Lunes 2 de mayo de 2011, p. 26
La Presidencia de la República emitió un comunicado en el que intentó justificar la asistencia de Felipe Calderón a la ceremonia de beatificación del papa Juan Pablo II bajo el argumento central de que se trataba de una ceremonia oficial plural
. De igual forma, subrayó que la presencia del mandatario obedeció a una invitación formal del Vaticano, que reflejó los vínculos diplomáticos entre ambos estados.
Calderón estuvo presente en la ceremonia, al igual que otros jefes de Estado y de gobierno de más de 80 países. Dicha celebración –indica la Presidencia en su comunicado– estuvo dedicada a honrar la vida y el legado de Juan Pablo II, quien ha sido reconocido no sólo como un destacado líder religioso, sino también como una figura pública prominente, que contribuyó a facilitar una transición pacífica en un periodo crítico de la historia política contemporánea.
Subrayó que Karol Wojtyla desarrolló una estrecha relación con México y con los mexicanos, ya que durante su pontificado, ejercido entre 1978 y 2005, visitó nuestro país en cinco ocasiones, incluidas tres visitas pastorales, una más en calidad de invitado distinguido y otra como jefe de Estado. La Presidencia manifestó que con esta recurrente presencia del extinto Papa en México ganó respeto entre los mexicanos.
Más adelante, señala el boletín, se indica que con absoluto respeto a los principios e instituciones de ambos estados, México ha desarrollado una relación madura y constructiva con el Vaticano, dirigida a promover acciones en foros multilaterales, que respondan a los valores compartidos por los dos
.
La Presidencia mencionó que tanto México como el Vaticano mantienen objetivos comunes en la escena internacional, pues existen coincidencias en sus percepciones sobre la cooperación para el desarrollo, la lucha contra la pena de muerte, la defensa de los derechos humanos, en particular la de los migrantes, así como la preservación del medio ambiente, entre otros de los temas que comparten de la agenda.
Para Los Pinos, la asistencia de Calderón a la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II permitió reafirmar los lazos de amistad entre México y el Vaticano.