La perspectiva de 2011
o existe motivo en el horizonte para pensar que la realidad social y económica de México va a mejorar en 2011. Los discursos de la recuperación de Felipe Calderón
son propaganda cada vez mas gastada. Tendremos que esperar que la pobreza se profundice y sigan disminuyendo los niveles de bienestar para 80 por ciento de los mexicanos. Los jóvenes continuarán creciendo sin esperanzas. Estados Unidos, como tierra prometida, estará cada vez más lejos. Muchos serán reclutados por el crimen organizado. Continuará la angustia cotidiana por la falta de trabajo y por la carestía y el espectáculo de corrupción, extorsión, despilfarro e impunidad. Los trabajadores no lograrán formar nuevos sindicatos que de verdad los representen y tampoco romperán los controles de los aparatos que fueron mecanismos del PRI utilizados ahora de modo perverso por el PAN.
¿Estallidos? posibles. No serán motines de la sociedad, sino focos armados de jóvenes exasperados. Su causa puede ser justa, pero no tendrán el respaldo popular y podrán ser aislados y/o destruidos por el Ejército y la policía. Si se multiplican y subsisten podrán generar nuevos fenómenos políticos.
La situación de los partidos es difícil. El PRI, como lo ha demostrado en el último proceso para elegir a su presidente, no ha olvidado nada ni ha aprendido nada. No ofrece esperanza de un cambio. A Calderón y al PAN les será imposible cambiar la política económica para conseguir apoyo popular. Mantendrán congelados los salarios y garantizados los privilegios fiscales de los grupos de interés, que son su verdadero soporte. Ellos son los verdaderos actores en la lucha por la presidencia en 2012. Ahora vacilan con apoyar al PRI o votar de nuevo por el PAN. No podemos descontar a Calderón. Tiene muchos recursos: atacará al PRI en sus corruptelas y en los vínculos con el narcotráfico e intentará dividir a la izquierda.
En 2011 se despejará la gran incógnita: ¿las agrupaciones progresistas continuarán batallando entre sí con más furia que contra sus adversarios? Yo creo que la unidad se impondrá. No por ética ni por ideología, sino porque así lo demandan los hechos. Abona a este optimismo el éxito de la brillante jugada con la que se redefinió por la izquierda el espacio político del estado de México.