¿De qué sirvió tanto tiempo y los casi $700 millones si quedó destrozada?, cuestionan
Esto que hicieron con el Palacio de Bellas Artes no debe quedar impune
, advierten
Los responsables tienen que ser llamados a rendir cuentas en términos jurídicos, manifiestan
Martes 22 de marzo de 2011, p. 5
Los malos terminados de las obras, la dudosa calidad de los materiales empleados y la incorporación de elementos tecnológicos ajenos al diseño original del recinto, entre otros aspectos, hacen de la sala principal del Palacio de Bellas Artes una especie de moderno Frankenstein
.
Así lo sostienen trabajadores artísticos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), los cuales proporcionaron a La Jornada una serie de fotografías, algunas de las cuales se reproducen en estas páginas, sobre el estado actual de ese recinto y ciertas áreas restringidas al público.
Lo que pretenden es que esas imágenes sirvan de evidencia para mostrar que los trabajos de remozamiento al que fue sometida la sala representan un atentado
contra uno de los más representativos patrimonios artísticos y culturales de México.
¿De qué sirvieron los casi tres años que permaneció cerrada y los cerca de 700 millones de pesos que se gastaron en ella, si fue destrozada y quedó peor que antes? ¿Por qué las autoridades se obstinan en defender su error, incluso con prepotencia?
, cuestionaron.
Esto que hicieron con el Palacio de Bellas Artes es algo que no puede quedar impune. El INBA no puede ser juez y parte. ¿Cómo es posible que sea la entidad responsable de la salvaguarda y la protección del patrimonio artístico y haya cometido tal atrocidad contra el palacio? Si se atrevieron a tocar este lugar tan importante y emblemático, ¿qué más podrán hacer las autoridades?
Temor a represalias
A diferencia del grupo de restauradores y trabajadores técnicos adscritos al INBA que en diciembre pasado denunció a través de La Jornada, en su edición del 17 de ese mes, la pésima restauración
del recinto, en esta ocasión los artistas pidieron mantenerse en el anonimato por temor a sufrir represalias de las autoridades.
En entrevista con este diario, destacaron que, a cuatro meses de la reapertura la sala principal del máximo escenario cultural del país, sigue siendo un lugar inseguro e incómodo para el público y los artistas.
Entre otros rubros, mediante fotografías documentan cómo escalones, rampas y/o butacas impiden el paso o pueden propiciar tropezones; la existencia de cristales fracturados en galería, los cuales implican el riesgo de cortaduras; y la mala instalación de cableado eléctrico debajo de los palcos, donde se advierte gran cantidad de aserrín y cómo los cables están sujetos a madera astillada o fragmentada.
De igual manera, dieron cuenta de cómo técnicos de la sala debieron improvisar la manera de ingresar por los tres accesos que tiene el escenario, con rampas y escalones provisionales, luego de que, a su decir, en las obras se olvidaron de ese detalle.
De las áreas de acceso restringido al público, mostraron imágenes en las que se aprecian deterioros en pintura, aplanados, pisos y duelas, además de una gran cantidad de elementos de utilería sobre los pasillos, lo que dificulta el paso y lo hace incluso peligroso.
No entendemos qué hacen tantas cosas en los pasillos, cuando nos dijeron que para eso destinarían una bodega, la cual es ocupada por la nueva concha acústica que utiliza la Sinfónica Nacional en sus conciertos.
Para los artistas es claro que la pésima acústica y las constantes fallas técnicas que ha presentado la sala desde su reapertura, el 19 de noviembre de 2010, son muestra de que los trabajos no están bien hechos.
Otro ejemplo que corrobora esa situación tiene que ver con las puertas de acceso al recinto, las cuales no empalman al momento de cerrar, además de que la chapa de madera con la que están recubiertas se está abombando o despegando.
Ante esta situación, reiteraron que los responsables tienen nombre y apellido y deben ser llamados a rendir cuentas, no sólo en términos sociales, sino jurídicos. Además, pidieron a su dirigencia sindical mayor firmeza y contundencia para encarar el asunto.