Jueves 20 de enero de 2011, p. 4
El pintor y escultor cubano Manuel Mendive (La Habana, 1944) inauguró anoche su exposición La luz y las tinieblas en el Museo José Luis Cuevas.
Mendive ve la naturaleza como un escenario para el hombre, lo cual se explica debido a que vive en Tapaste, cerca de San José de las Lajas, en Cuba, en una casita arriba de la montaña, en un bosque precioso lleno de animales
. Por tanto, traslada ese hábitat a sus cuadros.
La muestra en el recinto de la calle Moneda 13, Centro Histórico, reúne 30 pinturas y esculturas. Comienza con obras en sepia y grises, y conforme se recorre surge la luz y se vuelven más coloridas.
“Siempre predico la paz –dice Mendive–, la comprensión de todos nosotros: no hay desigualdad. Todos somos iguales, no importa el color de la piel, los credos ni las ideas. Todo es lo mismo, y todos somos uno solo”.
–Formalmente, ¿cómo se ubica?
–Dicen que hago realismo mágico, un poco surrealista. Sí, es cierto. Por allí hay frases surrealistas en mi obra. Quizá hay líneas un poco expresionistas, ¿por qué no? El expresionismo me fascina también. Amo la pintura de Giotto –no está presente en mi obra–, a Fray Angelico, me encanta Rafael, Leonardo, Jackson Pollock, Picasso. Y, amo mucho a mi gran maestro, Wifredo Lam.
Del sueño a la pintura
–¿Cómo incide el mundo onírico en su estética?
–A veces no tengo que estar acostado ni dormido, pues con los ojos abiertos sueño. De inmediato me pongo a pintar y surgen estos personajes (cabezas sin el rostro definido). Y, cuando me estoy durmiendo, me despierto y no deseo pintar.
–¿Las religiones afrocubanas influyen en su obra?
–Claro, nací en Cuba, soy cubano, soy hijo de Africa, también pariente de España. Por tanto, conozco la religión afrocubana, la profeso y creo en los dioses afrocubanos, en Jesús, en todo lo que existe en el cielo.
Respecto de la religión yoruba, acota: Son dioses que viven con los humanos, tienen virtudes y defectos como nosotros. Los ancestros, que son nuestros ancestros, también nos acompañan en la vida para la muerte y la muerte para la vida
.
Una instalación dentro de una instalación tal vez sería la característica de la última sala del museo Cuevas. Varias esculturas de energías vivificantes
forman un pequeño bosque que antecede a su cuadro El paisaje y su dueño.