Espectáculos
Ver día anteriorDomingo 13 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

En el CUT de la UNAM conocí la disciplina emocional y física

Es muy grueso que te amen demasiado, decía Rita Guerrero

No me interesó hacer más telenovelas porque se encasilla al actor

 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de marzo de 2011, p. a10

La siguiente es una entrevista que la recientemente fallecida cantante y actriz Rita Guerrero dio hace algunos años. Habla de sus inicios, de su formación y de su postura frente aspectos de la vida como el amor.

Rita Guerrero se humedece los labios para hablar del tema que mejor domina: Rita Guerrero: “Nací en Guadalajara, Jalisco, un 22 de mayo. Desde niña he recorrido diversos caminos artísticos: canto, actuación y música.

En la preparatoria cursé cuatro semestres de instructor de música; mi instrumento fue el piano, pero quien influyó en mi inclinación musical fue mi papá. Era trompetista; murió cuando yo tenía nueve años. Con él también aprendí a tocar guitarra, bueno, un poquito. También cursé un taller de música infantil basado en el método Orff, donde se enseñaba a los niños con flautas, xilófonos; cantábamos, bailábamos, aprendíamos las notas musicales como jugando, a señas. Era muy divertido.

Además de su padre, en esa época Rita también tenía en casa otro músico, su hermano, quien estudiaba violín. Somos 11 hermanos; soy la más chica de la familia. Mi hermano que toca el violín es el tercero; entonces, de niña lo oía cuando estudiaba. Su hermano fue ejecutante en la Sinfónica de Madrid, no así su padre, quien era más popular, más de onda de baile; tocaba, por ejemplo, a Glenn Miller y cosas de esa línea. Esto, naturalmente, ofreció un cuadrante musical más amplio a Rita; la intención inicial era ser pianista, pero no lo logró por diversos motivos. Como no entré muy pequeña a estudiar música, me agarró a medio camino la adolescencia y pues uno es rebelde en esa etapa, ¿no?, confiesa convencida.

La adolescencia

Así, instalada en la rebeldía adolescente, Rita se aproximó a la búsqueda de diferentes manifestaciones. “En segundo semestre de prepa en Guadalajara me metí a un taller de teatro. Lo escogí como actividad para el servicio social”. Las primeras obras del taller estudiantil donde Rita participó fueron El caso de las pequeñas pisoteadas y La habitación oscura, de Tennessee Williams. Con ellas, recorrió comunidades para llevar teatro al pueblo. Esto hizo que le tomara un afecto especial a este quehacer artístico. “Me fui clavando más en el teatro, y al salir de la prepa me dije quiero ser actriz, ya había desertado del piano y mi mamá se puso histérica –ya saben cómo son las mamás: quieren que sus hijos no sean tan inestables en sus decisiones vocacionales–; todo lo que aprendí me ha servido para lo que hago ahora”.

Al terminar el bachillerato, con la decisión de ser actriz, Rita se inscribió en la carrera de actuación en la Escuela de Artes Plásticas de Guadalajara. Híjole, desgraciada y tristemente, el nivel allá era muy bajo. Además, sólo puedes aspirar a llegar a la compañía de la universidad. Es todo. No hay más. Un poco decepcionada, empezó a vislumbrar nuevos horizontes, y la llegada a Guadalajara del entonces director del Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para ofrecer una conferencias sobre técnicas teatrales, avivó en Rita la inquietud de saber más. Me encantó como habló. Es una persona muy talentosa, muy respetable. Resolvió que estudiaría en el CUT.

Así, Rita llegó al Distrito Federal. Tenía 19 años; ya había tenido un intento de salir de mi casa, como a los 17, pero nada más me fui un mes... ¡mi mamá me regresó! Ella era una persona grande y bastante tradicional, así que en la ciudad de México esperé la oportunidad para que me aceptaran en el CUT y con ello matar dos pájaros de un tiro: estudiar teatro y salir de casa.

Foto
La vocalista de Santa Sabina, en imagen captada en el año 2000Foto José Carlo González

Una vez inscrita en el CUT, sintió el rigor de la disciplina teatral desde el curso propedéutico de un mes. “Es pesadísimo, muy fuerte, porque te paras una chinga tremenda en todos los sentidos, a todos los niveles: sicológico, emocional y físico. El CUT era –no sé si ahora aún lo es– de mucha disciplina, rigor y entrega. Fue un tiempo difícil, pero aleccionador porque de ahí partí, sin látigo, a hacer otras cosas; sin nada más que mi propia disciplina”.

Continúa: “Tuve maestros como Julieta Egurrola, a quien aparte de llegar a admirarla, logró despertarme sentimientos encontrados entre el amor y el dolor por la disciplina que me impuso en el estudio, lo que incrementó mi amor por el teatro. Vi gente que no la hacía; se friqueaba grueso a nivel sicológico. Era duro, pero bien interesante, bien chingón... Continuar en el teatro me permitió también combinarlo con la música. La primera obra donde interpreté algunas canciones fue en la Ópera de los tres centavos, de Bertold Brecht. En esa época me iba bien: después de no tener un centavo hice telenovela y ópera. Me sirvió hacer telenovela, pero no me interesó continuar, por sus rollos de manipulación y porque la creatividad del actor se deteriora. ¿Por qué? Porque se hace en chinga y por el encasillamiento que sufre el actor.

“Llegó la oportunidad de actuar en América, de Kafka, donde conocí al grupo Los Sicotrópicos, que sería la base de Santa Sabina... luego hice Vox Tánatos, sólo con Poncho Figueroa y Jacobo Lieberman, con música y poesía de Baudelaire; yo hacía el papel de la cantante Berlín, ¡y me quedé en personaje! No es cierto, je, je. Esta obra fue una experiencia muy fuerte; el viaje en que nos traía la obra era fantástico. Fue una cosa muy densa. Fue una época de mi vida en que yo estaba muy mal; tuve un abandono amoroso, muy triste. Se juntó con la obra y además no tenía ni un peso.”

Rita aprovecha su respuesta y cuenta: Mi primera relación fue con un músico, ¡por supuesto! Era un guitarrista, acá... todo bohemio, comunista; para mí, que era de una familia tradicionalista... ¡uff!! No duró mucho, pero fue mi primera experiencia amorosa fuerte. Me he enamorado dos o tres veces. A los 20 años estuve casada... un año nada más; lo hice sólo por quedar bien con mi madre. No quería pelear con ella, y por eso me casé, aunque existió amor, pero así como es cabrón amar mucho, es también muy grueso que te amen demasiado; como que sientes que te ahogas. No sabemos recibir amor.

Cuando Rita expresa esto, lo hace con la seriedad de quien conoce el amor, pero también, de quien conoce la soledad. Y con la sensual gravedad de su voz, opina sobre el amor físico: Es una parte vital que se tiene que practicar y disfrutar, no tener prejuicio... es difícil para las mujeres, ya que las educan con muchos tabúes... pero, luego los hombres son medio cabrones, porque aunque a veces se sienten liberales, el hecho de que también las chavas disfrutemos y nos guste, como que no lo aceptan muy bien y, pues esto y el amor son lo que mueve el mundo.