas y de sus pueblos. En tres días, Hueyapan fue testigo de los problemas, sufrimientos, aspiraciones y de nuevas y viejas historias de lucha, pues aunque hay jóvenes que apenas se incorporan, muchas llevan más de 20 años participando y denunciado, dentro y fuera de sus países, la situación a la que se enfrentan como indígenas y como mujeres.

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AGENDA RURAL

Evento: Foro Regional Otro Campo es Posible. Organiza: Central Campesina Cardenista (CCC). Fecha: 25 de mayo de 2011. Lugar: Hotel Rey Inn (Toluca, Edo. de México – Km. 63.5 de la carretera México). Hora: 9:00 a 20:00 horas. Informes: www.cccardenista. net / 12 09 09 33


Evento: XIV Diplomado Internacional “Sistemas de Captación y Aprovechamiento del Agua de Lluvia (SCALL) para Consumo Humano y Animal, Producción en Traspatio, Ambientes Controlados, Agricultura de Temporal y Recarga de Acuíferos”. Organiza: El Centro Internacional de Demostración y Capacitación en Aprovechamiento del Agua de Lluvia del Colegio de Posgraduados (Cidecalli-CP). Fecha: del 4 al 10 de julio 2011. Lugar: Unidad de Congresos, Colegio de Posgraduados. Informes: 595 95 1 03 23 / 595 95 2 02 38/ 5558045938


Guía: Y tú…¿sabes los que comes? Autor: Greenpeace México. Informes:
http:// www.greenpeace.org/mexico/es/
Camp
anas/ Agricultura-sustentable-y-transgenicos/Y-tusabes- lo-que-comes/


Teatro: La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón. Fecha: 14, 15, 21, 22, 28 y 29 de mayo y 4 y 5 de junio. Horario: 13:00 horas. Lugar: Ex Convento Regina Celi. Calle Regina casi esq. Isabel La Católica, Centro Histórico. Costo: $150 (descuento a estudiantes, maestros e INSEN $100)

Primer encuentro nacional de promotoras y promotores de la agricultura sostenible del PIDAASSA

Alternativas a la crisis alimentaria y climática

Lorena Paz Paredes

Cien promotoras y promotores de casi una veintena de organizaciones campesinas del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria de América Latina y el Caribe (PIDASSA), del centro, sur y sureste de México, se reunieron en la ciudad de Oaxaca los días 7 y 8 de febrero para intercambiar experiencias y construir alternativas con equidad de género a la crisis alimentaria y climática en nuestras regiones.

Una ceremonia del maíz abrió la jornada. Sofía, levantó una vasija humeante y dijo: Esta tierra, esta casa grande está sufriendo mucho y nosotros, hermanos, queremos ayudarla con nuestra agricultura campesina”.

Enseguida se dio la bienvenida: “Estar juntos es una oportunidad para agrandar las experiencias nuestras –dijo Pedro, del Centro de Desarrollo Indígena y Campesino de la Mixteca Hita Nuni. “Aquí queremos aprender más de la agricultura sostenible –completó Sofía, de Servicios del Pueblo Mixe–, juntar la teoría con la práctica”. Un ejército de mujeres y hombres defendiendo la agricultura campesina, eso queremos”, explicó Osvaldo, del grupo Vicente Guerrero de Tlaxcala.

“Me nombro promotora –dijo Celsa, líder de la Organización de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán, Guerrero–, por no tener más altos conocimientos. Estoy aquí para decir lo principal que es producir nuestra comida con abonos orgánicos. Mejorar las comunidades y algo quitar la crisis grande que hay en México. Venimos a aprender cómo vivir sin el signo del dinero”. Alejandra, promotora tzeltal de la ARIC Independiente y Democrática de Chiapas, saludó en su idioma y también se oyeron voces mixtecas, zapotecas, mixes, purépechas y náhuatl.

Al atardecer del primer día, se improvisó una colorida feria campesina donde se compartieron maíces amarillos, blancos, pintos; frijoles grandes, diminutos, de “vaina blanca o guapinol criollo que se siembra de sereno”, arroces pilados y barbones; chiles rojos, anchos, largos, rugosos; chilacayota; calabaza pipiana; conservas; mermeladas; panes “horneados a raíz del suelo”; vistosos textiles; mezcales guerrerenses; remedios para la tos, el reuma y el mal del sueño, y hasta ollas solares. Cada quién habló de lo suyo y una banda musical animó la feria.

En las mesas, promotoras y promotores hablaron de sus tareas y retos en la agricultura sostenible, de la crisis alimentaria, del cambio climático; de prevenir riesgos y desastres; la defensa de las semillas nativas; de impulsar buenas políticas públicas como la del derecho a la alimentación, y de leyes de protección a las semillas nativas, como la que apenas se aprobó en Tlaxcala.

Una buena promotora o promotor –concluyeron– predica con el ejemplo en su parcela y se capacita para compartir a la comunidad. “Con la metodología de campesino a campesino (CaC) nos enseñamos las mejores experiencias de agricultura sostenible”: uso de abonos orgánicos, sistemas como la milpa permanente y diversificada o mejorada, maneras de seleccionar y conservar semillas, tradiciones de siembra y cosecha, tan sabias como diferentes de pueblo a pueblo. Y todo por la seguridad, la variedad y la sana nutrición. Y aunque la crisis alimentaria “no pega igual en el campo que en las ciudades, porque tenemos milpa”, dijeron que hay que “hacer fuerte la agricultura de autoconsumo pensando en el presente y en las generaciones que vienen (…) Esa es nuestra identidad”.

“Valorar nuestros productos orgánicos – dijeron–, en vez de comer chatarra de las trasnacionales (…) Si hay sobrantes, vender en mercados campesinos”. El Grupo Vicente Guerrero compartió su experiencia de mercado agroecológico apoyado por el ayuntamiento y al que llegan campesinos, organizaciones y consumidores responsables.

“Ya tenemos conciencia ecológica –dijeron–, lo que hacemos cuida y mejora el medio ambiente, limpiamos fuentes de agua, separamos y reciclamos basura, reforestamos, cosechamos lluvia, ponemos letrinas secas”. Y para conservar suelo “hacemos tecorrales, retenciones, zanjas y bordos, sembramos barreras vivas con árboles, magueyes, nopales. Preparamos abonos orgánicos, como el bocachi, supermagro, abonos verdes y lombricomposta. Cosechamos agua en cisternas de ferrocemento, jagueyes, zanjas trinchera, y hasta usamos envases de refresco y ollas”. Y es que “la naturaleza es fuente de vida y no de ingresos”.

“Pero lo que hacemos no es fácil”. Los campesinos se resisten “porque tienen costumbre y arraigo a los químicos, y mucha culpa es del gobierno que da dinero y subsidia fertilizantes, herbicidas y plaguicidas.” Otras dificultades son las divisiones comunitarias por pleitos de partidos; la falta de ejido o de tierra propia, la privatización del agua, y la lejanía de las parcelas no ayuda al acarreo de abonos orgánicos”.

“Nos afecta el cambio climático, que trae temporales muy cortos, muy largos, crecidas de ríos, sequías, heladas, plagas. Pero la agricultura sostenible es buena alternativa y las catástrofes pueden prevenirse con terraceo, reforestación, y cuidando las semillas propias”.

Hoy los grupos del PIDAASSA están empezando una “campaña nacional en defensa de las semillas nativas”, animados por los campesinos de Tlaxcala que ganaron su ley. “Además de conservar las semillas de cada comunidad y según la tradición de guarda (en cuescomates, cajas de madera, costales de palma, trojes y ollas), hay que conocerlas bien, intercambiarlas, hacer fondos, y compartir lo que se sabe de leyes –como la de Bioseguridad y la de Semillas– que amenazan este patrimonio comunitario”.

Un problema –coincidieron– es la falta de equidad y la discriminación de las mujeres. Si la misión de promotoras y promotores “fuera nomás mejorar lo técnico-productivo poco estaríamos cambiando”. El esfuerzo “es empezar por nuestras parejas (…) que no haya más desigualdades, ni violencia, lograr la equidad y el respeto es el sueño grande”. Porque “las promotoras decimos no hay agricultura sostenible si no se respeta la mujer (…) y nos preguntamos qué hacemos para quitar este maltrato a ellas, a nosotras”. Se dijo que hay machismo en los pueblos, alcoholismo, violencia; las mujeres se agobian y se enferman mucho “y es que cargan solas con la cuidada de hijos, enfermos, tareas de la casa (…) Aparte hay usos y costumbres que discriminan”. También la migración de maridos, de jóvenes “obligan a ellas a ser responsables de todo, pues”. “Queremos que ya sea diferente de como es, que hombres y mujeres tengan iguales oportunidades, que su palabra valga lo mismo, que se revisen con enfoque de género los acuerdos de promotoras y promotores en nuestras organizaciones”.

“Ya es un logro –dijeron– mirar claro los problemas de unas y de otros, sigue que todos vean sus derechos de ellas, su derecho a heredar parcela pues orita la mayoría no tiene, nomás por ser mujer.”

“Acercarnos a los jóvenes –fue otro compromiso del Encuentro–, darles esperanza en el campo para que no se vayan, que se queden (…) y si trabajamos con niños y niñas van a tener una vida mejor con sus familias. Es hora también de que el gobierno y las autoridades apoyen el esfuerzo que hacemos.”

Estuvieron de acuerdo en que la agricultura sostenible ha mejorado la economía familiar. “Donde andamos hay huertos y parcelas agroecológicas. Y como lo bueno da de verse: una comunidad que no sabía, le gusta y aprende, y va y enseña a otras y así crece la bola”.

En el 2008 los grupos del PIDAASSA tenían 330 promotores, de los que 169 eran mujeres compartiendo experiencias de agricultura sostenible con casi 2mil 600 familias campesinas e indígenas. Este año esperan llegar a 450 trabajando en beneficio de más de tres mil familias.

Integrante del Comité Coordinador Nacional del PIDAASSA-México y del Instituto Maya