Kikín Fonseca y Aarón Padilla, los refuerzos del morbo
l equipo de Tigres ha sido sepulcro de varios futbolistas que llegaron con buen cartel, pero que en tierras norteñas les tocó vivir el ocaso de su fulgurante estrella, pero ninguno tan venido a menos como el delantero Francisco Fonseca, Kikín, quien hacía recordar la mejor época del Brody Campos en cuestiones de publicidad, aunque perdió la magia y ahora el Atlante llegó a su rescate.
El cuadro de la Universidad Autónoma de Nuevo León lo repatrió por casi 5 millones de dólares desde Portugal en 2007, le llenó los bolsillos de dinero y falló al firmarlo por cinco años; sin embargo, el Kikín, quien apenas anotó un gol con el Benfica, aceleró su descenso hasta convertirse en uno de los malos de Sinergia Deportiva, que tras cuatro años decidió transferirlo cuando se presentó con un notario público a la pretemporada.
El carisma y la simpatía que alguna vez lo hicieron ser figura de Pumas y Cruz Azul se esfumaron sin dejar rastro y hoy, a sus 31 años, el único que se atrevió a lanzarle un anzuelo en el draft de la liga de ascenso fue el directivo de largo colmillo José Antonio García, quien ha puntualizado que Potros no tiene nada que perder y mucho que ganar
si Fonseca recupera el nivel que alguna vez lo llevó al Tri.
Otro jugador que fue rescatado es Aarón Padilla, el delantero hijo del presidente de la comisión de arbitraje del mismo nombre, quien desde el retiro llegó a las filas del Puebla. ¿Será que Ricardo Henaine quiere tener un factor más de tranquilidad para mantener a su equipo en el máximo circuito? Es decir, cero conflictos o patadas al vestidor de los hombres de negro.
En suma, el pasado draft arrojó sólo casos de poca monta, porque lo demás fue tan gris y frío como el clima actual. El balompié mexicano sigue esperando la noticia bomba que deja las miradas puestas en Cruz Azul, cuya directiva hace el último esfuerzo por cerrar la telenovela y traer al paraguayo Paulo da Silva, soñando con que reditúe tanto como lo hizo con los Diablos Rojos del Toluca.
Enrique Ojitos Meza, estratega cementero, conoce de sobra a Da Silva, pieza clave para los tres títulos logrados con el cuadro mexiquense; ahora los celestes se aferran a él como parte importante para apaciguar al inconforme vicepresidente Alfredo Álvarez, directivo que lleva un par de torneos criticando al técnico, y no deja de mencionar que el punto débil ha sido la defensa.
Al América no le fue de lo mejor tras hacer volver al charrúa Vicente Sánchez –está claro que el cuadro choricero de hace algunos torneos fue el ideal de varios clubes–, y ante la inconsistencia de Matías Vuoso se allegó al atacante uruguayo Nicolás Olivera. Algo le ve Manuel Lapuente a su plantel que en semanas recientes ha pregonado a los cuatro vientos que tiene cuadro para ser campeón.
Lo cierto es que los considerados equipos grandes han estructurado su columna vertebral con base en jugadores foráneos: basta revisar la nómina de Monterrey, Santos, América y Cruz Azul. En tanto, Chivas no apuesta a nada, con un Jorge Vergara tildado de mentiroso por la directiva de Morelia, que evidenció la inexistencia de una oferta seria por Elías Hernández.
Quizá quienes mejor han entendido la singular liga mexicana son los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México. El torneo resulta de manga ancha donde la mediocridad es moneda de cambio, no hace falta invertir millonadas. La fórmula es nadar de a muertito durante 17 fechas, simplemente cuidando no hundirse, y con algunos puntitos en la mano (50 por ciento de efectividad parece suficiente) se puede alcanzar la liguilla.
En cuartos de final debe sacarse la garra, son juegos de vida o muerte que no admiten errores, y quizá con un golpe de inspiración y suerte se logre el título. Y si no, ni quién reclame a un equipo tan noble que da prioridad a sus fuerzas básicas.
Viene un torneo con descenso. Necaxa y Querétaro están en la zona de quema, ambos se han aprovisionado de numerosos refuerzos y están listos para aprovechar cualquier descuido del Atlante y del Atlas para involucrarlos en el infierno.