La cortesía de la campeona mundial Ana María Torres no corresponde con su apodo: La Guerrera. Lo justifica sólo cuando endurece el gesto y golpea con saña a sus rivales sobre los cuadriláteros. Esa beligerancia desaparece con su trato amable y tímido, que desconcierta cuando expresa sus opiniones, pero a la peleadora originaria de Ciudad Nezahualcóyotl no le gusta quedarse callada, menos si hay alguna situación que considere injusta.

Falta menos de un mes para que la monarca supermosca enfrente a la tijuanense Jackie Nava, campeona mundial supergallo, un combate que en principio reprobaba el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), el cual hace unos días autorizó que se dispute el cinto de esta última.

Desde el anuncio de esa función, La Guerrera estuvo en malos términos con el organismo que preside José Sulaimán, quien argumentaba que le parecía incorrecto enfrentar a las dos mejores peleadoras de México, además de que consideraría una traición si disputaban un título de otro organismo.

Algo le parece contradictorio a Ana María Torres en ese cambio de postura oficial. El CMB siempre dice que no está de acuerdo con esos combates y al final ahí está autorizando (que se exponga) el cinto.

Sabe que sus relaciones con el organismo que preside Sulaimán no están en su mejor momento, pero asegura que eso no la espanta: seguirá en la pelea por conseguir mejores sueldos y rivales interesantes.

El problema con ese organismo es que aún trata a los boxeadores como hace 50 años, estima La Guerrera; antes a los peleadores les daba miedo hablar, por eso al CMB no le gusta que pensemos y opinemos.

Pero ella afirma que no le gusta callar y expresa sus críticas cuando está frente a situaciones que le parecen injustas. Señala la complacencia del CMB ante peleadores como Saúl Canelo Álvarez y Julio César Chávez junior, quienes –considera– nunca han enfrentado a contrincantes importantes pero, sobre todo, la indiferencia ante el fraude que sufrieron los boxeadores que, como ella, actuaron en la velada de la Plaza de Toros México en septiembre pasado.

Torres reclamó que el CMB no hiciera nada para que los peleadores recuperaran el dinero que les quedaron a deber. “Sulaimán me dijo que se había retirado 15 días antes de la función porque vio cómo estaban las cosas.

“¿Por qué no me avisó? –se pregunta La Guerrera– si yo sólo fui porque él me lo pidió.”

Torres está tranquila, dice que ha cumplido con el CMB, enfrentó a las contendientes recomendadas, pero lo que sigue en el futuro es buscar mejores sueldos. Desde hace seis meses le deben la que iba a ser la mejor bolsa de toda su carrera (40 mil dólares); ahora, la pelea contra Jackie Nava es la oportunidad de su vida. Pelearía contra la tijuanense con o sin título de por medio, por eso la apodan La Guerrera.