La embajadora argentina entrega reconocimientos a instituciones que acogieron a sus paisanos
Viernes 25 de marzo de 2011, p. 17
A partir de su Independencia, México ha estado vinculado a la tradición de asilo para aquellos a quienes en sus países de origen fueron víctimas de regímenes que mediante la violencia y la represión pretendieron borrar la historia y poner en blanco la memoria de un pueblo, acallar toda voz disidente y discordante, desaparecer de la vida nacional las ideas de redención y dejar sólo abiertos los espacios estrechos del pensamiento oscurantista.
En lo anterior coincidieron los participantes en la mesa de discusión realizada ayer por la tarde en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, al cumplirse 35 años del golpe de Estado en Argentina que llevó al poder al teniente general Rafael Videla, cuyo régimen es visto como uno de los más sanguinarios en la historia latinoamericana.
Al recibir a esos perseguidos, México –sobre todo en el siglo pasado– lo hizo sin poses políticas o como actos de relaciones públicas. Y actuó de forma discreta, casi secreta a través de sus diplomáticos.
Luis Ortiz Monasterio, quien como embajador participó para facilitar la salida de sus países de muchos perseguidos políticos, quienes buscaban (y conseguían) llegar a estas tierras, apuntó que en aquella época los diplomáticos mexicanos recibían una instrucción muy clara: el asilo es una institución humanitaria, no se publicita ni se festina
.
Por ello, al hacer junto con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas un recuento y reflexionar sobre la política de asilo que por muchos años desplegó el Estado mexicano, Ortiz Monasterio evocó también: El servicio público fue para mi generación un acto anónimo. No recuerdo, en varias décadas, un boletín de prensa anunciando el otorgamiento de asilo político por parte de México
.
Cárdenas mismo ubicó la importancia de esta conmemoración: al rememorar estos hechos (el golpe de Estado), Argentina nos ha convocado para tomar conciencia de que nunca más debieran suceder ahí, en nuestra América y en ninguna parte del orbe
y que situaciones como ésa, pueden prevenirse y evitarse mediante la toma de conciencia y la acción fraternal, organizada y solidaria de los pueblos.
En palabras de la embajadora de ese país en México, Patricia Vaca, esa dictadura se ha conoce por su tremenda, terrible, trágica violación de los derechos humanos
.
Desde sus análisis, lo ocurrido el 24 de marzo de 1976 no fue simplemente un golpe perpetrado porque a algunos militares se les ocurrió terminar con una supuesta situación de violencia, sino que con mucha claridad fueron el brazo armado de todo un proyecto político, económico, social, cultural
que venía desde la década de los 30, y que en aquella fecha, frente a un avance de la conciencia política y la irrupción masiva de una generación de trabajadores, jóvenes e intelectuales, optó por la decisión de, a sangre y fuego, terminar con un proyecto y modelo de país”.
Ella y sus compatriotas –hoy autodefinidos argenmex– Pablo Yankelevich y Horacio Cerutti, ambos académicos de la UNAM desde aquellos años, hicieron el homenaje a México y sus instituciones educativas no sólo por haberlos recibido entonces, sino también por facilitarles un empleo, permitirles desarrollo profesional y humano y, en suma, darles la libertad arrebatada por los militares.
Yankelevich, quien tiene varios trabajos sobre ese exilio, leyó diversos testimonios tanto de argentinos como de su progenie nacida aquí y subrayó que en aquel momento, México era la meca del exilio en América Latina
. Para muchos incluso, admitió, el verdadero exilio empezó con el regreso a Argentina.
Cerutti, al igual que la representante diplomática, dijo que aún hay muchos pendientes para alcanzar la verdadera justicia en Argentina. No podemos vivir en una especie de ingenuidad civil sobre los militares; a veces se nos pasa de largo para qué son las fuerzas armadas.
Al respecto, Patricia Vaca destacó que las acciones emprendidas por el régimen de Néstor Kirchner y actualmente de Cristina Fernández, conocidas como Memoria, verdad y justicia han conseguido, a partir la anulación de las leyes de obediencia debida y de los indultos, iniciar, desarrollar y terminar los grandes juicios a los genocidas. Ésta ha sido la manera de terminar con la impunidad.
Pero Ortiz Monasterio y Cárdenas Solórzano se detuvieron en el análisis también de las consecuencias para las instituciones nacionales de la práctica del asilo político, la cual por décadas y acaso por más de un siglo creó un acumulado que permitió detonar en la sociedad mexicana un fermento que ya en la década de los 80 empezaría a perfilar una corriente importante de derechos humanos en los centros de poder, en la sociedad, en los medios de comunicación y en la opinión pública
.
El mismo diplomático hizo un recorrido por los diversos grupos nacionales que recibieron acogida en México, desde la intelectualidad española durante la Guerra Civil, hasta los indígenas guatemaltecos de El Petén e incluso esclavos africanos que en la guerra civil de Estados Unidos se acercaron para pedir auxilio
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Cárdenas Solórzano, hijo de uno de los presidentes que más honraron la tradición del asilo, expuso: Valdría la pena revisar lo que ha sido esa práctica en la historia de México, que fue ejemplo en el pasado al abrir este suelo en innumerables ocasiones con decisión y generosidad a quienes en sus países estaban siendo perseguidos y reprimidos por poderes torcidos, dictaduras y autocracias por disentir y oponerse en sus ideas y posiciones políticas
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Como se había anunciado, la embajada argentina entregó reconocimientos a varias instituciones de educación superior que en acogieron a académicos e intelectuales, entre ellas, la UNAM, El Colegio de México, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Centro de Investigación Docencia Económica.