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64 Festival Internacional de Cannes
De sociedades bajo la espada
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Las declaraciones de Von Trier (cuyo puño aparece en la imagen) sobre Hitler dominaron en Cannes. Lo comprendo y le tengo un poco de simpatía, aunque creo que no era un buen tipo. Hizo cosas malas, sí, pero puedo imaginarlo sentado en su búnker, al final. No soy antisemita ni tengo prejuicios raciales, tampoco soy nazi, agregóFoto Reuters
C

annes, 18 de mayo. Ayer se llevó a cabo la función de medianoche de Días de gracia, la otra película mexicana en la selección oficial del festival. Coproducido con Francia, el debut de Everardo Gout pertenece a la vasta progenie de Amores perros, aunque también denota otras influencias recientes. En ese sentido, es una típica película de primerizo. Da la impresión de que el director quiso decirlo todo sobre el actual clima de violencia en México y, para ello, se valió del arsenal de manierismos que ha caracterizado cierto tipo de cine en la pasada década.

Una cámara nerviosa, cortes rápidos, distorsión de la imagen, colores saturados y varios otros gimmicks sonoros y visuales son empleados para ilustrar un excesivo y a ratos confuso torrente de sangre, balazos, mentadas de madre y torturas en torno a tres secuestros (o tal vez más) situados durante las tres últimas copas mundiales de futbol. Recurso de tiempo que resulta gratuito porque nada, fuera de las referencias a partidos específicos, distingue una época de la otra, ni aporta un significado particular. Lo único claro es que en los años recientes México ha sido una cloaca en la cual es imposible diferenciar a policías y criminales.

A diferencia de Miss Bala, de Gerardo Naranjo, que ha elegido mostrar esa realidad de manera elíptica, Gout se regodea en la brutalidad. (No deja de ser sintomático que las tres representaciones nacionales en Cannes –el documental El velador, de Natalia Almada, es sobre un cementerio de narcos– coincidan en dar una imagen que seguramente no promoverá el turismo en nuestro país.)

Hoy en la mañana se llevó a cabo otro acto esperado de la competencia, el estreno de Melancholia (Melancolía), el más reciente largometraje del danés Lars Von Trier. Menos mal que se trata de su obra más sobria –y menos provocadora– desde sus inicios. Tras un prólogo de preciosos cromos de tratamiento digital, ilustrativos del fin del mundo, el realizador describe el proceso de una boda suntuosa, en la que la novia Justine (Kirsten Dunst) se muestra inestable. En efecto, es otra ceremonia fracasada de una familia disfuncional, evocadora de Festen (1998), de Thomas Vinterberg, pero bien filmada.

En la postrimería del fiasco, la segunda parte describe cómo Justine, su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg), su marido John (Kiefer Sutherland) y el pequeño hijo de ambos reaccionan ante el acercamiento gradual del planeta epónimo, antes oculto por el Sol y en posible trayectoria de colisión con la Tierra. A diferencia de The Tree of Life, de Terrence Malick, Von Trier sí logra conjugar la historia personal con el cataclismo cósmico. De alguna forma el fin del mundo parece consecuente con una protagonista afligida de depresión (enfermedad conocida antes como melancolía). Tampoco se necesita un muestrario extenso de música clásica, como lo ha hecho Malick. Un extracto repetido de la obertura de Tristán e Isolda, de Wagner, es suficiente para sugerir que la extinción de la raza humana tiene algo de romántico.

Otra cosa es la provocación imbécil que Von Trier lanzó en la posterior conferencia de prensa, al bromear sobre su simpatía por Hitler y el nazismo. El festival de Cannes le exigió una disculpa y, contra su costumbre, la ofreció. Pero ese acto de inconsciencia le acarreará mucho más problemas de los que había calculado.

Por su parte, la japonesa Naomi Kawase –la cuarta y última cineasta femenina en la competencia– prosigue en Hanezu no tsuki su interés por contar historias en las que la naturaleza juega un papel casi panteísta. Los problemas empiezan cuando cualquier árbol demuestra poseer más personalidad que los tres personajes involucrados en un tímido triángulo amoroso de trágicas consecuencias. Kawase ha expresado su intención de volver a las raíces de la poesía japonesa y las tradiciones de su pueblo. Así, una narración en off insiste en contar la versión nipona de la Leyenda de los Volcanes; mientras una excavación arqueológica alude a ese sustrato que la directora quiere rescatar de una manera algo forzada.

Melancholia fue recibida con aplausos discretos, nada clamosos como los brindados ayer a Le Havre, mientras Hanezu no tsuki provocó una de las mayores deserciones de la prensa en este festival.

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Twitter: @walyder