Otra canción
o miro yo lo que miro,
mas lo que miro me ve.
Por lo que me mira sé
que no perdido de a tiro
estoy, y que aún respiro
el aire de un paraíso
perdido porque Dios quiso
pero del que quiere Dios
que aún se alimente mi voz,
y ahora estoy en ese hechizo.
•
Hechizo es, pero es verdad
y verdad aquilatada,
más que verdad es morada
de una limpia libertad.
Escucho desde ella “amad
todo lo que amor merezca
y haced que de ese amor crezca
el paraíso perdido
que teníais en el olvido;
no hagáis que por vos padezca.”
•
Encuentro la forma rara,
pero el mensaje sencillo,
lo he de seguir al dedillo,
no he de voltearle la cara
al menos. De esa alfaguara
una quietud voy a hacer
en la que me pueda ver
siendo lo que siempre he sido,
un paraíso perdido
al que merezco volver.
•
Sonríe desde el corazón
la palabra necesaria,
es sonrisa y es plegaria,
tiene un dejo de canción.
No es asunto de emoción,
sino de verdad templada.
Es palabra dedicada
a contemplar lo que dice
esperando que armonice
con la sustancia esperada.
•
Como a esa espera me quedo
creo que haciendo lo que debo:
seguir el decir que llevo
en mí. Tiempo me concedo
–sólo el justo, más no puedo–
en pasar del dicho al hecho.
Regreso al camino estrecho
que antes dejara dudoso,
desciendo al agua del pozo
que una estrella abrió en mi pecho.
•
¿Y qué más puedo decir?
Lo que viva lo dirá.
Hasta aquí la historia va.
Todos los hilos asir
tal vez se pueda al morir.
Ya por hoy hablé bastante.
Me asilencio cual viandante
que pone su fe en llegar
al jardín en donde amar
experiencia es incesante.
•
Ya me voy, ya me despido,
me tengo que despedir.
Que no cese de fluir
lo que aquí dije aturdido
espero en algún latido
que al paso lo supo oír.