ace dos décadas, el primer Informe sobre Desarrollo Humano 1990 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sintetizaba de inicio su razón de ser con una frase certera:La verdadera riqueza de una nación está en su gente; y fijaba su objetivo central: Enfatizar que el desarrollo se trata fundamentalmente de las personas, definiciones que impugnaron desde entonces las mediciones puramente económicas de los avances nacionales y que sentaron las bases conceptuales de los Objetivos del Milenio impulsados por la ONU.

Hoy, en su vigésimo aniversario, el Informe sobre el Desarrollo Humano 2010 reitera la vigencia de su origen con el subtítulo La verdadera riqueza de las naciones: caminos al desarrollo humano, y realiza un recuento histórico de los avances y retrocesos en el mundo.

En los pasados 40 años, indica, los 135 países estudiados (92% de la población mundial) lograron elevar la esperanza de vida de 59 años en 1970 a 70 años en 2010; la matriculación escolar pasó de 55 a 70% del total de niñas y niños en edad de cursar primaria y secundaria, y el PIB per cápita se duplicó hasta superar los 10 mil dls/año.

Desglosados, sin embargo, los resultados muestran graves disparidades: del total de países, el 25% con peor desempeño registró mejorías inferiores al 20% en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), mientras que el 25% con mejores resultados tuvo avances promedio de 54%.

Por regiones, las que más han avanzado proporcionalmente en el IDH son Asia Oriental y los países árabes (Gráfico 1). A la inversa, las más rezagadas son África Subsahariana y la ex URSS.

Por países, los 10 que registraron el mayor avance son en orden descendente: Omán, China, Nepal, Indonesia, Arabia Saudita, Laos, Túnez, Corea del Sur, Argelia y Marruecos. Por el contrario, incluso la esperanza de vida disminuyó en Bielorusia, Ucrania y la Federación Rusa, y en seis países africanos: Congo (República Democrática), Lesotho, Swazilandia, Sudáfrica, Zambia y Zimbabwe.

En un comparativo, el Índice de Desarrollo Humano (0.00 a 1.00) del Mundo se ubica en 0.62, el de América Latina en 0.70, el de México (no obstante la patente pobreza y desigualdad) en 0.75, el de los países avanzados de la OCDE en 0.89, y el del país líder en el IDH, Noruega, en 0.94 (Gráfico 2).

De las variables que integran el IDH (Gráfico 3), el informe destaca dos grandes tendencias: a) la de Esperanza de vida es hacia la convergencia, pues en los países pobres ésta se acerca cada día más a la de los países desarrollados, y b) la de Ingreso que es, a la inversa, de divergencia, pues la mayoría de los países ricos se enriquecen cada vez más mientras que el crecimiento sostenido no llega a muchas naciones pobres.

En el caso de México, de los componentes del IDH 2010 la esperanza de vida se ubica en 76.7 años; los años promedio de instrucción escolar de la población son 8.7; los años esperados actualmente de instrucción son 13.4, y el ingreso per cápita se ubica (2008) en 13 mil 971 dólares PPA anuales (Gráfico 1).

Adicionalmente, para el país, el PNUD preparó un Informe sobre el Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas, comunidades que han logrado preservar su identidad y su lengua a pesar de ser el grupo poblacional (9.5% del total) con mayor rezago y marginación, hecho manifiesto en el acceso diferenciado que han tenido a los bienes públicos, y también en la explotación, discriminación y exclusión de que son objeto.

Los pueblos originarios no forman desde luego un grupo homogéneo. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas distingue 11 familias lingüísticas, con 68 agrupaciones y 364 variantes, mismas que se corresponden con una gran variedad cultural: de costumbres, tradiciones, cosmogonía y autodeterminación.

Su desarrollo humano requiere, por tanto, no sólo de salud, educación, un nivel de vida digno y libertad política, sino que además tales identidades culturales sean reconocidas y libres para expresarse sin ser discriminadas.

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