Jueves 17 de marzo de 2011, p. 27
Tokio, 16 de marzo. La capital japonesa ha cambiado en los últimos días: los restaurantes de sushi que suelen estar colmados de oficinistas lucen vacíos, muchas escuelas permanecen cerradas, las compañías han permitido a sus empleados trabajar desde casa y en los aeropuertos se ven largas filas. Expertos locales y extranjeros señalan que los 33 millones de habitantes de Tokio están dentro de un rango seguro
respecto de la radiación de los reactores dañados por el terremoto y tsunami del pasado viernes.
Muchos residentes almacenaron alimentos y se quedaron en sus hogares o simplemente se fueron, transformando a una de las ciudades más grandes y densamente pobladas del planeta en un espectro de su imagen habitual.
Mire, es como un domingo, no hay autos en la ciudad
, dijo Kazushi Arisawa, un taxista de 62 años mientras esperaba desde hacía más de una hora en un edificio de oficinas donde generalmente encuentra pasajeros en cuestión de minutos.
La radiación en Tokio ha sido insignificante, triplicando los niveles normales brevemente el martes, lo que ni siquiera equivale a una radiografía dental.
Varios eventos han sido cancelados, como el Campeonato Mundial de Patinaje Artístico, la Semana de la Moda en Japón y la Feria Internacional de Animé de Tokio, por circunstancias extremas
.
Banqueros extranjeros huyen en aviones privados. BNP Paribas; Standard Chartered y Morgan Stanley son algunos de los bancos cuyo personal se fue desde el viernes, según fuentes de la industria.
Miles quieren salir
Miles de personas han inundado las compañías de aviones privados pidiendo vuelos de evacuación, provocando una escalada de precios.
Las tiendas de productos electrónicos venden en masa detectores Geiger, pequeños y portátiles, que miden la radiación.
En las oficinas centrales de Sony trabajan sólo 120 empleados de un total de 6 mil. La empresa le dijo al personal que se quede en su casa todo el tiempo posible debido a las dificultades con el transporte.
Las personas vaciaron los estantes de los supermercados y almacenes. Y miles se acercaron a los aeropuertos sin boletos, esperando encontrar alguna forma de salir de Tokio.