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Díaz Polanco: patológico, que nos digan que podemos prescindir de un grupo humano

Las crisis de las utopías, de Flores Olea, incita a trabajar por un mundo mejor
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de marzo de 2011, p. 18

El libro Las crisis de las utopías, de Víctor Flores Olea, no sólo invita a soñar en otro mundo posible y mejor, sino a trabajar políticamente para que se materialice, aseveró el antropólogo y sociólogo Héctor Díaz Polanco.

Durante la presentación de la obra en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –realizada la noche del jueves–, Díaz Polanco destacó que el análisis realizado por Flores Olea no anuncia el final de las utopías, sino que es un estudio crítico de éstas para pensarlas en otra dimensión.

Entre los asistentes a la presentación se encontraba el director fundador de La Jornada, Carlos Payán Velver.

Díaz Polanco destacó que el libro hace una crítica a dos utopías presentes: el capitalismo y el socialismo, las cuales han entrado en crisis.

Agregó que es necesario replantear las utopías en una sociedad en la que por primera vez en la historia se han creado las condiciones para pensar que un sector de la humanidad en crecimiento gradual resulta innecesario, como lo son los grupos excluidos. Es patológico cuando una sociedad humana nos dice que hay un sector humano del que podemos prescindir.

Por lo anterior, son los movimientos sociales los que representan una utopía para transformar el mundo.

Díaz Polanco resaltó que la base de esos movimientos ya no está sólo en el proletariado, sino que se han sumado grupos heterogéneos y pluriclasistas, que tienden a la conquista del gobierno, sobre todo por la vía electoral, como en Bolivia o Venezuela, y desde el gobierno empujan transformaciones en la medida que gozan de apoyo social.

Señaló que la obra de Flores Olea plantea que la utopía debe ser recolocada en el horizonte del pensamiento político.

Lo esencial es la construcción de una voluntad que defina metas e incite a la acción para su realización. Las utopías pueden irse encarnando en sujetos sociales para lograr la transformación. Hay que definir acciones para concretar otro mundo posible.

Ambrosio Velasco, integrante del Instituto de Investigaciones Filosóficas y ex director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, indicó que Flores Olea resalta el papel que han jugado los movimientos sociales y las luchas por la democratización de las dos décadas anteriores en América Latina, en particular los pueblos indígenas, para la construcción de modelos alternativos más justos y equitativos para la sociedad.

Para el autor, los movimientos sociales representan hoy el mayor desafío que enfrenta el orden de la política neoliberal, resaltó Velasco.

El análisis motiva al lector a darse cuenta de que las nuevas utopías y los nuevos procesos de lucha no surgen en los países desarrollados, de las metrópolis, de los pueblos con historia ni de las economías más desarrolladas, sino que provienen del otro mundo, de las ex colonias, de los pueblos sin historia, agregó.

Hay que fijar las esperanzas de nuevas utopías en América Latina, en particular en las luchas indígenas, concluyó.

Carlos Obregón, quien ha sido profesor visitante en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, indicó que Flores Olea plantea cuál es la tarea que debe hacer un analista social: proponer un mundo mejor.

Sostuvo que México debe generar una utopía propia que plantee la necesidad de crecimiento económico y seguridad; de ser decentes con los pobres y más necesitados. Esta obra es una gran contribución al pensamiento social.

El director de la FCPS, Fernando Castañeda, mencionó que una de las lecciones que deja el libro es la reivindicación de la utopía como una manera de pensar el mundo actual.

Finalmente, el autor aseguró que uno de los temas en los que más interés tiene es el de los movimientos sociales como sujetos de las transformaciones.

Hay que profundizar más en sus características, en sus modelos actuales y en sus formas de ver los problemas de hoy.

El investigador social y colaborador de este diario indicó que una faltante de estos movimientos es que no han desarrollado una gran teoría intelectual sobre sí mismos.