El fracaso del régimen en avanzar hacia Bengasi da un impulso anímico a los opositores
Saif Kadafi dice que los bombardeos buscan ahuyentar a disidentes, no matarlos
Viernes 4 de marzo de 2011, p. 28
Brega, Libia., 3 de marzo. Los rebeldes que persiguen a las tropas en retirada de Muammar Kadafi establecieron una nueva línea frontal en territorio controlado por el régimen, en preparación a una ofensiva que según ellos cambiará en forma significativa el curso del conflicto.
Luego de repeler un ataque a Brega, ciudad estratégica y centro productor de petróleo, las fuerzas revolucionarias se han desplazado a Ageila, ubicada 64 kilómetros al oeste, en el camino a Sirte, lugar natal de Kadafi y bastión de sus leales.
Aunque el resultado de lo que es ya una guerra civil está lejos de definirse, el fracaso del régimen en tomar Brega y abrirse paso hacia Bengasi, capital de Libia libre
, ha dado gran impulso anímico al movimiento disidente.
En Trípoli, Saif Kadafi, hijo del líder libio, sostuvo que el asalto fue en realidad una medida sicológica destinada a alejar a los rebeldes de las instalaciones petroleras. “Las bombas sólo buscaban ahuyentarlos, no matarlos –dijo–. Me refiero al puerto y a la refinería que hay allá. Nadie permitiría que los milicianos (rebeldes) controlaran Brega. Es como permitir que alguien controlara el puerto de Rotterdam, en Holanda.”
Quince personas, entre ellas un ciudadano británico, Jaled Attghdi, padre de siete hijos y originario de Manchester, murieron en el ataque, y 43 resultaron heridas. Entre las víctimas había niños y ancianos, pero Brega permanece bajo control de los rebeldes, conocidos como Shabaab (los muchachos
)*.
Perseguir al contingente del régimen desde Brega fue motivo de júbilo particular para las fuerzas revolucionarias. Sin embargo, hubo varias escaramuzas en la ruta, durante las cuales ambos bandos usaron lanzagranadas y rifles automáticos. En cierto momento un cazabombardero Mirage realizó un ataque tratando de detener la persecución.
Al continuar los choques entre Brega y Ageila, el comandante Mohammed Megrabi llevó a una partida de combatientes de su clan a través de la aldea de Bishir. Asomándose desde el asiento del pasajero en su camioneta pickup intercambió disparos con los hombres de Kadafi, y obligó a uno de sus autos –robados en Brega, afirmó– a salir del camino.
“Fue muy bueno para nosotros: mostramos que podíamos derrotarlos y estoy muy orgulloso de mis hombres –dijo–. Tienen armas más pesadas que las nuestras, pero nosotros tenemos más por lo cual luchar. Nuestro objetivo ahora es Sirte, y va a ser difícil porque es la gente de Kadafi… la última gente en Libia en la cual podrá confiar.”
Los reveses de las tropas del régimen en la que fue su primera ofensiva importante en el este del país, base de la revolución, han impulsado a algunos altos oficiales que se han pasado a la oposición a tomar parte activa en el combate. Hasta ahora la jerarquía se había abstenido, aunque miembros individuales de las fuerzas armadas han luchado al lado de los Shabaab.
Ahora, los rebeldes creen que la experiencia y planeación que los soldados pueden aportar equilibrarán las fuerzas. “Es algo que nos ha faltado –dijo el comandante Megrabi–. Necesitamos dirección, mejores armas, y luego a Sirte, de allí a Trípoli… y jalas (fin). Estamos preparando todo; pronto partiremos.”
Pero Sher Balqassim, jefe de la policía en Ageila, advirtió que la gente
de Kadafi ha estado armando a sus partidarios hacia el oeste de la ciudad. Esperamos pronto otro ataque. Hay movimientos de camiones y de hombres hacia acá, y tengo que cuidar que la población esté segura
, dijo.
Éste es un lugar pequeño, pero ha habido muertos y heridos. Mataron a tres muchachos que sólo cuidaban sus ovejas; con esa clase de gente estamos tratando. Dicen que los mercenarios africanos son los que matan, pero yo vi libios entre los que hacen esas cosas terribles.
Los tres chicos eran hermanos. Uno de ellos, Hassán Hassán, de 14 años, fue la víctima más joven en los enfrentamientos del miércoles. En el hospital general de Ajdabiya, cerca de Brega, su hermano gemelo Hussein está traumatizado; se niega a hablar. En la cama de al lado está Faraj, de siete años, con la cara envuelta en vendajes. El padre de los pastores, Amrán Hassán Alí, no entiende por qué ha ocurrido esto. “No nos metíamos con nadie. Llamamos a amigos para que nos ayudaran, pero nos dijeron ‘no podemos ayudarlos, no nos podemos mover’.”
Hassán fue sepultado este jueves, menos de 24 horas después de su muerte, conforme a la costumbre musulmana. Hassán Alí sintió que no podía dejar a sus otros dos hijos para asistir al funeral, cosa que le destrozó el corazón. “Kadafi no es musulmán –exclamó–. Si fuera musulmán, ¿haría esto? ¿Matar niños?”
Además de los muertos y lisiados, hay niños desaparecidos. También, las fuerzas de Kadafi secuestraron a varios hombres en Brega, cinco de los cuales trabajaban en la gerencia de compañías de energía.
Mohammed Ahmed Ishkazli fue uno de los que se llevaron a punta de pistola. Su hijo de 23 años, Awad, relató: “Mi padre no participaba en política, pero los soldados dijeron que colaboraba con la revolución para robar el petróleo. Trató de explicarles que los contratos petroleros se firmaron hace mucho tiempo y que no tenía idea de adónde iba el dinero. Pero aun así se lo llevaron.
Dijeron que lo devolverían después de interrogarlo, pero estamos muy preocupados. Mi madre llora todo el tiempo. Hemos llamado a personas conocidas en Trípoli, pero nadie sabe de su paradero. Esperamos que lo hayan llevado a Sirte y que podamos hallarlo allá muy pronto.
Pero el abuso del poder no se restringe a un lado de esta guerra cruel. Una constante acusación de los rebeldes es que mercenarios
de África subsahariana son los que cometen todas las atrocidades. En muchas ocasiones, los capturados –y a veces golpeados, como soldados de fortuna– han sido trabajadores inmigrantes de países empobrecidos, o incluso libios del sur del país.
Tres miembros de las fuerzas del régimen capturados en Brega fueron acusados de ser mercenarios. Por lo menos uno tenía documentos que demostraban que era libio, pero eso no contuvo a una turba, en la cual había combatientes rebeldes, de intentar atacarlo. Los cautivos fueron llevados a rastras por un grupo de soldados libios que se han unido a los insurrectos. Un oficial trató de calmar la situación asegurando que se investigaría a fondo a esos hombres. Más tarde, meneando la cabeza, comentó: Esta gente no puede aceptar que otros libios cometan ataques en nombre de Kadafi, así que echa la culpa a extranjeros. Pero tenemos que aceptar que no es posible que todos sean extranjeros. Ésta es una guerra entre libios, y habrá mucha violencia antes de que podamos librarnos de Kadafi.
*En Somalia opera un grupo guerrillero bajo este mismo nombre (N. del T.)
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya