La boxeadora Esmeralda Moreno sueña con la lluvia que cae dentro de su boca seca. Sueña albercas en las que nada hasta agotarse. El agua es un tema recurrente en los sueños de la peleadora cuando se prepara para un combate. Las horas de arduo entrenamiento y el sacrificio que imponen las dietas y las deshidrataciones severas para vencer a la báscula. Todo por un salario anémico, como el que reciben las mujeres en este deporte, y en otros ámbitos sociales.

Las mujeres no boxeamos por una bolsa, sino para demostrar nuestro valor, dice la joven durante el prepesaje, una semana antes de enfrentar a la panameña Carlota Santos, por el cinturón plata minimosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Todo lo que hace, asegura, está motivado por ese coraje. Empezó sin promoción alguna y sin un equipo que la protegiera. La escasez de peleadoras que predominaba hace unos años la obligó a enfrentarse en situaciones de desventaja, subiendo a categorías en las que no tenía posibilidades. Así enfrentó a las precursoras del boxeo femenil mexicano. Venció a la veterana Gloria Ríos, cayó ante Ana María Torres y Mariana Juárez; tampoco pudo contra la campeona italiana Simona Galasi ni con la célebre púgil alemana Alesia Graf.

Contra Graf, viajó a Hamburgo para disputarle el título. Era la primera vez que Esmeralda Moreno salía del país, apenas tenía 10 peleas en su récord y el pleito era dos categorías arriba de la suya. La campeona tenía el doble de combates, además de que pelearía en su división. Pese a todo, cuentan que la mexicana peleó con coraje y tuvo una actuación digna, aun cuando no le alcanzó para vencer a la local.

Me arriesgaban, no tenía ni promotores, pero aún así me gané a la gente, no me intimidó que la rival fuera local ni que estuviera tan lejos de casa, relata Moreno.

Esmeralda Moreno es favorita en la pelea contra la panameña Carlota SantosFoto Juan Manuel Vázquez

La actitud la simboliza con un tatuaje enorme que le cubre por completo la parte externa del muslo izquierdo. Fueron nueve horas de dolor, de sentir la maquinita y la aguja una y otra vez. La imagen representa a un dragón, que la peleadora diseñó a partir de varios patrones chinos, flota sobre un lago –siempre el agua como elemento–, cubierto de enormes rosas que resplandecen.

Es la fuerza y el coraje del dragón junto a la delicadeza de las flores. Así soy yo, explica la joven mientras mira con una sonrisa los trazos que ilustran su cuerpo.

En esa suma de contrarios se prepara para conquistar el título plata del CMB. Sabe que esta vez será diferente. Ahora no es una jovencita con más entusiasmo que peleas en su trayectoria, y llega con la experiencia fraguada ante boxeadoras duras y en ambientes hostiles. Esta vez es favorita.

Hay una presión muy grande, eso es lo que más me pesa de la pelea, que tengo que ganar, porque es el sueño de todo boxeador: conseguir un campeonato mundial absoluto, comenta. Esa presión me impulsa para ganar, agrega.

Es mucha presión para Esmeralda en estos días. La pelea que puede abrirle las puertas al campeonato mundial está a una semana, y a fin de mes presentará el examen a la UNAM para estudiar sicología. La verdad que con esto de la pelea no me da tiempo de estudiar, a veces me pongo a leer para relajarme del estrés de la preparación para el combate, pero no es igual, dice Esmeralda mientras se visualiza en el futuro: campeona de profesión, sicóloga por pasatiempo.