Economía
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Familia Pasta de Conchos revisó más de 5 mil títulos entregados en la última década

Total desorden, negligencia y omisión en concesiones mineras

Economía no verifica si las empresas existen, si pagan al fisco o son extranjeras

Es habitual y tolerado el fraude al IMSS

Desde 2000 se otorgan permisos de exploración por 50 años

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Equipos de rescate cargan el cuerpo de un minero que falleció en Sabinas, Coahuila. Ya se ha recuperado el último de los 14 mineros fallecidos en el derrumbe del pasado martesFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de mayo de 2011, p. 22

Tras revisar la situación de más de 5 mil títulos mineros entregados en la década de gobiernos panistas, un análisis de la Familia Pasta de Conchos evidenció que hay un total desorden, negligencia y omisión en el manejo de las concesiones por parte de la Secretaría de Economía (SE).

Las concesiones se otorgan sin control, pues la SE no verifica la existencia de las empresas a las cuales entrega títulos de explotación; incluso los mineros y poceros que las reciben tienen elevados adeudos con los gobiernos federal y estatales, ya que no pagan lo correspondiente a los títulos. Al menos 50 por ciento de los empresarios carecen de actas constitutivas que acrediten que los socios inversionistas son mexicanos; sólo una décima parte está regularizado ante el fisco.

Además estas empresas ejercen una permanente defraudación ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, que a su vez tolera las violaciones de los empresarios mineros y no realiza auditorías de ningún tipo.

El informe realizado por la Familia y titulado La Secretaría de Energía y las concesiones mineras, indica que al adentrarse al análisis de los títulos de concesiones mineras nos encontramos con que impera un nivel de ineficacia y negligencia que supera, por mucho, la imaginación.

Señala que ni los concesionarios mineros informan a la Dirección General de Minas, ni ésta verifica que los primeros se sujeten a las normas oficiales nacionales en materia de seguridad de esos establecimientos y de equilibrio ecológico, así como de protección al ambiente.

Los concesionarios de minas no entregan informes de comprobación de obras; no hay seguimiento de las obligaciones legales de 99 por ciento de estos empresarios, e incluso existen adeudos por omisiones de pago de las obligaciones de los concesionarios desde 1998, ya que la mayoría no paga en tiempo y forma.

Detalla que a partir de 2000 los títulos de exploración –que antes se otorgaban por seis años–, se dan por 50 años, cuando ninguna empresa explora durante medio siglo para identificar si hay depósitos de minerales o sustancias. Es decir, se entregan estos títulos cuando en realidad se realiza la explotación de yacimientos. En la década panista se ha entregado 5 mil 81 títulos de exploración.

Esto constituye un grave desfalco para el gobierno, ya que se debería pagar más por un título de explotación de 50 años que por uno de exploración, pues entre unos y otros hay una diferencia abismal en detrimento de los ingresos federales.

En el informe se enlista una serie de títulos de concesión irregulares, cuya vigencia ya concluyó pero siguen operando, como por ejemplo el número 111562 de la mina Ramos Cuatro, ubicada en Villa de Ramos, en San Luis Potosí, que tiene una superficie de 72 mil hectáreas, que tenía vencimiento en 1973 y a la fecha sigue vigente y operando. O el número 195370 con el nombre de El Reparto, ubicado en Santiago Tamazola, Oaxaca, con una superficie de 300 mil hectáreas, que venció en septiembre de 2010 pero sigue vigente.

Añade que de los 277 concesionarios de minas de carbón en Coahuila que recibieron títulos en estos gobiernos, sólo 24 están registrados ante el IMSS. Hay una permanente defraudación al Seguro Social a causa del subregistro de trabajadores, pero también porque los empresarios de los llamados pocitos registran a los mineros con un salario menor al que reciben y el resto lo pagan en efectivo, sin comprobante.

Evidentemente el IMSS tolera eso y en forma negligente no realiza ningún tipo de auditoría a las empresas extractivas. Prueba de ello es que ni siquiera cuando se hacen públicos los siniestros de las minas inicia una investigación, puntualiza el informe.