Las noticias sobre inseguridad calan, pero no se puede dejar de venir, aseguran
Algunos esperan poder quedarse ante la situación legal que viven donde residen
Lunes 27 de diciembre de 2010, p. 27
La esperanza de disfrutar la Navidad y el Año Nuevo con la familia, olvidar los problemas que enfrentan en los países donde ahora residen desde hace años, de manera legal o ilegal, y conocer a los nuevos miembros de la familia o acompañarlos a su última morada, trajo a cientos de migrantes a la ciudad de México.
Las noticias sobre la violencia e inseguridad que hay en el país no impidieron que viajaran durante varios días en autobús, carro o avión para llegar al Distrito Federal y de aquí trasladarse a algún municipio conurbado o alguna delegación, en compañía de sus familiares y/o amigos.
“Hay miedo, entre los compas. Las noticias de inseguridad te calan, pero no puedes dejar de venir. Aquí está tú gente, tus hijos, tus papás. Así que te fajas los pantalones y te jalas pa’ca”, dice Noé Torres, quien junto con sus primos Guadalupe y Tito, regresaron después de dos años de estar en Chicago, como indocumentados, donde trabajan de lavaplatos.
Los dólares que lograron juntar en ese tiempo los enviaron a sus familias para pagar la casa, la escuela, la ropa y la comida. Todavía quedaron algunos, pero los vamos a ahorrar, porque estamos pensando no regresar si encontramos algo aquí. Allá la situación está canija. Pero ahorita lo importante es festejar con la familia y gozarla a lo que más da
, señaló.
Para José Pérez regresar a su ciudad es lo máximo
. Desde hace 10 años vive en Los Ángeles, donde trabaja en la industria de la construcción, pero cada año regresa para estar al lado de mis viejos, mis hermanos y sobrinos, y juntos pasear por Chapultepec, la Alameda y las calles del Centro Histórico, como lo hacíamos cuando éramos chicos
.
Su vestimenta vaquera, sus botas y sombrero llaman la atención de los asistentes al último ciclotón del año, en Paseo de la Reforma, quienes voltean a verlo, mientras él, con la mano derecha, saluda a diestra y siniestra. “Es padrísimo estar aquí. La gente aquí te sonríe o saluda y uno les responde. Allá lo haces y te ven refeo. Ojala hubiera chance y pudiera quedarme, pero eso es un sueño. Así que el 6 de enero dejaré a mi gente para volver a los yunaites”.
Para Margarita Gómez estas fiestas fueron la oportunidad de regresar a su país, aunque fue para despedir a su mamá, quien falleció hace unos días. La posibilidad de perfeccionar el idioma inglés y realizar una maestría la llevó a Nueva York, donde logró su primer objetivo, pero la falta de dinero le impidió continuar sus estudios, y la obligó a trabajar. Han pasado ocho años y la tristeza la embarga porque no pudo disfrutar sus triunfos con sus padres, ni llorado en sus brazos sus fracasos, que son más.
El sueño americano no existe, las posibilidades de triunfar son mínimas y sin embargo allá vamos, convirtiéndonos en un número más de migrantes. Pero lo poco o mucho que has logrado te amarra a ese país y, en mi caso, mi marido, aunque confío volver a mi ciudad, donde hay inseguridad, pero menor respecto de otras ciudades o países
, consideró.
Rogelio Hernández se fue hace 20 años a Australia. Un anuncio para trabajar en las haciendas de caña de azúcar, de cítricos o ganaderas cambió su vida y lo convirtió en migrante. Cada año regresa junto con su familia a visitar a su mamá, a sus tíos, hermanos y sobrinos para compartir la cena de Navidad, que este año consistió en pollo rostizado, sopa de codito con jamón y pastel de queso.
La pérdida de trabajo o jubilación de algunos de sus hermanos, los gastos en medicinas, el aumento de los precios de los productos de temporada y un nuevo integrante de la familia, para hacer un total de 26, impidieron festejar con bacalao, romeritos o pierna, pero lo importante es estar juntos, recordar los buenos momentos y desear que haya más, y podamos estar muchos, muchos años más, todos juntos
, afirmó.