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México SA

Capital privado: se va, se va

¿Y el pacto de Chapultepec?

Calderón: ¿razón y ley?

C

omo ya es costumbre, las buenas noticias suelen serlo no tanto, con muchas ganas de transformarse en malas. En el primero de los casos, la Cepal informó que los grandes empresarios mexicanos (marca Forbes, la mayoría de ellos) invierten como nunca y en proporciones crecientes, a grado tal que en 2010 ocuparon la primera posición latinoamericana. La mala, que lo hacen fuera de las fronteras nacionales, de tal suerte que fortalecen economías y generan empleo en terceros países, como si en el propio la abundancia fuer la norma.

El citado organismo regional divulgó ayer su informe sobre La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe, en el que dos elementos sobresalen para el caso mexicano: A) en 2010, la salida de capital mexicano para la adquisición de proyectos empresariales en terceros países se incrementó 81 por ciento con respecto al año previo, y sumó 12 mil 649 millones de dólares, con lo que ocupó el primer lugar latinoamericano en el renglón referido; B) en igual periodo, el ingreso de capital por concepto de inversión extranjera directa sólo aumentó 17 por ciento, y totalizó 17 mil 726 millones (de esa suma cuando menos una tercera parte es acreditable a reinversión de utilidades, no a capital fresco), por lo que el país ocupó el escalón 14 de 17 posibles.

De diciembre de 2006 a igual mes de 2010 la salida de capital mexicano por el referido concepto se incrementó 120 por ciento, mientras el ingreso de inversión extranjera directa al país reportó un descenso de 10.4 por ciento. Con este dato a la mano, cómo olvidar el compromiso que en septiembre de 2005 suscribieron alrededor de 300 empresarios (con Carlos Slim a la cabeza). Fue el pomposo pacto de Chapultepec, mediante el cual aseguraban que era impensable postergar un acuerdo de unidad nacional que postule el estado de derecho, el desarrollo, la inversión y el empleo, porque, coincidían, sería una irresponsabilidad histórica que profundizaría inequidades y problemas sociales. Pues bien, cumplió la mayoría de esos magnates, pero fuera de las fronteras nacionales.

El informe de la Cepal puntualiza que en 2010 México fue el país cuyas empresas realizaron mayores inversiones en el exterior, las que fueron lideradas por grandes adquisiciones, como la del Grupo Televisa, que compró una participación importante del grupo Univisión en Estados Unidos por mil 200 millones de dólares; el acuerdo del Grupo Bimbo con Sara Lee Corporation para adquirir su negocio de panificación en Estados Unidos (North American Fresh Bakery) por 959 millones; la operación de Casa Saba, que se quedó con la compañía chilena operadora de cadenas de farmacias FASA por 604 millones, y la compra por parte de Sigma Alimentos (Grupo Alfa) de la estadunidense Bar-S Foods, por 575 millones. También destacaron los nuevos proyectos de inversión de, por ejemplo, América Móvil en telecomunicaciones en Brasil (compra de participación de Net), Colombia y recientemente Centroamérica.

El organismo considera que se pueden distinguir tres etapas en las inversiones mexicanas en el exterior. En las décadas de los 70 y los 80 la mayoría tenía como objetivo evitar las restricciones comerciales de los países receptores. Más aun, la crisis de los años ochenta, la inestabilidad cambiaria y las restricciones en el acceso a los capitales alentaron a algunas empresas mexicanas a invertir en Estados Unidos. Se concentran en países desarrollados, principalmente en el vecino del norte, y en el sector de manufacturas de minerales no metálicos. Entre estas se pueden mencionar las inversiones de Vitro (envases de vidrio e industrias conexas) y Cementos Mexicanos (Cemex).

En la segunda etapa, a partir de la década de los 90 y de la mano de la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, las empresas mexicanas concentraron sus inversiones en Estados Unidos y Centroamérica; en algunos casos se extendieron a Sudamérica y, en menor medida, a Europa y Asia. En este proceso se distingue una mayor diversificación en los sectores de destino. Además de Cemex y Vitro, otros grupos empresariales del sector bebidas y alimentos (Grupo Bimbo, Femsa, entre otros), de los servicios (Televisa, ICA y Sidek, los dos últimos rescatados por el Fobaproa) y grupos empresariales diversificados (Desc, SAVIA) realizaron importantes inversiones fuera de México.

La tercera etapa comienza en 2000, momento a partir del cual las inversiones mexicanas en el extranjero crecen considerablemente. Los montos de inversión promedio totalizan 6 mil 300 millones de dólares anuales en el periodo 2001-2010 (el milagro panista), y en éste alcanzan un récord histórico: 12 mil 694 millones de dólares. En este lapso, la mayoría de las empresas trasnacionales mexicanas abrieron operaciones en América Latina y América del Norte. Así, en 2008 de las nueve empresas latinoamericanas que figuraban entre las 100 mayores trasnacionales no financieras de países en desarrollo, cuatro eran mexicanas (Cemex, América Móvil, Teléfonos de México y Femsa).

En este periodo, los sectores de destino se diversifican aunque el liderazgo corresponde a las empresas del sector de los servicios, asociadas a grandes inversiones de Telmex/América Móvil (Slim), Televisa (Azcárraga), Casa Saba, ICA, Posadas (Gastón Azcárraga, el que quebró y tiró Mexicana de Aviación), Elektra (Salinas Pliego), Bimbo (la pía familia Servitje), Cemex (Zambrano), Femsa (recientemente adquirida por la holandesa Heineken), Grupo Modelo, CIE y Grupo México (el de Pasta de Conchos), todos abajo firmantes del pacto de Chapultepec. En 2010, Estados Unidos fue el principal destino de esas inversiones, con 56 por ciento del total, seguido por América del Sur (27 por ciento) y Europa (15 por ciento).

Como se constata, el citado acuerdo de Chapultepec y los compromisos empresariales, para papel de baño.

Las rebanadas del pastel

Mientras avanza la Marcha Nacional por la Paz hacia el Distrito Federal, en uno de sus de por sí desechables discursos, ayer el inquilino de Los Pinos aseguró que en la lucha contra el narco, tengo la razón, la ley y la fuerza. Ingenuo o cínico, porque en los hechos, siendo caritativos y en el mejor de los casos, sólo lo último. Por cierto, ¿a quién se refería Calderón cuando dijo que no hay que permitir que gavillas de criminales anden impunemente en todas las calles de México, agrediendo a la gente y sin que nadie los detenga? ¿A la clase política o al otro crimen organizado?