Deja el gobierno entre mensajes de repudio; dice que ya se habituó al mote de góber precioso
Martes 1º de febrero de 2011, p. 33
Puebla, Pue, 31 de enero. En el último día de su sexenio, el gobernador Mario Marín Torres admitió que el escándalo por su presunta participación en la conjura contra la periodista Lydia Cacho Ribeiro –descubierta en febrero de 2006, apenas un año después de haber asumido el cargo– fue lo peor
que pudo pasarle en su administración.
La mañana de este lunes, un día antes de que el panista Rafael Moreno Valle asuma la gubernatura, en varios puntos de esta capital aparecieron mantas de repudio a Marín Torres, en las cuales aparece una caricatura suya con la leyenda: “No queremos más preciosos en Puebla”.
Mario Marín ofreció la mañana del lunes varias entrevistas a noticiarios radiofónicos; cuando se presentó en el programa Tribuna informa, el periodista Enrique Montero Ponce le preguntó sobre la detención ilegal y la privación de la libertad contra la autora del libro Los demonios del edén: el poder que protege la pornografía infantil, a lo que el priísta respondió: Lo peor, lo que todo el mundo supo, sabe, es el tema mediático éste, con esta señora Cacho, del que afortunadamente quedé exonerado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sí nos distrajo un poco, pero nunca nos cansamos, nunca decaímos en el ánimo de servirle a la gente.
Agregó: A Lydia Cacho nunca la conocí, nunca tuve la oportunidad de conocerla personalmente, y mejor
. Al ser interrogado sobre el alias de góber precioso, como lo llamó el empresario Kamel Nacif Borge en la conversación telefónica que puso al descubierto la conjura, Marín Torres respondió:
“Formará parte de la historia y bueno, tal vez marque un poco mi vida, pero afortunadamente lo superamos. Hubiera sido más complicado ser señalado y sancionado por una conducta indebida, pero afortunadamente la Corte determinó que no hubo delito, y por eso queda nada más como antecedente, y para bien de Puebla no pasó a mayores.
“Así tenemos que enfrentar las cosas, con naturalidad. No había sido señalado por un delito y yo mismo me fui acostumbrando a ese mote. En los pueblos me dicen góber, como a los presidentes les dicen presi. Pero eso no interfirió en mi trabajo, no decaí, al contrario, redoblé el esfuerzo trabajando al doble.”
La disposición del Ejecutivo a hablar con los medios contrastó con su actitud durante todo su sexenio, cuando evitó dar entrevistas, particularmente sobre el escándalo por la agresión a la periodista, divulgado por La Jornada el 14 de febrero de 2006.