Opinión
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México SA

Cuidado con el catarrito 2

Reservas: ¿solidez económica?

Recuento del saqueo en 1994

¡A

garraos!, mexicanos sumisos, que al inquilino de Los Pinos le dio por retomar el discurso de la gripa, con tesis del catarrito, es decir, el mismo que utilizó previo al estallido de la crisis que a la nación le significó la caída más profunda de las últimas ocho décadas y a millones de mexicanos desempleo y pobreza. Dijo ayer el susodicho que por muy duro que sea el impacto que pudiera venir sobre México, tenemos, de veras, reservas (internacionales) para aguantar cualquier impacto y evitar una crisis como la de entonces (se refería a la de 1994, no a la de 1929, y menos a la de 2009).

Allá por el no muy lejano 2008, el inquilino de Los Pinos y, en ese entonces, su secretario de Hacienda, Agustín Carstens, pregonaban –un día sí y el siguiente también– que la economía mexicana era la octava maravilla del mundo, envidia de la comunidad de naciones que ya resentía la sacudida y, por lo mismo, tomaba las precauciones del caso para atenuar el impacto, en la medida de lo posible. Aquí fue la fiesta retórica, el nos hace los mandados y lo que el viento a Juárez, no sólo por la solidez del navío de gran calado, sino por contar con reservas históricas. El resultado es por demás conocido y padecido: en 2009 México ocupó el escalón número 143, de 201 posibles, entre las naciones más afectadas por la crisis y con peor comportamiento, de acuerdo con la evaluación del Banco Mundial.

Tirios y troyanos reconocen que el comportamiento económico internacional se ralentiza, que no se vive el mejor momento y que nadie puede dar por hecho que se erradicaron las causas y efectos de la crisis. Nadie, salvo el inquilino de Los Pinos, tal como lo hizo en los meses previos a la sacudida de 2009. Cierto es que las reservas internacionales acumuladas por el país suman más de 116 mil millones de dólares, pero son dineros intocados que no repercuten en el crecimiento nacional ni en el bienestar de los mexicanos, amén de que mantenerlas atesoradas cuestan una muy buena rebanada todos los años. Dicho sea de paso, al cierre de noviembre pasado la deuda pública total (interna y externa) suma 340 mil millones de billetes verdes, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda.

En octubre de 2008, cuando finalmente Calderón y sus genios tecnócratas se vieron en la penosa necesidad de reconocer públicamente lo que ya, de tiempo atrás, México y el mundo padecían, las reservas internacionales sumaban poco más de 84 mil millones de dólares, lo que no impidió la devaluación del tipo de cambio ni la crisis. Casi una cuarta parte de ellas fue engullida en unos cuantos días por los voraces especuladores cambiarios y los grandes consorcios privados urgidos de billetes verdes a buen precio para tapar sus alocadas aventuras financieras, nada distinto a lo registrado en crisis y devaluaciones anteriores.

Cuando en 2007 se avizoraba la crisis y era manifiesto que ni lejanamente sería una gripa (Calderón dixit) o un catarrito (Carstens ídem), tales reservas sumaban 75 mil millones de dólares y el crecimiento económico fue de 1.3 por ciento, y 69 mil millones cuando Calderón se instaló en Los Pinos. En la historia reciente del país, tales reservas no han servido para evitar la devaluación ni permitido que las crisis (en realidad una, con distintas facetas) pasen de largo. Por el contrario, han sido el plato principal de especuladores (disfrazados de banqueros, inversionistas y empresarios, nacionales y extranjeros), no pocos de ellos amigos íntimos del régimen y con los contactos necesarios para recibir el pitazo a tiempo.

En efecto, en diciembre de 1994 las reservas internacionales del país se redujeron dramáticamente: de cerca de 30 mil millones de dólares en enero a poco más de 6 mil millones en el último mes. Pero el actual inquilino de Los Pinos olvidó mencionar algunos elementos que motivaron el saqueo: profunda crisis política, el asesinato de Colosio y Ruiz Massieu, el secuestro de empresarios de renombre, y el invento salinista de los Tesobonos.

¿Qué sucedió en ese 1994, y qué motivó el saqueo? Retomo algunos aspectos del informe del Banco de México correspondiente a ese año, en el que se detalla el por qué, versión oficial, de la pérdida de divisas: ciertos hechos políticos y delictivos coincidieron con las etapas en las que el tipo de cambio llegó al techo de la banda (de flotación) y, consecuentemente, se perdieron reservas (internacionales). Dos de los cuatro hechos políticos referidos son la renuncia del secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, en la tercera semana de junio, y su regreso triunfal luego de aceptar la invitación presidencial de continuar en el cargo. De acuerdo con la tesis expuesta por el BdeM, el efecto político derivado de ese hecho se prolongó, por lo menos, hasta mediados de julio, lo que provocó, entre una fecha y otra, que el nivel de las reservas internacionales de México se redujera 2 mil 902 millones de dólares.

El segundo hecho político se refiere a las denuncias y renuncia (en realidad fueron dos: al PRI y a la PGR, en ese orden) del ex subprocurador general de la República, Mario Ruiz Massieu, realizadas una semana antes de que concluyera el sexenio. Dos situaciones políticas concretas redondean la exposición del organismo: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en marzo, y la hostilidad intensificada del EZLN en la segunda semana de diciembre. Ambos acontecimientos habrían costado al país 11 mil 937 millones de dólares en reservas: 10 mil 388 millones por la muerte del candidato priísta y mil 549 millones por la actividad zapatista.

Como respuesta a graves hechos delictivos (el secuestro del banquero Alfredo Harp Helú) y, sobre todo, el asesinato del candidato priísta, el incremento del tipo de cambio se exacerbó en marzo, y durante el resto del año se mantuvo cercano al techo de la banda (de flotación), y en ciertas etapas lo alcanzaba. Sin explicar por qué, dejó a un lado el levantamiento zapatista, el secuestro del empresario Angel Losada en abril y el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. El hecho es que el saldo de las reservas comenzó a mostrar signos de preocupante deterioro a partir del secuestro de Harp Helú, y un manifiesto y sostenido desplome a raíz del asesinato de Colosio.

Las rebanadas del pastel

¿Qué entenderá Calderón por crisis?, porque con la mitad de la población en pobreza nadie puede presumir solidez económica. ¿O sí?