Madrid, 11 de marzo. Las policías francesa y española llevaron a cabo un operativo en el que dieron por desarticulada a la presunta cúpula militar de la organización armada vasca ETA, que se encuentra en un alto el fuego permanente, general y verificable desde enero pasado.

Según la versión entregada a la prensa por el Ministerio del Interior español sobre este duro golpe, los supuestos jefes militares de ETA eran los cuatro detenidos, Alejandro Zobarán Arriola, Mikel Oroz Torrea, Iván Sáez de Jáuregui y Urko Lavaca Larrea.

En el norte de Francia, en un pequeño pueblo en las inmediaciones de Lille, la gendarmería francesa irrumpió en una supuesta reunión de estos cuatro etarras cuando, al parecer, intentaban reconstruir los comandos de la organización, a raíz de las detenciones de la semana pasada del grupo legal que operaba en Vizcaya.

Los servicios de inteligencia español sostienen que el hasta ahora jefe militar de ETA era Zobarán Arriola, también conocido por el alias de Xarla, quien se encontraba prófugo de la justicia desde hace cuatro años, cuando fue desarticulado el comando Urederra-Donosti, del que él mismo formaba parte. Asumió la jefatura de ETA hace sólo 10 meses, tras la detención de Mikel Kabikoitz Carrera.

El resto de los detenidos formaba parte del aparato de logística, vital para el abastecimiento de armas, documentación falsa y apoyo en el traslado de los comandos.

La policía española destacó que entre los detenidos también se encontraba uno de los etarras más buscados, Iván Sáez, al que sitúan como responsable del asesinato de dos agentes de la Guardia Civil en Palma de Mallorca, en el 2009.

Además, la policía informó que otro de los detenidos, Urko Labaka, tiene un nutrido historial en actos de violencia callejera.

Desde que ETA decretó el alto el fuego, el pasado 10 de enero, la organización ha sufrido duros golpes policiales, con la detención de 33 de sus miembros, lo que para algunos partidos políticos, como Eusko Alkartasuna y Alternatiba, supone una dificultada añadida al proceso de pacificación en ciernes tras el cese de la violencia.

Mientras, en Villencourt, Francia, el vecino que denunció la presencia de los cuatro supuestos etarras informó que me llamó la atención que no salían de noche (...) y empecé a hacerme preguntas cuando el dueño de la casa rural me dijo que ellos le habían pagado con fajos de 500 euros, informa un despacho de Afp.

“Alerté a la gendarmería porque pensaba ‘o son terroristas o son ladrones que están preparando un golpe’”, confió el hombre, que pidió a los periodistas que lo citaran sólo como Jacques, un lugareño que vive en ese pueblo agrícola de unos 200 habitantes.

Pierre Dufour, otro vecino de Willencourt, informó a los periodistas que los turistas extranjeros habían dicho que sólo venían a visitar la región, de praderas y bosquecitos aunque no es uno de los rincones turísticos por excelencia de la geografía francesa.

Casi nadie en ese pueblo podía imaginarse que los inquilinos de la casa rural, que fueron descritos por todos ellos como jóvenes españoles muy amables y correctos, podían ser el objetivo de una operación nocturna de un grupo de elite de la policía francesa y de sus fuerzas antiterroristas.