Presentaron el libro La música con faldas: compositoras de todos los tiempos
Esa circunstancia explica por qué hay poca música documentada de mujeres, dice la especialista
Fernando Diez de Urdanivia recopila datos sobre autoras de diversas épocas y geografías
Viernes 25 de febrero de 2011, p. 5
De acuerdo con la compositora Ana Lara, el predominio masculino en nuestra cultura todavía subestima el punto de vista femenino y lo relega a un plano secundario en términos de que puede llegar a rayar en la amenaza
.
Esto explica, entre otros aspectos, por qué en la historia hay tan poca música documentada de mujeres, indicó, en contraste con lo que ocurre con los compositores varones contemporáneos.
Durante la presentación del libro La música con faldas: compositoras de todos los tiempos, de Fernando Diez de Urdanivia, efectuada la noche del miércoles en el Centro Nacional de las Artes, la también maestra en etnomusicología destacó que, a pesar del marcado machismo imperante a lo largo de los siglos, siempre han existido grandes representantes de sexo femenino en la creación musical.
No obstante, resaltó Lara, en la mayor parte de la sociedades el poder y su representación pública han estado bajo el dominio masculino, no sólo en su actividad, sino también en su documentación
.
Aceptó, sin embargo, que ésa es una inercia que de forma paulatina se ha ido desvaneciendo, como lo corrobora el hecho de la reciente incorporación del estudio de la música femenina en las universidades.
Mediador de poder
¿La música de las mujeres es distinta a la de los hombres, hay música femenina y masculina? ¿Si hablamos de femenino y masculino somos siempre femeninos o masculinos?
, de esa manera comenzó su intervención Ana Lara, quien estuvo acompañada en el acto por el musicólogo Aurelio Tello y el promotor musical Teo Hernández.
“Estoy de acuerdo con Carl Jung –respondió– quien decía que transitamos entre lo femenino y lo masculino, no hay hombre que no tenga parte femenina ni viceversa, el equilibrio es lo importante. Pero estas preguntas llevan implícito un juicio de valor en detrimento de las mujeres.”
Según la artista, sería interesante explicar por qué la música opera como mediador de poder entre los géneros, si bien la liberación femenina ayudó al arte sonoro a confrontarse públicamente en términos de calidad y no de género.
A su decir, en siglos pasados el arte quedó a resguardo de los hombres como un símbolo de poder que a la vez dominaba la vulnerabilidad de las mujeres. Si ellas eran dueñas del misterio de la vida, agregó, ellos lo eran del misterio del arte.
Así, los hombres decidían cómo y cuándo las mujeres po-dían participar en las actividades rituales y más tarde específicamente en las músicas
, apuntó.
La sociedad occidental ha controlado la creatividad de la mujer limitándola durante siglos a la maternidad y negando su capacidad para otras actividades creativas y/o artísticas.
Fue en el siglo XX, explicó, cuando las mujeres comenzaron a unirse para cambiar la rigidez de una sociedad que no aceptaba su sexualidad ni su creatividad; surgieron muchos movimientos feministas y poco a poco la sociedad se ha ido dando cuenta de que la voz de las mujeres complementa la del hombre; no le resta, le suma
.
En su turno, Aurelio Tello destacó que libros como La música con faldas... (Luzam), al recopilar datos sobre numerosas creadoras de diversas épocas y geografías, cuya existencia era desconocida, son un llamado de atención sobre cuáles son las marginaciones, las omisiones con las que convivimos todos los días.