El clero, bendecido desde las alturas
Se suma al club de los poderes fácticos
o podía ser de otra manera. El fanatismo religioso recibe la protección de un gobierno que acepta, de todas formas, las atrocidades que puedan cometer los ministros de ese culto. No importa la pederastia ni sus encubridores, y menos lo que la ley señala.
Para la Secretaría de Gobernación, Hugo el diablo Valdemar violó la fracción primera del artículo 29 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público –ésa que prohíbe hacer proselitismo en contra o a favor de una organización política– cuando llamó a no sufragar por el PRD, pero la sanción que merece tal quebranto es un apercibimiento, es decir, un pórtate bien, y nada más.
En otras palabras, la Secretaría de Gobernación le expidió una licencia para hacer y decir, desde su fanatismo, lo que le venga en gana. Total, dirán en la dependencia, la ley de arriba es más poderosa que la de aquí, y con eso basta.
El panismo no podía, y menos aún ahora, reprimir a uno de sus más fieles aliados, tal vez de los únicos, porque hasta los empresarios reniegan ahora de los gobiernos panistas y los tiempos políticos no están para condenar a quienes les puedan servir.
Lo mismo que sucedió con Fox, quien violó tantito
la ley, según el Tribunal Electoral federal, y no fue castigado, sucede ahora con el deslenguado vocero de la Arquidiócesis de México. La impunidad que rodeó a Fox nos hace pensar, sin duda, que las acciones que efectuó aquel hombre vuelven a ocurrir sin que nadie pueda poner orden, porque todos pertencen al mismo círculo de poder, eso sí, bien democrático.
Así las cosas, Valdemar podrá incitar en el futuro, que sus fieles voten en contra de quien él considera enemigos de la Iglesia, o del poder que lo cobija, consciente de que nada le sucederá porque hasta su reino no llegan las leyes de los mexicanos, menos aún si se trata de los partidos políticos o los candidatos que contradigan cualquiera de sus intereses.
Pareciera que la resolución de la Secretaría de Gobernación no es de lo más justo, pero hay que entender, como ya lo apuntamos arriba, que son tiempos difíciles para el PAN, que con un gobierno débil y sin candidatos fuertes para la contienda presidencial requiere de las ayudas, legales o extralegales, que le permitan subirse al ring de la elección con un mínimo de posibilidades de triunfo.
Y lo más grave: Valdemar y otros muchos seguramente interferirán en las contiendas políticas en favor de lo que estamos viviendo o de algo muy parecido. En otras palabras, la Secretaría de Gobernación acaba de crear a un activista político con mucho más poder que cualquiera de los panistas que andan en la calle tratando de convencer a la gente de que el mejor camino para el país es el pintado de azul.
Es hora de poner en orden al clero, que se supone inmune a la ley. De lo contrario, la Iglesia, que ya es otro de los llamados poderes fácticos que presionan en México, tendrá una actuación que si bien no será decisiva, o cuando menos eso parece, en el ámbito político actuará plena de impunidad, como si lo que le hiciera falta al país es otro actor fuera de la ley.
Pero no podemos esperar nada mejor de este gobierno si frente a nosotros Felipe Calderón asistirá a la beatificación del Papa que encubrió, y con ello dejó impunes, a los curas pederastas, que tanto daño han hecho no sólo a los mexicanos víctimas de esa misma impunidad, sino a la misma Iglesia.
De pasadita
Un buen susto se llevaron algunas autoridades del Gobierno del Distrito Federal cuando se dieron cuenta del proyecto de apoyos sociales que tiene el jefe delegacional Agustín Torres en Cuauhtémoc. Resulta que la mejor forma que encontró el brillante funcionarios fue regalar, para estos tiempos de calor, trajes de baño para la gente de la demarcación. Eso sí es hacer labor social. Sería bueno que tomaran ejemplo algunos otros delegados que se quiebran el seso pensando cómo ayudar a los más necesitados. Ése, el de la Cuauhtémoc, la delegación considerada la peor gobernada, y que se halla en primer lugar entre las que podría perder el PRD a manos del PRI, es un ejemplo a seguir. Qué buena onda.