El cofundador del sol azteca acusó a los chuchos de permitir la toma de protesta de Calderón en 2006
Es una calumnia que haya sacado provecho de las reuniones con funcionarios de EU, revira el senador
Miércoles 6 de abril de 2011, p. 15
La revelación de que militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), como el senador Carlos Navarrete Ruiz y Juan José García Ochoa, subsecretario de Gobierno capitalino, informaron a la embajada de Estados Unidos de la fractura del PRD con el movimiento de Andrés Manuel López Obrador provocó ayer un debate sobre el papel de la corriente perredista Nueva Izquierda y sus relaciones con Felipe Calderón.
Porfirio Muñoz Ledo sostuvo que los chuchos actuaron con obsecuencia con los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), y sostuvo que Navarrete Ruiz ofreció la negociación con el poder establecido y desde ahí comenzó el aliancismo entre fuerzas que no tienen ninguna vinculación ideológica. Son los que le abrieron la puerta a Calderón para entrar al recinto
a tomar protesta.
Por su parte, Carlos Navarrete consideró una calumnia que él haya obtenido provecho de los encuentros con funcionarios de la embajada y resaltó que quienes primero tuvieron contacto con el ex embajador Antonio Garza fueron López Obrador y sus colaboradores.
Lo cual me parece absolutamente normal, no sólo con la representación de Estados Unidos, sino con otras embajadas acreditadas en México, en momentos en que el país era el centro de la atención mundial
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El senador perredista dijo que, por responsabilidad, no hablará públicamente de las consultas y opiniones que le formuló a López Obrador sobre las reuniones con los embajadores.
No quiero entrar en detalles de lo que pasó en esos encuentros. Simplemente diré que el propio candidato de la izquierda consideró conveniente, a sugerencia de sus asesores, hablar con el embajador estadunidense para que fuese conocido su planteamiento político
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Tal como refieren los cables de la embajada de Estados Unidos obtenidos por Wikileaks y publicados por La Jornada, sobre las conversaciones privadas que sostuvieron Navarrete Ruiz y García Ochoa con funcionarios de la representación diplomática, Nueva Izquierda participó en los informes que advertían que el movimiento de López Obrador empezaba a decaer a principios de 2007.
En 2006, el principal líder de esa corriente, Jesús Ortega Martínez, era el coordinador de la campaña de López Obrador, Jesús Zambrano dirigía formalmente ese grupo, Guadalupe Acosta Naranjo era el encargado de coordinar el plantón en el Zócalo capitalino y Carlos Navarrete operaba con ellos, que lo incluyeron en las listas como candidato a senador.
Ayer, Muñoz Ledo declaró: “Los cables publicados por La Jornada confirman lo que yo siempre he venido diciendo, y lo escribí en mi libro La vía radical. Es hora de hablar todos y de abrir el debate de la historia nacional contemporánea. Que quien tenga que decir algo, su verdad, que lo diga”.
Ubicó las acciones del grupo que aún encabeza Jesús Ortega como “el comienzo del aliancismo: ¡Navarrete ofreció la negociación! Y dejaron pasar a Calderón por la puerta de atrás, en contra de la decisión del movimiento. Se trataba de que Calderón no tomara posesión, para crear el supuesto constitucional de que al no presentarse el presidente electo, se designara un interino. ¡Pero se dio una venta de garaje!
“Y ahora se documenta que una parte de la izquierda fue cómplice para que Calderón tomara posesión. Se dieron dos complicidades: la venta de garaje y la obsecuencia con Calderón. Lo que más me preocupa de los cables de Wikileaks es cómo los emisarios del PRD dejaron que Calderón tomara posesión”.
El diputado Mauricio Toledo (PRD) cuestionó: “¿Por qué como partido debemos informar a Estados Unidos de nuestras decisiones? ¿Ahora Washington es nuestro patrón? Ahora resulta que hasta eran orejas”.
El legislador acusó que con Navarrete y García Ochoa como contactos
de la embajada estadunidense, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ya no requería infiltrar a los partidos políticos, porque contaba con sus propios agentes en el PRD. “No podemos permitir que los orejas continúen pasando información al Tío Sam”, declaró.
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