La fotógrafa presentó El mar de iguanas, compilación de textos del autor de Farabeuf
Salvador Elizondo no escribía con dolor; lo hacía con placer: Paulina Lavista
Domingo 20 de febrero de 2011, p. 3
Un libro de poesía inédito, otro que recoge las cartas que el escritor Salvador Elizondo enviaba a una mujer misteriosa, así como una antología de artículos sobre artes visuales, se irán publicando de manera paulatina en los próximos años, informó la fotógrafa Paulina Lavista, viuda del autor de Farabeuf, en la presentación del volumen El mar de iguanas.
Lavista adelantó que este año se publicará una colección de textos sobre artes plásticas de Elizondo. Asimismo, comentó que El Colegio de México podría editar por primera vez el libro de poesía que dejó el escritor.
Estoy por publicar también una serie de cartas de amor dirigidas a una mujer muy interesante. Salvador fue un hombre lleno de amores, era apasionado y romántico; se enamoraba como adolescente, pero sus amores fueron frustrados
, explicó la fotógrafa.
El escritor dejó una obra inédita de 83 diarios, que abarcan desde su infancia hasta tres días antes de morir, en total 32 mil páginas de escritura con dibujos.
Durante los jueves literarios que organiza Philippe Ollé-Laprune, director de la Casa Refugio Citlaltépetl, Paulina Lavista manifestó que El mar de iguanas recupera varios relatos del escritor que se desarrollan en diferentes etapas de su vida, como Autobiografía precoz, un cuento magistral, una impecable novela corta y sus diarios nocturnos.
Compartió que Salvador Elizondo llevó casi siempre un diario, desde los 12 años hasta su muerte, ocurrida en marzo de 2006. “Los Noctuarios no pertenecen propiamente al diario; son cinco cuadernos que escribió entre agosto de 1986 y diciembre de 1997, con el propósito experimental de volcar su escritura en ellos durante las altas horas de la noche y la madrugada, a manera de lo que se entiende como pintura alla prima.
Se trata de textos de lo que le venía a la mente durante el desvelo, como esbozo o apunte. Sin embargo, al penetrar en su lectura, el libro logra unidad y una novedad en su propuesta.
El mar de iguanas incluye el primer cuaderno completo de los Noctuarios.
Lavista también se refirió a la vocación de Elizondo. Siempre fue escritor a pesar de otras vocaciones que creía tener. Fue escritor. No escribía con dolor, lo hacía con placer.
En la velada literaria, la escritora Fabianne Bradu sostuvo que Elizondo fue un escritor de luz y, a la vez, un ser luciferino, que admiró a George Bataille, Sade, Baudelaire, Mallarmé y a otros famosos escritores malditos.
Salvador Elizondo, agregó, fue un autor consciente del armazón narrativo de una autobiografía, logró equilibrio entre las peripecias y la reflexión; el estilo y el ritmo.
En Salvador Elizondo la confesión no parece tener fondo ni freno, porque sin duda concurre a forjar el mito del personaje luciferino
. Asimismo, dijo, la tensión que se dibujó entre la coraza que protege su mundo interior y la confesión de su vida íntima, permanece a lo largo de la autobiografía del escritor.
El primer texto de El mar de iguanas, La autobiografía, refleja recuerdos novelados que Elizondo escribió a los 33 años de edad, en una generación –la de Juan García Ponce, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, Marco Antonio Montes de Oca– convocada por el crítico y editor Emmanuel Carballo a participar en una colección variopinta de autobiografías precoces.
El volumen incluye el cuento Ein Heldenleben, en el que describe las consecuencias de la guerra en los niños, fruto de su experiencia en el Colegio Alemán de México. Posteriormente aparece Elsinore, novela corta que retrata la vida en un colegio militar de Estados Unidos en los meses posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial.
Finalmente, se presenta el cuaderno inédito de los Noctuarios, que Elizondo llamó así por su escritura nocturna. Aseguraba que había una diferencia de estilo entre los pensamientos que se producen de día y las ideas que surgen de noche.
El libro El mar de iguanas se publica dentro de la serie Ars brevis, de la editorial Atalanta, con prólogo de Adolfo Castañón y fotografías de Paulina Lavista.