Washington, 17 de febrero. El gobierno de Estados Unidos reaccionó hoy con cautela frente a los actos represivos en el reino de Bahrein, con una declaración del portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, en el sentido de que el presidente Barack Obama considera que debemos oponernos al uso de la violencia por parte de las autoridades bahreníes.

Mediante un portavoz que pidió el anonimato, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, expresó su profunda inquietud sobre los acontecimientos y pidió moderación a partir de ahora en el pequeño Estado encabezado por una monarquía musulmana sunita, con súbditos mayoritariamente de la otra división islámica, los chiítas.

Clinton se comunicó con su par bahrení, Sheij Khaled bin Ahmad al Jalifa –miembro de la familia real–, para expresar el sentir de Washington.

Según información de la oficina de prensa del Departamento de Defensa, el secretario Robert Gates también entabló comunicación directamente con el príncipe heredero Salman, quien es además subcomandante de las fuerzas de defensa de este reino del golfo Pérsico, ubicado justo frente a Irán, y donde se alberga la quinta flota de la marina de guerra de Estados Unidos.

La situación en Bahrein llamó la atención de Irán, un país de mayoría chiíta, que pidió al gobierno bahrení que no recurra a la violencia y a tener en cuenta las demandas de la población.

En una reunión extraordinaria, el Consejo de Cooperación del Golfo, que incluye a Omán, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, dio su apoyo al rey Hamad bin Isa al Jalifa y anticipó que mantendrá su cooperación en materia de seguridad, defensa y política.

La Unión Europea, por medio de la responsable de política exterior, Catherine Ashton, exhortó a las autoridades de Bahrein a emprender un diálogo con los opositores, mientras que China se limitó a manifestar su deseo sincero de que los países árabes donde hay conflictos recobren la estabilidad social y el orden cuanto antes.

El secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se manifestó desde Nueva York en favor de reformas audaces, no represión en los países donde la transición política ha comenzado.