Sábado 2 de abril de 2011, p. 9
En las paredes y rincones especiales
de El Asado Argentino (Insurgentes Sur, 3874) penden cuadros de Guillermo Scully, recientemente fallecido y a quien Osvaldo Caldú, dueño del restaurante, recuerda que miraba con ojos de gato.
Las anécdotas surgen conforme se recorre la obra de Scully. Caldú recordó cuando el pintor consiguió una mesa a cambio de un cuadro de mariachis borrachos. El cuadro quedó en manos de un anticuario que lo vendió, obra que paró con Nilda Patricia Velasco, esposa del ex presidente Ernesto Zedillo. Ella quiso conocer al artista. El Estado Mayor lo buscó durante cuatro días, pero nunca lo halló.
Cuando Scully agarraba el trago no lo soltaba en días. Solía ir de bar en bar, de cantina en cantina. Pudo haber sido el pintor del sexenio, porque la esposa de Zedillo quería encargarle trabajos, pero ese golpe de suerte no se dio y Scully siguió siendo Scully
, reflexionó Caldú.
El restaurantero tiene mucha obra de Scully, quien le pagaba con cuadros. Eso hacía en otros negocios; sus pinturas están dispersas por la ciudad.
“Su ruta era la Tabacalera, la Roma, la Condesa y el Centro. Siempre hacía escala en mi negocio; hubo una racha en la que me dio muchos cuadros para pagar comida o parrandas.
Después induje a mis amigos a que le compraran obra, y cada viernes vendía un cuadrito en El Asado.
Aseguró que el recuerdo de Scully queda inconcluso porque su muerte fue repentina, imprevista. Por los días en que murió decía que iba a hacer un mural
.
De una laptop va mostrando fotografías de cuando él, Scully y otros artistas, amigos y familiares, fueron a la embajada de Estados Unidos en el Distrito Federal para aventarle zapatos a George Bush, en su último día como mandatario del imperio.
Scully dibujó un tiro al blanco que tenía en el centro la cara del presidente gringo. Caldú hizo un arma estratégica: una resortera, con la cual los zapatos pasarían por encima de las eternas vallas que están sobre Reforma.
A ese grupo le llamaron Arte en Guerra contra la Guerra.
Se ve a Scully pintando contra la guerra. Se observa un dibujo donde un pintor se enfrenta a un tanque. El logo del grupo es una bomba llena de calaveras, aporte de Scully.
“No creo que haya alguien como él. Otros pintores son laboriosos, complicados. Él no. Dibujaba con plumón, carbón, sobre un papel o servilleta. Se le va a extrañar
, suelta Caldú, casi como colofón.