A propósito de la próxima beatificación, el primero de mayo, de Juan Pablo II, el semanario Desde la Fe, órgano de difusión de la Arquidiócesis Primada de México, llamó hipócritas a los detractores de ese reconocimiento.

“Muchos se han rasgado las vestiduras con innegable actitud hipócrita ante el reconocimiento anunciado de las virtudes de Juan Pablo II.

Seguramente son perfectos quienes no reconocen ni sus propios pecados, ni menos necesitan de la misericordia de Dios, señaló en su editorial.

La jerarquía católica mexicana defendió la decisión de Benedicto XVI al apuntar que se equivocan quienes creen que la declaración de santidad significa la divinización de un hombre o una mujer perfecta, sin errores.

El texto, titulado La santidad de Juan Pablo II, señala que la beatificación de Karol Wojtyla no se ha dado por conducto de la burocracia vaticana, sino del sentir de millones de hombres y mujeres, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, que hemos reconocido la excepcional calidad espiritual de este hombre.

La declaración oficial de la santidad de Juan Pablo II apenas seis años después de su muerte le permitirá llegar a los altares de templos de todo el mundo.

Desde la Fe explicó que el sentido fundamental de la declaración de la Iglesia católica cuando reconoce a un hombre o mujer como santos, es mostrar la admiración ante quien ha sido fiel discípulo de Cristo y reconocerlo como un ejemplo para la propia vida.

Durante su mensaje en la misa dominical, el cardenal Norberto Rivera Carrera se refirió a las divisiones que ha experimentado la Iglesia a lo largo de 20 siglos.

Algunos se han separado definitivamente, otros regresan a la Iglesia, otros desde la misma separación enriquecen a la instutución porque se han ido purificando, señaló.

Sobre las reuniones entre jerarcas de la Iglesia católica y representantes de otras religiones, el arzobispo primado de México explicó que los encuentros se dan porque es mucho más lo que nos une que aquello que nos puede separar, y llamó a tender puentes entre ellas, no sólo rezar para que haya unidad.