Opinión
Ver día anteriorMartes 22 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Abismos
H

ace más de un siglo celebramos el Día Internacional de la Mujer sin saber qué es lo que se festeja. El 8 de marzo debería ser un día en que hombres civilizados y mujeres realizaran una gran asamblea combativa para exigir la igualdad de derechos alcanzados por mujeres y hombres de todo el planeta. Quiero significar derechos que tengan correspondencia con la realidad, no letra muerta.

Pero los abismos de la desigualdad permanecen. Hay mujeres astronautas y presidentas, empresarias, académicas o deportistas de alto nivel. Pero el abismo persiste, porque los números continúan mostrando desigualdades aberrantes.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en América Latina es la paupérrima Honduras donde la brecha salarial es menor, pero en México el salario de una mujer es inferior al 80 por ciento del sueldo de un varón para igual tarea, y en Argentina baja hasta 70 por ciento.

Según el Banco Mundial (2009), la participación de hombres y mujeres en la fuerza laboral del mundo es como sigue: América Larina y el Caribe, hombres (H), 83.6 por ciento, mujeres (M), 57.1; Medio Oriente y norte de África: H, 76.5; M, 27.6; Asia meridional: H, 84.9; M, 37.2; Europa y Asia central: H, 73.7; M,58.6; África: H, 80.9; M, 61.5; Asia oriental y el Pacífico: H, 85.1; M, 72.0; datos sensiblemente peores que las brechas salariales. Cientos de millones de mujeres dedicadas a labores del hogar y la familia, sin ningún reconocimiento ni remuneración.

De acuerdo con el informe Woman (2010) de Naciones Unidas, en relación con mujeres que tienen carteras ministeriales, en un extremo 35 por ciento ocupan las de asuntos de bienestar y sociales, y en el otro extremo 5 por ciento las de derechos humanos y justicia. Tres por ciento de comunicaciones y otro porcentaje igual de asuntos de ciencia y tecnología, que otras tareas se consideran asuntos de Estado de mayor gravedad.

Según la misma fuente, los 14 países con mayor participación de mujeres en los parlamentos son, del de mayor partición al de menor, Ruanda (51 por ciento), Suecia (45), Cuba (41), Islandia (41), Sudáfrica (41), Bélgica (40), Finlandia (40), Noruega (40), Países Bajos (39), Angola (39), Mozambique (39), Costa Rica (39), Dinamarca (38) y Argentina (38). El resto de los países no califican.

La Casa Blanca ha emitido un informe titulado Women in America: indicators of social and economic well-being. El documento agrupa sus indicadores en cinco capítulos: personas; familias e ingresos; educación; empleo; salud, y crimen y violencia. Algunas de sus conclusiones: Las mujeres ya han llegado a igualar la presencia en universidades y más mujeres se gradúan. Las mujeres están trabajando más y su número ha igualado el de hombres en el mundo laboral. Como ellas están más horas en el mundo del trabajo, ha subido de forma notable su impacto en los ingresos familiares. La igualdad en el número de mujeres y hombres en el mundo laboral sigue sin verse en la igualdad de compensación. En 2009, el promedio de esta diferencia era que las compañeras ingresan 75 por ciento de lo que ganan los compañeros. Es más probable que las mujeres estén por debajo del umbral de pobreza por su menores ingresos, pero también por las más alta probabilidad de que las madres divorciadas y las solteras suelen ser las responsables del cuidado de sus hijos. Estas desigualdades son más pronunciadas para las mujeres de color. Las mujeres viven más que los hombres; no obstante, tienen más probabilidades de sufrir enfermedades, como problemas de movilidad, artritis, asma, depresión y obesidad. Las mujeres participan menos en actividades físicas. A pesar de que sufren más enfermedades, ha subido la probabilidad de que a ellas les falten seguros de cobertura médica. Aunque están sufriendo menos crímenes, como asesinatos, continúan padeciendo violencia doméstica y acecho. Aún edulcorada, está claro que esa balanza está rotundamente inclinada hacia el lado desdeñado de la vida.

Después de esta numeralia bien podríamos oír a Alfonsina Storni hablar de otras desigualdades: Tú me quieres alba/ Me quieres de espumas/ Me quieres de nácar/ Que sea azucena/ Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada.// Ni un rayo de luna/ Filtrado me haya. Ni una margarita/ Se diga mi hermana./ Tú me quieres nívea,/ Tú me quieres alba.// Tú que hubiste todas/ Las copas a mano,/ De frutos y mieles/ Los labios morados./ Tú que en el banquete/ Cubierto de pámpanos/ Dejaste las carnes/ Festejando a Baco./ Tú que en los jardines/ Negros del Engaño/ Vestido de rojo/ Corriste al Estrago.// Tú que el esqueleto/ Conservas intacto/ No sé todavía/ Por cuáles milagros,/ Me pretendes blanca/ (Dios te lo perdone),/ Me pretendes casta/ (Dios te lo perdone),/ ¡Me pretendes alba!// Huye hacia los bosques,/ Vete a la montaña;/ Límpiate la boca;/ Vive en las cabañas;/ Toca con las manos/ La tierra mojada;/ Alimenta el cuerpo/ Con raíz amarga;/ Bebe de las rocas;/ Duerme sobre escarcha;/ Renueva tejidos/ Con salitre y agua;/ Habla con los pájaros/ Y lévate al alba./ Y cuando las carnes/Te sean tornadas,/ Y cuando hayas puesto/ En ellas el alma/ Que por las alcobas/ Se quedó enredada,/ Entonces, buen hombre,/ Preténdeme blanca,/ Preténdeme nívea,/ Preténdeme casta.