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El entrenamiento, el equipo, incluso el cuerpo han cambiado, señala el coreógrafo cubano

En la danza, el clasicismo es un concepto en constante evolución: Julio Arozarena

El linóleo, las zapatillas, las luces, todo influye en la forma de bailar, afirma el asistente de dirección artística del Béjart Ballet de Suiza, grupo que sostiene la idea de la ejecución honesta

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Hace unos días, Julio Arozarena visitó México para impartir una clase magistral a los participantes del reality show Opera prima en movimiento, que se trasmite por Canal 22Foto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de mayo de 2011, p. 9

El clasicismo de la danza es un concepto en permanente evolución, igual que la música, la pintura o la escritura, subrayó el coreógrafo cubano Julio Arozarena en entrevista con La Jornada.

Antes, por ejemplo, se bailaba más lento, las variaciones eran un poco más largas. Hoy día, en el terreno de la técnica y el entrenamiento, las variaciones son un poco más cortas; los brazos antes se movían de una manera, ahora se mueven de otra, porque el físico, la gente y el entrenamiento son diferentes.

Arozarena es asistente de dirección artística del Béjart Ballet de Lausanne, en Suiza, agrupación a la que pertenece desde 1993 como bailarín y desde 2006 como parte de la directiva. Hace unos días visitó México para impartir una clase magistral a los participantes del reality show Opera prima en movimiento, que se trasmite por Canal 22.

Para el creador isleño, “cuando se entrena con la técnica clásica no quiere decir que necesariamente tienen que bailarse ballets clásicos como Gisele o El lago de los cisnes. Por ejemplo, una quinta posición siempre será una quinta posición, será correcta o incorrecta, la diferencia son milímetros, que en danza clásica son muy importantes”, detalló Arozarena.

Actualmente, “el cuerpo humano ha ganado velocidad. Antes era imposible pensar que se pudieran correr los 100 metros en menos de 10 segundos. Antes (en la danza clásica) normalmente se hacían cinco piruetas, hoy se pueden hacer ocho, incluso nueve, es cuestión de entrenamiento, evolución y de equipamiento: el linóleo, las zapatillas, nos son las mismas que hace 20 años.

Eso también influye en una puesta en escena, en una manera de abordar la danza. Igual los medios técnicos: las luces, el sonido, el decorado, que también han cambiado. Todo lo anterior influye en el montaje y la puesta en escena influye en la coreografía, y ésta influye en la manera de bailar, y ésta forma de bailar se encuentra influida por el entrenamiento que se realiza.

El Béjart Ballet evidentemente tiene estilo, empero, hay una energía típica en la agrupación por cierto tipo de repertorio, explicó Arozarena. “Para nosotros hay una cosa que denominamos ‘danza honesta’, la cual definimos de manera muy sencilla: eres lo que eres. Baila lo que eres. Es decir, a mí me interesa saber que cuando estás en escena estás dando todo con honestidad.

Estés haciendo la coreografía que estés haciendo, eres tú quien está bailando y no imitando. Sencillamente es humanidad.

Los jóvenes bailarines deben tener muy claro que el arte de la danza “no es nada fácil, ni rápido. Deben saber que es necesaria mucha voluntad y que hay que hacer sacrificios, sin eliminar.

Aprender la danza quiere decir aprender las danzas. Aprendiendo y viendo otras danzas, aprendes tú danza. Para Arozarena la danza es una sola. Si acaso la podemos dividir en dos: la buena y la mala danza. Hay buen clásico o mal clásico, buen contemporáneo o mal contemporáneo, pero la danza es una sola.

La iniciativa a la que fue invitado para impartir una clase magistral, es considerada por Arozarena como una buena idea, pues dice, “la danza, sobre todo la clásica está bastante desvalorizada por el público. Que puedan familiarizarse con la vida de la danza ayudará mucho.

Esa desvalorización, concluye, se debe a que la danza se ha bailado mal durante bastante tiempo. Se le ha juzgado mal demasiado tiempo. Se le ha mostrado mal demasiado tiempo. Y un programa como ése, que muestra lo que en realidad es el trabajo del bailarín, es importante.