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Enfoques sobre la inseguridad
Cinco voces contra la violencia, más allá de la guerra oficial
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de abril de 2011, p. 2

De la lucha contra la delincuencia, que suma más de 40 mil muertos, las valoraciones provienen por lo regular de los mismos: políticos, militares, policías, jueces, algunas organizaciones civiles y a veces las víctimas. Antes de las movilizaciones surgidas en Morelos, La Jornada reunió cinco voces que aportan otra mirada sobre la violencia y sus soluciones. Un joven director de orquesta, incansable promotor de los compositores mexicanos; un famoso peluquero catalán; un actor que radicó casi toda su vida en Ciudad Juárez; una de las pocas presidentas de compañías trasnacionales en el país, y un escritor perteneciente a la generación del crack, aquellos críticos de la literatura del realismo mágico.

Miguel Salmon del Real

Tres días después del incendio de la guardería ABC, Miguel Salmon del Real tuvo que decidir entre tomar la batuta o suspender un concierto de la Orquesta Filarmónica de Sonora. Ante un público consternado por la muerte y lesiones de decenas de niños, optó por reivindicar a la música como algo mejor que una medicina y dedicar el concierto a las víctimas.

Esta experiencia y lo vivido desde su niñez, cuando la guitarra, el piano y el contrabajo eran sus juguetes, lo animan a abogar en favor del arte, la cultura y la educación como soluciones de largo plazo. Rechaza una guerra que si es sólo mano dura, matanza, es una táctica vacía que parece fortalecer a los delincuentes, al obligarlos a organizarse, y suma más de 40 mil muertes, lo que considera imperdonable.

La verdadera guerra es por el arte y la cultura. Un gobierno que entiende cuán conveniente es tener un pueblo inteligente que sabe comer, encontrar soluciones a lo más cotidiano, porque lee, imagina, es un país que se vuelve rico inmediatamente.

En casa de sus padres –Miguel Salmon, ingeniero físico que aprendió piano en el Conservatorio de Chihuahua, y Ana del Real, sicóloga aficionada al canto–, el joven director de orquesta extrae con delicadeza de un estuche de terciopelo oscuro su batuta de oro, una bella pieza obsequiada por su maestro, el sacerdote Javier González Tezcucano.

A los 22 años recibió esta distinción de su tutor tras haber obtenido los títulos en dirección coral, dirección orquestal, musicología y composición en el Instituto Cardenal Miranda y una beca que le permitió estudiar siete años en Europa. Se graduó de maestro en dirección de orquesta por el Conservatorio de Ámsterdam y fue el primer joven director invitado por segunda vez para cursar en la Academia del Festival de Lucerna, con los maestros Pierre Boulez y Peter Eotvoz.

Convencido del talento musical mexicano –lo cuantifica en 300 compositores vivos–, regresó al país después de dirigir varias orquestas en Europa, y en año y medio ha hecho una denodada labor de promoción al estrenar 45 obras de autores nacionales, 31 con su Ensamble Nuevo México.

Por eso cree que es un suicidio recortar el presupuesto cultural para fortalecer el del Ejército. “Por hacer la guerra uno se comienza a suicidar.

Un niño que toma el violín difícilmente va a tomar una droga, porque su droga ya es el violín, sólo que es una buena y te enseña ejemplos virtuosos de gente constante, talentosa y disciplinada. Ejemplo de ello es la Orquesta Sinfónica Nacional de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, dirigida por el venezolano Gustavo Dudamel, cuyo proyecto –reivindica– nació en la mente del mexicano Carlos Chávez, pero no triunfó aquí porque cuando se puso en marcha hubo corrupción y desvío de recursos.

Discrepa de empresarios y medios de comunicación que –dice– soslayan la cultura por ignorancia. ¿Por qué no hacer un Teletón para niños superdotados? El propósito sería desarrollar talentos, salir de un estadio infantil cultural y no quedarse en la cultura de la compasión, de los campeones sin corona, de ser víctimas de nuestros complejos históricos.

Se trata de pasar de la denuncia a la propuesta. Por eso sugiere reorganizar un organigrama cultural incluyente, sin predominio de un grupo, y dar apoyo a proyectos de vanguardia, “que sólo ciertos artistas underground estamos llevando a cabo”.

Propone convencer a los empresarios de que la cultura también puede ser buen negocio y a las televisoras de hacer programas modernos que acerquen al artista al público, como sucede en Europa, donde los taxistas, cuando reconocen a un director de orquesta, lo tratan bien.

Al Gobierno del Distrito Federal le sugiere aprovechar las pantallas del Metrobús para contar historias de artistas mexicanos, renombrados para que cuando alguien se baje de ese transporte piense que “no sólo existe El Chicharito (el goleador Javier Hernández)”, sino también tenores talentosos como Francisco Araiza. Así como hay domingos de bicicletas, sugiere domingos de orquestas o Todas las orquestas van a tu escuela.

Salmon observa el piano en el que aprendió a tocar y se pregunta: ¿por qué no invertir en maestros de la imaginación, en artistas o en un ejército de pensadores. ¿No sería eso acaso una verdadera guerra?

Antonio Bellver

Rodeado de esbeltas modelos –las divas de Antonio Bellver, las llama un fotógrafo–, este peluquero catalán remacha una pasarela. Antes dibuja rostros al estilo de mangas japonesas para ilustrar sus cortes; ahora transforma con sus tijeras la imagen de una morena y modela un chongo con la experiencia ganada desde que peinaba a las españolas de alcurnia que iban a la opera en la época de Franco.

Bellver se esmera. Por momentos luce un poco desencantado: él que se ha acostumbrado a los escenarios llenos, tiene un público entusiasta, pero no suma más de 50. ¿Serán las obras viales, el miedo a salir de noche por la inseguridad o qué?, se preguntan los organizadores de esta gala en la empresa L’Oreal.

A los 15 años inició su carrera en salones de su natal Barcelona. Ahí aprendió a lavar el pelo, a cortarlo y peinarlo a algunas clientas que ostentaban títulos de la realeza, como la condesa de Godo, esa despotilla, como define a la hija de Franco. Luego se escapó a París y trabajó en el salón del maestro Alexandre. Ahí vivió el glamur y las revueltas estudiantiles del 68, hasta que lo echaron por ser migrante sin papeles. La aventura siguió en Londres: tomó clases con Vidal Sasson, otro icono, hasta que regresó a Barcelona a fundar su propio negocio.

En su primera visita a México quedó encantado con el país. Hace 15 años se mudó con su esposa y sus dos hijos e instaló dos escuelas, una en el Distrito Federal y otra en Monterrey. Publicará un libro para celebrarlo, pero no oculta su desazón por otras razones.

“Mi escuela de Monterrey se me está hundiendo, porque las alumnas han dejado de ir por la inseguridad. Aquí (en la ciudad de México) no se nota tanto, pero en Monterrey la gente está asustada. Por la tarde no tengo casi alumnas, porque los padres no las dejan ir por el miedo a que las secuestren, a los narcobloqueos y a la balaceras que ha habido cerca.

La estoy viviendo mal. Es lo que más miedo me da, porque no veo una solución; ése es el tema, y sí la hay. No sé por que no lo hacen.

–¿Cuál es la solución?

–Para mí, lo mismo que pasó en Afganistán, meter los cascos azules aquí, un ejército de fuera.

–¿Esto atentaría contra la soberanía nacional?

–No, es que se ha perdido credibilidad en las fuerzas del orden público y el Ejército. Se necesita un cuerpo de élite que venga a solucionarlo. Y no es tan atentado, creo que sería una ayuda, de hecho ya ocurre, porque cuando el Ejército atrapa a algún delincuente suele estar detrás la inteligencia de Estados Unidos.

Se muestra sorprendido de que la sociedad mexicana haga poco. “A ver, ¿por qué no sale la gente a protestar?, salieron aquel día todos vestidos de blanco: el señor Martí, la señora Wallace, y ya se acabó la historia. Hasta ellos mismos se han corrompido, porque la señora Wallace se dedica a vender libros y a dar entrevistas en la radio y la tele, lo mismo que Martí, pero ¿qué hacen? Yo me cuelgo del Palacio Nacional. ¿Dónde está el movimiento de las manos blancas? Se ha muerto”.

Bellver cree que Calderón se topó con todo un lío por la inacción de su antecesor Vicente Fox. Comenta una noticia que le impactó: “¿Has visto que La Familia quiere hacerse cargo de la seguridad de Michoacán?”

Define la política mexicana como surrealista. “Yo que soy empresario, que me imagino que se me ve un poco de derecha, hubiera votado por (López) Obrador, porque en este país se necesitaba una izquierda hace cuatro años; ahora se necesita una derechota que mueva el dinero.

“¿Por qué España llegó a ser lo qué es? Gracias a que entró el socialismo de Felipe González; luego, como todos los gobiernos, al final se vuelven corruptos y toda la historia. Pero hace cuatro años el PRD no estaba desmembrado como ahora. 

Hubiera entrado más democracia y después volver a cortarlo, porque así funcionan los países: un poquito a la derecha, un poquito a la izquierda, un poquito a la derecha, un poquito a la izquierda.” Tal como Bellver hace formas y volúmenes con sus tijeras.

Joaquín Cosío

El matón apunta con su pistola a la sien de su amigo de la infancia y con su vozarrón suena más amenazante: “¡Ya no soy el Gordo Mata, mi Benny; ahora soy el Cochiloco!” Parece complacido con el estupor del Benny y, mientras lo abraza, expresa socarronamente: ¡Usted me puede decir como quiera!

Por escenas como ésta Joaquín Cosío, surgido de las tablas teatrales de Ciudad Juárez, poeta y comunicólogo, ha ganado tal reconocimiento –como él mismo relata– que la gente se emociona cuando lo encuentra en la calle. Se han creado páginas en Facebook de 15 mil seguidores, ya cerradas misteriosamente –dice él–, o han aparecido videos en Youtube, como el titulado “El Cochiloco: el ídolo de México”. Este humanizado sicario que apapacha a sus hijos y no perdona vidas en la cinta El Infierno no es el único malo atípico que ha encarnado en el cine, pero sí el que más lo ha sorprendido por la fama. Y se lo explica así: “el grado de desamparo en el que está México es tal, por las mentiras de los políticos, que un asesino a sangre fría (el Cochiloco) logra el cariño de la gente, porque su único mérito es ser leal y hablar con la verdad”.

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Antonio BellverFoto Claudia Herrera
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Miguel Salmon del Real
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Joaquín CosioFoto Francisco Olvera
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Mónica Flores BarragánFoto María Meléndrez
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Ignacio PadillaFoto La Jornada

Ésa es ficción al fin. Lo que se vive en Ciudad Juárez no: es una verdadera guerra que a este juarense por adopción lo hace sentirse absolutamente pesimista. Deplora: el programa Todos por Juárez ha sido un gran simulacro, que es lo que ha caracterizado al gobierno federal y a quien lo preside: la generación de grandes espectáculos para intentar aparentar que se está resolviendo un problema, pero nada se ha resuelto.

Se pregunta: ¿En qué mundo vive el Presidente de México? Tendría que atreverse a ir a Ciudad Juárez y caminar por sus calles. No sé dónde está. O sea, el señor que nos gobierna tendría que regresar a México, no sé en qué lugar se encuentre tan extraño y singular. Padece el mismo síndrome de Fox.

De rostro curtido como el de un ranchero, atribuye a su fisonomía que lo identifiquen más por sus papeles de malo: Mascarita en Matando Cabos y el general Medrano en James Bond. En 1969 su familia dejó Nayarit y se instaló en Juárez atraída por una ciudad que era pujante –él tenía siete años– y su padre cruzaba todos los días la frontera con Estados Unidos para trabajar de obrero en una planta de pantalones Levi’s en El Paso, Texas.

Cuando estudiaba la preparatoria, en la década de los 80, dio sus primeros pasos en la actuación. Tiempo después entró a un taller de literatura y junto con poetas reconocidos con premios nacionales, como los hermanos Jorge Humberto y Miguel Ángel Chávez y la actriz Perla de la Rosa, ganadora de un Ariel, impulsó un vigoroso movimiento cultural en Ciudad Juárez.

Sólo que hace 13 años su ciudad empezó a descomponerse. Relata que “un día aparecieron mensajes intimidatorios que decían: para los que no nos quieren creer ya llegamos; luego los policías eran acribillados y siguió una lucha avivada con el anuncio del gobierno federal de generar una guerra contra el narcotráfico de la que, dice, los políticos deberían sentirse avergonzados.

La sociedad juarense está fragmentada, poco cohesionada y seguramente es algo que está pagando. El ciudadano común hace poco –pondera– porque tiene miedo, está maniatado ante el grado de terror que se vive y porque a quien protesta lo matan como a Marisela Escobedo. Está convencido de que el arte puede ser bálsamo momentáneo para las heridas de la juventud de su estado, pero la prioridad es dar empleo a los jóvenes. Muchos están en el abandono y en la miseria, aunque no descarta que en el narcotráfico haya jóvenes pudientes atraídos por las emociones.

Concibe la exaltación oficial de las muertes ocurridas en este gobierno como un argumento sanguinario, porque nada justifica una muerte, y deplora cuando el Presidente convoca con un discurso de doble moral a no hablar mal de México.

Por más que se quiera ocultar la realidad, dice que él se entera de las ejecuciones cometidas en su ciudad en los noticieros de los países a los que viaja para grabar películas o series televisivas. Como Colombia, donde en una fila de 30 pasajeros sólo a él le revisaron sus maletas. Digo: ¿por qué me revisan a mí? Pues por la cara que tengo.

Mónica Flores Barragán

Los clics de la cámara fotográfica se escuchan. Mónica Flores Barragán descubre sobresaltada que no acentuó el color de sus labios, rápidamente corrige la omisión y continúa su respuesta: muchos jóvenes caen en la delincuencia porque no tienen trabajo ni escuela.

Lo dice quien defiende los liderazgos femeninos, la gurú del empleo, como figura en algunas revistas empresariales que la ubican entre las 50 mujeres más poderosas del país, parte de la escuálida cifra de 1.5 por ciento de mexicanas con empleo ubicadas en puestos de dirección.

Estadística que ella misma cita para demostrar las brechas de género que, sin ser exclusivas de México –remarca–, frenan su desarrollo junto con otras como las educativas o digitales.

Esta actuaria puma, como se define por ser graduada de la UNAM, es una de las cinco directoras regionales de Manpower en el mundo. Al estar al frente de la oficina en México, Centroamérica y República Dominicana, tiene bajo su responsabilidad a mil 100 empleados y a 65 mil trabajadores por el modelo de outsorcing en 2 mil 200 empresas.

Desde el tercer piso de su despacho, un espacio pequeño con mobiliario austero, con vista a Insurgentes Sur, relata que algunos clientes le preguntan sobre la inseguridad y, como no se considera la fuente oficial, echa mano del discurso gubernamental: el crimen organizado no afecta a todas las ciudades y se está atacando.

Como otros, señala que la solución de fondo consiste en educación y empleo. Las personas no son malas por naturaleza; no nacemos malos, muchos delincuentes y secuestradores caen en esto porque no les quedó de otra: si no lo hacían, no comían, o fueron víctimas de un entorno familiar duro y pobre o de delincuencia.

¿Qué opina esta ejecutiva del asesinato de la activista Marisela Escobedo, ocurrido frente al palacio de gobierno de Chihuahua?

“No siento más o menos porque sea mujer o no; cualquier injusticia me hace sentir indignada. ¿Y cuál es mi función? Trabajar para que las injusticias no se den en mi trinchera. Cualquier pérdida humana es lamentable, pero no debe haber injusticia ni ahí ni en el hecho de no dar prestaciones laborales o no dar igualdad de oportunidades.

Sin minimizar la criminalidad, explica que a sus clientes les preocupa más otro tema: la existencia de talentos, eso que sólo se consigue con mejor educación, la enseñanza de un segundo idioma (el mundo habla inglés), orientación vocacional y generación de empleo formal.

Algunas de sus claves para que las mexicanas escalen son superar la cultura machista, que se quiten paradigmas, traumas y culpas, compartir las tareas domésticas con los hombres y fomentar el trabajo remoto que permita el cuidado de los hijos.

La plática está concluyendo. Flores se muestra afligida por las citas escolares de última hora y sugiere que se publique otra propuesta para encumbrar a las mujeres: que los colegios piensen en las mamás trabajadoras y hagan con anticipación un calendario de juntas.

Ignacio Padilla

Un plato fuerte en los seminarios impartidos por Ignacio Padilla es cómo entrecruza literatura, política y religión en su teoría sobre la construcción del héroe a partir del sacrificio. De acuerdo con esta explicación, los mexicanos, como herederos de la cultura tenochca-católica, necesitan una víctima sexenal: un líder petrolero o un Raúl Salinas. Esta especie de ritual no fue seguido por Vicente Fox y Felipe Calderón, quien pulverizó el sacrificio con la persecución de varios narcotraficantes.

Comunicólogo de la Ibero, director editorial de la edición latinoamericana de la revista Playboy, galardonado con una decena de premios por sus ensayos y novelas, Padilla forma parte de un grupo de seis escritores que, como dice Elena Poniatowska, irrumpe con violencia en 1996 al apostar por la novela ambiciosa, la novela total... una novela que verdaderamente diga algo. En el Manifiesto Crack –que en inglés significa fisura, grieta– Padilla, junto con Jorge Volpi, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Errasti proponía una ruptura con el movimiento posterior al boom de la literatura latinoamericana.

Han transcurrido casi 15 años de la aparición del manifiesto y, además de los reconocimientos literarios, Padilla y Volpi, los más afamados del crack, han ocupado puestos en el sector oficial cultural. El primero fue agregado cultural de la embajada de México en Gran Bretaña (2001-2003) y le tocó rescatar la biblioteca José Vascon- celos cuando salieron a flote sus daños estructurales.

A partir de esta experiencia, de la que dice estar orgulloso aunque acota que padeció el poco presupuesto, un sistema burocratizado, contradicciones en la política exterior y los ataques de la prensa, se pregunta al autor de La catedral de los ahogados su visión sobre la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Calderón.

El arraigo del narcotráfico en el país y en América Latina tiene origen, según el narrador, en los vacíos de autoridad generados por 75 años de una dictadura de partido, la del PRI, que no podía producir sino una burbuja de violencia que estallaría en el momento que las negociaciones de la propia dictadura de partido terminasen.

Añade: donde la institucionalidad, incluida la eclesiástica, trastabilla, el transgresor y el subversivo, no importa si es con o sin moral, se convertirá en caudillo.

De la crítica al PRI sigue con el PAN, porque con sus buenos y malos elementos ha administrado el país desde un bastante dramático desconocimiento de la realidad de México. (Algunos gobernantes de ese partido) lo han hecho con torpeza, otros con inteligencia, algunos con ideales, otros con convicciones que parecerían pragmáticas, pero todos ellas han dado de frente con la realidad. Les ha faltado para bien y para mal el realismo y el cinismo de la Revolución Institucionalizada.

Deplora la cortedad de memoria de los mexicanos y se pregunta cuántas personas murieron en los años 90, cuando los delitos se cometían con saña y rencor social y sobre todo en las grandes ciudades. Por esa razón esgrime que abandonó la ciudad de México en 1995 y reside en Querétaro.

Desde su perspectiva esta guerra es una contención necesaria y por el momento nadie se puede echar para atrás, incluso quienes no nos metimos en esto.

–¿Qué opina de que el Ejército esté en las calles?

–Entonces que vuelva el PRI a Los Pinos y que se vuelva a negociar con el narcotráfico. ¿No es lo que quiere mucha gente? ¿Tú crees que la nostalgia del priísmo no tiene que ver con la violencia imperante, entre otras cosas?

Autor de La isla de las tribus perdidas. La incógnita del mar latinoamericano, ensayo galardonado que explora el desencuentro del latinoamericano con la naturaleza, aduce que la violencia no la creó el panismo: ya estaba ahí, lo que pasa es que alguien soltó el león.