Llegamos cuando ya todo ha pasado. Quedan las consecuencias. La autodestrucción. La pesadilla posterior a lo que ocurrió, que no sabemos exactamente qué fue. Tampoco importa demasiado. Vamos siguiendo al personaje principal, y buena parte del tiempo le vemos sólo la nuca, como si huyera de nosotros.

¡Qué hueva de película!, lanzó Carlos Reygadas, quizá en son de provocación, apenas entró en la sala de la Cineteca Nacional, donde acababa de terminar la proyección de El árbol, en su primer día de exhibición en México, el viernes pasado.

Reygadas, ganador del premio del jurado en Cannes por Luz silenciosa, uno de los cineastas mexicanos más reconocidos en la actualidad, es productor y editor de El árbol.

El director, Carlos Serrano, es un amigo muy querido, del alma, dijo, ante el público.

La película fue hecha con muy poco dinero, siguió. Demuestra que quien quiera hacer una cinta puede lograrlo.

A lo largo de la plática puso énfasis en la importancia de que Serrano haya hecho algo personal. Con tal de que haya algo honesto, sentido, es importante.

Originalidad

Siguió: No sé si sea muy acertada, pero alguien que intenta algo honesto, para mí es válido. La originalidad, cuando es buscada, como una idea de estilo, siempre tiene algo impuesto. Pero cuando es realmente original, en el sentido de que es personal, eso me interesa. Narra lo que siente y eso siempre es bueno, aunque sea el más estúpido del planeta, si es personal, es importante, poder entrar en la personalidad de alguien más.

El árbol fue filmada, cámara en mano, en el barrio de Malasaña, en Madrid. Está protagonizada por el pintor mexicano Bosco Sodi, quien no es actor, como tampoco lo es el resto del elenco.

Es el primer largometraje del director madrileño, y se estrenó en el festival de cine de Rotterdam.

Serrano fue editor y coproductor de Japón, de Reygadas. Estudió filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, y dirección en la London Film School.

El primer espectador en intervenir durante la sesión de preguntas y respuestas, opinó: Hay una similitud entre la crisis personal del personaje con lo que pasa actualmente en este país. Dejan que las cosas se vayan para abajo. No hay un rayito de esperanza de que se pueda salir adelante. Estamos dejando que unos imbélices gobernantes nos lleven a una crisis y no hacemos nada.

Reygadas lo planteó aún más oscuro: “Ese famoso dicho: ‘el que por su gusto es buey, hasta la coyunta lame’, es nuestro sino, lamentablemente”.

Siguió: “No cabe duda de que vivimos tiempos siniestros en nuestro país. Pero creo que no sólo es en nuestro país, sino en el mundo. Los valores que se fomentan como ideales en nuestro mundo, cuando menos en Occidente, son muy lamentables y en esta película se ve a un hombre que está desesperado porque no puede lograr lo que se espera de él en la sociedad contemporánea española.

Sí, hoy nuestro mundo es lamentable. Vivimos tiempos oscuros. Pero, si estamos en la oscuridad, quiere decir que algún día vendrá la luz, ¿no? Rió. ¡Algún día!, exclamó, casi con sarcasmo. Soltó una risotada y el público rió con él, casi con nerviosismo. ¡Algún día muy lejano, quizá! Volvió a reír. Pues sí, no cabe duda que tiene razón, se dirigió al hombre que había hablado. Así es la vida. ¡Es una mierda, cabrón! ¿Qué le vamos a hacer? Continuó riendo, para asombro de algunos asistentes. ¡Todo es una puta mierda!

Terminó de reír y dijo: Hablando en serio: estamos viviendo tiempos siniestros, pero no hay de otra, hay que aguantarse un ratito. No hay mucho qué hacer al respecto, más que mentar madres.

Acto seguido, lanzó: Tampoco se tomen todo muy en serio, porque todo es una estupidez.

No lo es, se escuchó una voz femenina desde las últimas filas.

El árbol se proyecta en la Cineteca Nacional, Cine Lido y Cinemanía Loreto.