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Ver día anteriorJueves 17 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Bancos y crecimiento
L

os bancos son esenciales para que una economía funcione con eficiencia. Pueden ser, al mismo tiempo, fuente de inestabilidad. En México, desde la crisis de 1994-95, los bancos no han cumplido con su función. Explican el mal desempeño económico. No han generado, hasta ahora, inestabilidad. La crisis económica mundial que hemos vivido a partir de 2007 está explicada fundamentalmente por la aparición de un nuevo modelo de funcionamiento bancario. La operación bancaria del siglo XXI se ha descrito resumidamente en la expresión originar y distribuir.

Los bancos otorgaban crédito, una vez formalizado y ejercido, lo vendían a entidades financieras de propósito especial. Esos financiamientos se empaquetaban y distribuían en estructuras complejas por el mundo. Este modelo funcionaba con una oferta de crédito extraordinariamente grande, que provocó un apalancamiento considerable. Los bancos privados que operan en México no participaron en esta euforia crediticia. No lo hicieron porque para lograr altos niveles de rentabilidad no era necesario dar crédito.

Las filiales de los bancos extranjeros que operan en México están entre las más rentables de su empresa, pese a que los volúmenes de préstamos que otorgan son muy limitados. El éxito del modelo bancario mexicano está basado en los ingresos generados por los pagarés Fobaproa-IPAB, por la intermediación en la compra-venta de divisas y papel comercial, y por los bajos niveles tributarios. La colosal expansión mundial del crédito es una de las razones que explica al auge económico vivido durante los primeros años del siglo.

La crisis hizo que muchos bancos desaparecieran –los poderosos bancos de inversión estadunidense fueron borrados del mapa– y los que lograron sobrevivir se ocuparon de administrar sus activos tóxicos para lograr mantenerse en la línea de flotación. El crédito se colapsó. Casi cuatro años después del estallido de la burbuja inmobiliaria los bancos siguen estando en el centro de las dificultades de muchas economías. En México, donde el crédito como proporción del PIB es muy bajo, el estallido de la crisis global inmediatamente provocó que el otorgamiento de crédito cayera significativamente.

De tasas de crecimiento anual de otorgamiento de crédito al sector privado a mediados de 2007 de 25 por ciento, en 18 meses se había llegado a cero y a partir de allí hubo reducciones que llegaron a cerca del menos 10 por ciento en el tercer trimestre de 2009. La recuperación de la economía mexicana, lo mismo que la de todas las economías, requiere que el crédito se recupere. La contracción del flujo de crédito llegó hasta octubre de 2010 y volvió a tener crecimiento en noviembre, aunque a una tasa muy reducida de 0.3, y ya en diciembre crecía a tasas anuales cercanas de 2.6 y para enero de 2011 alcanzó 4.8 por ciento.

El crecimiento del crédito es importante, pero también interesa el volumen de crédito con el que opera la economía. En este indicador se muestra la carencia verdadera de crédito. El saldo de la cartera de crédito vigente al sector privado en el pico del tercer trimestre de 2008 fue de poco más de 15 por ciento, y para mediados de 2010 se había reducido a 13.3. Esta proporción da cuenta de la notoria falta de crédito con el que tienen que funcionar las empresas del país.

La mediocridad del desempeño de la economía mexicana está asociada a la escasez de financiamiento. Pese a ello, Bancomer, Banamex, Santander, HSBC remiten un volumen de utilidades, por supuesto en dólares, a sus matrices que han resultado ser de las mejores de sus respectivos grupos financieros. Lo han hecho desde que fueron adquiridas y lo fueron en los años críticos de 2008, 2009 y 2010.

Son empresas que sirven eficientemente a sus dueños. Presumen de ellas. A México, a sus empresas, a sus familias no les prestan el mismo servicio. No cumplen cabalmente con el cometido de ser fuente de financiamiento de la inversión privada, ni de la adquisición de viviendas. No son palanca para el crecimiento.