l secretario de Desarrollo Social del gobierno de la ciudad de México, Martí Batres, presentó hace poco un libro que no puede pasar desapercibido: Los derechos de las familias en la ciudad de México, editado por Miguel Ángel Porrúa, que anuncia desde su largo título que se trata de una obra innovadora en varios sentidos.
El autor usa el plural, tanto para referirse a los derechos y a las familias y no familia; no se trata, por tanto, del tradicional concepto que acepta tan solo un tipo de familia, adelantada por tanto, desde la portada, su posición abierta al reconocimiento de distintos tipos de familia y de diversidad de derechos, objetivos y subjetivos.
Un primer comentario debe ser sobre el autor; se trata de un político, actualmente funcionario de primer nivel en el gobierno de la ciudad, que se da tiempo para escribir. Esto no es común y significa que piensa por su cuenta y gusta de comunicar por medio de la palabra impresa sus reflexiones. Conozco al menos, otro libro de Martí Batres, de 2008: Las claves de AMLO, por lo que se vislumbra estamos en el umbral de un proceso, que sin duda encontrará otros temas.
Sin compartir al cien por ciento las convicciones del autor sobre tema tan delicado y polémico, el libro me atrajo y lo valoro como trascendental en la materia; mi percepción de la familia proviene de mi formación precisamente en una familia tradicional y cuando estudié derecho familiar en la UNAM lo hice con excelentes profesores, también tradicionales: Roberto Cossío y Cosío, el famoso Charro y Antonio de Ibarrola, autor de una grueso volumen sobre el tema.
A mi parecer, un punto toral del libro es que coloca a la institución como rama del derecho social, separándola, con toda razón, del derecho privado. Uno (entre varios) de los méritos del libro y su autor, es que siguiendo una línea de pensamiento de algunos estudiosos de México y del extranjero, sitúa al derecho de familia, que ha formado parte del derecho civil, en el espacio de la ciencia jurídica, que se denomina derecho social, al lado de materias como el laboral, el agrario, defensa del consumidor y otras más.
El derecho civil es, ha sido, el meollo de la jurisprudencia, se trata de una construcción lógica que sirve de sustento jurídico al sistema liberal individualista, cuya divisa fundamental es el apotegma según el cual la voluntad de las partes, es la suprema ley de los contratos
. El contrato todo lo abarcaba y lo que no era contrato en la doctrina clásica era un cuasi contrato
.
Se colocaba a la familia como parte de este sistema, en el lenguaje marxista se diría que se trata de una súperestructura del sistema capitalista; el matrimonio es también un contrato y la voluntad de las partes, su ley suprema; los códigos civiles se ocupaban de donaciones prenupciales, dotes, promesas incumplidas y otras figuras por el estilo hoy obsoletas; el libro de Martí Batres rompe la barrera, nos recuerda que en el derecho social, las relaciones no se dan entre iguales, sino entre desiguales, a los que hay que tratar por tanto, en forma desigual.
Las familias, las diversas familias, requieren la protección del estado y por ello la ley que las regula forma parte no del derecho civil ni tampoco, por supuesto del derecho público, sino precisamente de una nueva rama de la clasificación que es el derecho social. Por cierto, cultivado en México por juristas de prestigio como Mario de la Cueva, Celso Ledesma y Labastida, Alfonso Trueba Urbina, Andrés Molina Enríquez y más cercanos a nuestro tiempo, Arnaldo Córdova y Ricardo Mungarro.
Qué bueno que un autor joven se ocupe del derecho social, dado que en estos tiempos, hasta la Suprema Corte, conformada por una mayoría kelseniana y conservadora, ha desconocido en algunas causas célebres, como el caso del anatocismo y en el de la expropiación de los terrenos de la Cooperativa Pascual, que junto al derecho civil hay un derecho social reconocido por la Constitución.
Martí Batres señala en su libro sobre el derecho de las familias, que frente a estas resistencias al cambio, la Asamblea del Distrito Federal en los años recientes, ha marcado el rumbo en el reconocimiento y la consolidación de esta importante rama del derecho, que hace a la ciudad de México, una entidad de avanzada en la materia.