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Damas sofisticadas
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Norah Jones
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Casandra Wilson
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Ruth Cameron
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La portada del disco Damas sofisticadas
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Diana Krall
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de enero de 2011, p. a16

He aquí uno de esos discos que propician el amor. Luz de velas, vinito, miradas entornadas. Con el dorso de la mano, muy suavemente, caricias en la mejilla, lengua al lóbulo, cuerpos al infinito porque la señora Cassandra Wilson (www.jornada.unam.mx/2008/08/16/index.php?section=cultura&article=a15n1dis) está entonando My Love and I, ese poema sonoro romántico que escribió Jimmy Mercer, y la escobilla recorre la superficie erizada del parche del tambor, como la mano eriza la epidermis mientras indaga en los recovecos de lo sublime, porque Diana Krall está cantando, sentada al piano y con la piel, rubia, bien chinita, los ojos húmedos Good-bye, de Gordon Jenkins: una de las cuatro cuerdas del contrabajo se contrae y salta de la misma manera que se tensa en la espalda de ella la tira de tela que tirita y que era sujetador y ahora es libertad entera, y a modo de camafeo, una orquesta de cuerdas suena bien bonita, tanto como Norah Jones pone a hervir la sangre que fluye por sus venas y que contiene información genética cárnica del maestro Ravi Shankar, su padre y ella, la joven Norah, enfunda almohadillas de almizcle y algodón rosa en su garganta cada vez que ejecuta jalones de sílabas con síncopa y también con copa (36 B, or any) y el piano se enternece y descrucifica sus teclas con arpegios volátiles de color esmeralda, como el pecho de un colibrí y entonces es momento de un interludio cuerpo a cuerpo porque el contrabajo, esa mujer oscura y en lo oscuro que hace brillar toda música, se convierte en auriga para guiar al sax, que tiene sex con ángeles porque gime como calandria en pleno vuelo.

Es el cuarteto de Charlie Haden, quien luego de hacer uno de los discos más hermosos de mucho tiempo sin tiempo, con el maestro Keith Jarrett y que titularon Jasmine (www.jornada.unam.mx/2010/07/31/index.php?section=cultura&article=a16n1dis) ahora se asocia con su esposa, la excelsa cantante Ruth Cameron, para producir una nueva maravilla: Sophisticated Ladies, una docena de gemas enlazadas de manera magistral, en pos de volver a asir el amor en estado puro, de carne y beso.

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Melody Gardot

Además de las diosas del canto ya enlistadas, reúne a Renée Fleming, diva de la ópera y aquí hechicera de amor, porque entorna como nunca su voz de soprano y casi se hace contralto y arrastra las vocales con una languidez de grulla en pleno apareamiento cuando canta A love like this, y después de eso no puede sonar otra cosa que mi querida flama, My old flame, esa bella disquisición amorosa dictada por el mismísimo Platón y puesta en vida por el maestro Charlie Haden, uno de los contrabajistas supremos de las décadas recientes, quien decidió, en consenso con su esposa, la cantante Ruth Cameron, que fuese la belleza de Melody Gardot (www.jornada.unam.mx/2009/06/13/index.php?section=cultura&article=a19n1dis) la que abriera este disco del más rotundo amor cantando la pieza que hizo célebre a Perry Como: If I’m Lucky (si fuera realmente afortunado me besarías, me abrazarías/ y entonces todo sueño será siempre realidad) y terminara todo este encanto con el canto de Diana Krall y la instrumental Wahoo y entonces todo es seda, lino, vino tinto y caricias. Y luego lo demás, que es silencio.

El amor cantado, contado con música.

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