Los textos revelan que fue asesinado por un militar drogado
Experto del INEHRM y Arturo Alvarado preparan un libro
Martes 22 de marzo de 2011, p. 20
Francisco I. Madero no murió a las afueras de Lecumberri, como se empeña en repetir la historia oficial. Su asesinato en realidad ocurrió en las caballerizas de Palacio Nacional, a manos de un militar drogado que no tuvo reparos en maltratarlo antes de meterle un tiro por la mandíbula.
Detalles como éste, que no se consignan en ningún trabajo histórico sobre dicho personaje, pueden encontrarse en un archivo integrado por más de 230 cartas y telegramas, además de mil fotografías inéditas, que perteneció a Alfredo Álvarez y Anaya, amigo y secretario particular de Madero.
Dicho acervo, en el que se pone de manifiesto la importancia que daba el ex presidente de la República a sus sesiones espiritistas para definir el rumbo de su gobierno, servirá de base para un libro que preparan Arturo Alvarado, nieto de Alfredo Álvarez, y el historiador Carlos Betancourt.
A pesar del carácter único de dichos documentos y objetos, entre los que se encuentra una banda masónica que perteneció a Madero, ni las instituciones culturales del país ni los coleccionistas privados mexicanos han mostrado interés por adquirirlos para su estudio o exhibición, por lo que incluso existe la posibilidad de que salgan del país.
En el texto que estamos preparando se van a plasmar algunas ideas y hechos que no fueron consignados por los vencedores. Es falso, por ejemplo, que a Madero lo ejecutaran en Lecumberri. Lo mató un tal Cárdenas en las caballerizas de Palacio Nacional, y eso está en el propio testimonio del soldado cuando lo apresan en Guatemala
, afirmó Alvarado en entrevista con La Jornada.
Su abuelo, quien también se desempeñó como intendente del castillo de Chapultepec y diputado de la 26 Legislatura, recopiló ese documento y muchos más relativos a su íntimo amigo, y luego de la traición de Victoriano Huerta en 1913, escapó con todo su archivo a La Habana y Nueva York, para después reunirse con Francisco Villa en el norte del país.
Cuando finalmente pudo encontrarse con la viuda del presidente, Sara Pérez, le entregó todo el material recabado, pero ésta decidió regalárselo a Álvarez, en reconocimiento a su voluntad de defender la memoria del movimiento antireleccionista (La Jornada, 22 de junio de 2008).
El libro en ciernes, que abarcaría desde los inicios del porfirismo hasta la Decena Trágica, ya se encuentra prácticamente listo; lo único que falta es encontrar a alguna institución patrocinadora que cubra los costos de tiraje, afirmó Alvarado.
Sin embargo, durante sus viajes de investigación por todo el país, en 2010, no encontró apoyo de las autoridades de los estados, ni siquiera a propósito de las celebraciones por el bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución.
Este hecho, terció Carlos Betancourt, director de investigación y documentación del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), demuestra que el gobierno promovió una celebración deslumbrante por esas efemérides, pero carente de significado.
En 2011 se conmemora el triunfo de Madero, y sería un buen momento para reflexionar sobre su obra y bajarlo del pedestal, ver su faceta humana. Incluso hablar de sus errores, de su debilidad y de que fue un buen político, pero un mal gobernante
, subrayó.
Algunos de los documentos más importantes del acervo, detalló Alvarado, son las cartas
que Madero recibía de Benito Juárez durante sus sesiones espiritistas, y en las que se le daban instrucciones sobre lo que debe o no hacer: alejarse de Estados Unidos, construir un puerto en Salina Cruz, no hacer tratos con Emiliano Zapata, prohibir el alcohol.
La intención es contextualizar sin tabúes el interés de Madero por el espiritismo, como una disciplina normal y casi científica en esa época. Estos documentos, además de otros sobre su acción pública como gobernante, pueden despejar muchas incógnitas, y ayudarnos a hacer un análisis más desmitificado y consistente
del personaje, señaló Betancourt.