Ambos trastornos tienen origen hormonal, explica José Luis Díaz Mena, de la UNAM
Los síntomas se extienden a lo largo de la menstruación; puede ser incapacitante e incluso causar cuadros ezquizofrénicos
La conexión entre ambas modula neurotransmisores como la serotonina
Viernes 6 de mayo de 2011, p. 2
El síndrome premenstrual (SPM) afecta a entre 70 y 80 por ciento de las mujeres en sus años fértiles; en ocasiones el trastorno es tan fuerte que se ven imposibilitadas de realizar las actividades cotidianas con normalidad. Este problema de salud está asociado además con la ansiedad, más que con la depresión, como se pensaba.
José Luis Díaz Meza, investigador del Departamento de Sicofisiología de la Facultad de Sicología (FS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseveró en entrevista que el SPM es una alteración que sufren las mujeres días antes del periodo de flujo, y puede extenderse hasta después de él.
Se conforma por una serie de indicios físicos, de comportamiento y/o emocionales que tienden a aparecer en la segunda mitad del ciclo menstrual (14 días o más contados a partir del siguiente día del último de flujo) y desaparecen de cuatro a siete días después del término del periodo (durante la primera mitad del ciclo menstrual). Si se combinan y se les suma el tiempo, la cantidad y la frecuencia, puede considerarse como enfermedad.
Detalló que existen diversas hipótesis sobre qué desencadena este padecimiento, pero la más aceptada se relaciona con situaciones hormonales.
Por la erradicación de mitos
El SPM es normal: las mujeres lo sufren en menor o mayor grado. Hay algunas que presentan uno que otro síntoma, los cuales no causan mayor mella en su vida cotidiana, pero hay otro número importante que lo sufre en su máxima expresión y resulta incapacitante. Incluso, algunas llegan a niveles hospitalarios por los malestares y dolores, donde tienen que ser tratadas con analgésicos extremadamente fuertes.
La sintomatología del SPM también es muy variable: va desde bochornos y llanto hasta cuadros de ansiedad, crisis de angustia y trastornos fóbicos; incluso llega a poner en riesgo la vida de las mujeres, en casos severos; hay cuadros depresivos y en poblaciones pequeñas pueden llegar a presentar cuadros de tipo esquizofrénico, indicó el especialista.
En la actualidad, tanto el síndrome premenstrual como la ansiedad son investigados desde los puntos de vista clínico y terapéutico para entender su origen, encontrar un tratamiento y erradicar los mitos que se han formado a su alrededor.
Es una alteración orgánica con base biológica, de manera que los estudios al respecto buscan un factor que ayude a las mujeres a mejorar su estado y, por consiguiente, su calidad de vida, lo cual repercutirá favorablemente en los ámbitos familiar, laboral y escolar, entre otros
, dijo el especialista.
De acuerdo con diversos estudios se ha hallado una conexión directa de este síndrome con alteraciones de las hormonas progesterona y estradiol, y de otras sustancias químicas que maneja el cerebro.
Díaz Meza aseveró que la ansiedad se asocia con la progesterona y el estradiol, así como con un neurotransmisor llamado GABA (uno de los principales inhibidores cerebrales).
El vínculo entre el síndrome premenstrual y la ansiedad también modula otros neurotransmisores, como la serotonina (neurotransmisor relacionado con la alegría, pero si sus cantidades son bajas se pueden presentar cuadros depresivos).
El investigador universitario afirmó que hace algunos años se suponía que era más frecuente la presencia del SPM con depresión, pero en la actualidad, con diagnósticos más precisos, se puede concluir que es más ordinaria su relación con la ansiedad. Los últimos reportes indican que sufren con mayor frecuencia cuadros de ansiedad, seguidos de depresión, y no al revés
, aclaró.
Según el universitario, si a un cuadro de ansiedad se le añade uno de angustia (respuestas fisiológicas a estímulos orgánicos o ambientales que ayudan a enfrentar un problema o situación de cierto riesgo, como incremento en la frecuencia cardiaca, temblores o sacudidas, falta de aliento, miedo pavoroso o terror, sofocación y alteraciones gastrointestinales, entre otras), puede entenderse que muchas entren en un proceso discapacitante.
Para enfrentar el binomio, Díaz Meza recomienda consultar a un especialista que les prescriba un tratamiento farmacológico y, posteriormente, una terapia sicológica para aprender técnicas de relajación y confrontación.
La más utilizada es la cognitivo-conductual, en la que se enseña a reflexionar sobre las situaciones que causan angustia; otras, la racional emotiva y la breve.
Indicó que algunas pacientes prefieren la medicina alternativa, pero ésta no ha demostrado sus efectos terapéuticos. No obstante, dijo, lo más aconsejable es seguir un tratamiento farmacológico, unido a una terapia sicológica.
Tanto el SPM como la ansiedad son padecimientos que no han sido reconocidos en el ámbito laboral ni familiar. Incluso el primero no está tipificado dentro de las afecciones establecidas por la legislación en la materia, y hace 20 años ni siquiera se consideraba como enfermedad, sino como un conjunto de síntomas exagerados
por las mujeres.