Domingo 26 de diciembre de 2010, p. 5
Dubai, 25 de diciembre. El más prestigioso premio literario en el mundo árabe presentó a sus nominados este mes, y enfadó a críticos que lo describen como selección política para atraer al público occidental.
Dos marroquíes, dos egipcios, un saudita y un sudanés completaron la lista de autores que compiten por los 50 mil dólares del Premio Internacional para la Ficción Árabe, con la garantía de su lucrativa traducción al inglés y otros idiomas. El ganador será anunciado en marzo.
El galardón, ahora en su cuarto año, es uno de los tantos de la región, pero su asociación con la Booker Prize Foundation le ha dado ventaja sobre otros que están claramente asociados con gobiernos árabes.
Este es el caso del premio Al-Owais de los Emiratos Árabes Unidos y los premios de la Fundación de Pensamiento Árabe de Arabia Saudita.
En 2004 se le retiró el premio Al-Owais al poeta iraquí Saadi Youssef después de que criticó al jeque Zayed bin al-Nahayan, fundador de los Emiratos Árabes Unidos, federación de monarquías dinásticas aliada a Occidente en el Golfo Pérsico.
El Arabic Booker tiene una estructura elaborada de jueces y una junta de miembros para garantizar equidad, incluyendo a árabes de diferentes nacionalidades radicados en la región o en el extranjero, además de expertos literarios no árabes y figuras del mundo editorial. Sin embargo, sigue estando financiado por la Fundación Emiratos de Abu Dabi.
Este premio es otro indicador más de la corrupción de la vida cultural árabe y de cuánto insiste el dinero petrolero árabe en dominar todos los aspectos de la vida
, dijo As’ad AbuKhalil, profesor de política libanés de la Universidad de California, en Estados Unidos.
Este premio ha sido criticado por muchos escritores árabes y aún sigue entregando prestigio gracias al dinero del petróleo árabe de los Emiratos Árabes Unidos y de sus familias gobernantes
, dijo el profesor.
Los gobernantes del Golfo han redoblado los esfuerzos en años recientes para auspiciar las artes y transformar una región con una producción limitada en cuanto a cine, teatro, escritura y otras formas de expresión.
Algunos esfuerzos son accesibles a escala global –Abu Dabi abrirá sucursales del Louvre, de París, y el Guggenheim, de Nueva York–, y algunos enfocados en la región: esta semana Qatar abre un recinto de arte contemporáneo, que será añadido a su Museo Islámico.