La voz del maestro Enrique Jaso Mendoza se apagó como él deseaba que ocurriera: trabajando en favor de la ópera mexicana hasta el último momento. Con su muerte, ocurrida anoche en la ciudad de México, se pierde uno de los principales impulsores del arte lírico nacional, pero sobre todo el más importante maestro de canto del país.

Así lo subrayó uno de sus alumnos, el productor y reconocido operópata Manuel Yrízar, quien recordó la generosidad del maestro Jaso para con sus pupilos, así como el amoroso rigor con el que los preparaba, lo mismo en el Conservatorio Nacional que la Escuela Nacional de Música.

Enrique Jaso, en imagen de febrero del año pasado, durante el homenaje póstumo que se rindió a la pianista, oboísta y reconocida pedagoga musical Consuelo Rodríguez Prampolini, en la Escuela Nacional de MúsicaFoto José Antonio López

Bajo su tutela se formaron durante varias décadas algunos de los más relevantes intérpretes nacionales, muchos de los cuales continúan destacando en las principales casas operísticas del mundo, como los tenores Francisco Araiza y Rolando Villazón, así como el bajo Noé Colín.

Era un conocedor maravilloso de la voz humana. Nos inculcó la técnica vocal perfecta y su amor desmedido por el arte lírico. Con él aprendimos a saber cómo se canta y también a amar con apasionamiento a la ópera.