Arturo Valadez crea la Big Band Donceles 66
Recibe apoyo del GDF; dará conciertos en 2011
Lunes 31 de enero de 2011, p. a10
Luego de 10 años intentando conseguir, en vano, apoyos de diversas instancias culturales, el músico y profesor Arturo Valadez decidió tocar otras puertas para concretar su proyecto de toda la vida: la creación de una big band.
Fueron las autoridades de la Secretaría del Trabajo del Gobierno del Distrito Federal (GDF) las que entendieron que los músicos también son trabajadores que requieren capacitación para un mejor desempeño laboral, así como para el autoempleo, y de inmediato apoyaron la iniciativa.
Por medio del programa Capacitación para el Empleo y el Trabajo, y con el apoyo del Sindicato Único de Trabajadores de la Música, se logró conjuntar a músicos de alto nivel mediante una meticulosa audición.
Así nació la Big Band Donceles 66, que durante todo 2011 ofrecerá conciertos en diversos foros del Distrito Federal.
La idea surgió luego de conocer la situación de varios excelentes músicos: algunos tocan en la calle, otros se me acercaban para pedir que les diera clases, pero no tenían chamba ni forma de pagarme. Me empeñé en encontrar una manera de que la música nos conviniera a todos
, explica Valadez en entrevista con La Jornada.
El profesor tiene los derechos para América Latina del método de enseñanza musical de Dick Grove, considerado una autoridad en cuanto a la didáctica del jazz y la música popular contemporánea.
Capacitación y becas
Con los recursos que le dio la Secretaría de Trabajo capitalina comenzó en octubre un curso de 180 horas, en el que participaron 18 alumnos y 12 músicos de nivel profesional; el resto, estudiantes. A todos se les otorgó una beca mensual de 2 mil pesos, además de los materiales de estudio.
En la dependencia, añade Valadez, “están muy sensibilizados y conmovidos con el proyecto; se quedaron picadísimos al escuchar a la big band y nos van a seguir apoyando; en marzo se inicia el segundo curso.
“Me aburrí de pedir apoyo y de no obtener respuesta de instancias culturales como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes o el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; el año pasado ya ni hice el esfuerzo por presentar mi proyecto.
“En el recinto de Donceles 66 nos han apoyado mucho, vamos a empezar una temporada que se llamará Martes de Jazz. Además, en la delegación Álvaro Obregón nos pidieron colaboración para ofrecer conciertos didácticos; vamos a llevarles Pedro y el Lobo en versión de jazz. Lo ideal sería que cada una de las 16 demarcaciones del Distrito Federal tuviera su propia big band.
Existen muchos excelentes músicos que tocan en bares, en hoteles, o de plano en la calle; en Gante y Madero, en el Centro Histórico, pelean con los mimos por el espacio. A todos ellos les queremos ofrecer esta alternativa de empleo.
En opinión de Valadez, los músicos de jazz en México “se formaron al calor de la batalla: en muchas escuelas y academias los métodos de enseñanza eran bien salvajes, no les pegaban porque ya era mucho; a los jóvenes ya les tocó escuela.
“Vengo del pedagogo más importante de jazz en el continente, y quiero fortalecer esa parte académica, porque se trata de un género que debe ser la preparación para cualquier músico popular. En el país, el jazz es difícil, pero empiezan a abrirse más espacios.
El perfil del intérprete de música clásica es para un solo mercado, por eso sucede que los jóvenes que egresan, por ejemplo, del Conservatorio Nacional de Música, no encuentran trabajo, pues no hay suficientes orquestas; lo más práctico es poder tocar en un grupo de jazz, en una fiesta, pero no saben hacerlo, se requiere capacitación técnica, que tiene que ver no sólo con teoría, entrenamiento auditivo o lectura, sino con improvisación
, concluyó el director de la Big Band Donceles 66.