Salarios de hambre
Aumento
miserable
¿Quién lava 60 mmd?
or enésima ocasión, el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos abiertamente violó la Constitución. Por unanimidad
, los integrantes de esta instancia tripartita (patrones, representantes obreros
y gobierno) se pasaron por el arco del triunfo lo establecido en la fracción sexta del 123 constitucional, que a la letra obliga a que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos
, algo que ni de lejos puede lograrse con un aumento
como el por ellos autorizado para 2011, es decir, 2.30 pesos por día laborado, cantidad incluso menor en 32 centavos respecto del incremento
aprobado para 2010.
No es la primera vez, ni será la última, que dicho consejo unánimemente viola la Constitución sin consecuencia alguna, como ya es costumbre. Para dar idea de qué se trata, en la década de gobiernos panistas (la cual, según Calderón, ha sido nada menos que orgásmica para quienes habitan este heroico país) el aumento
promedio anual al salario mínimo ha sido de 1.79 pesos. La inflación general acumulada en esos 10 años fue de 54.35 por ciento, mientras el incremento
al mini ingreso a duras penas alcanzó 47 por ciento, diferencia de 7.35 puntos porcentuales (casi 16 por ciento) en demérito del segundo concepto referido.
De cómo ha evolucionado
el salario mínimo a lo largo de los últimos 30 años (el gobierno neoliberal, con cinco caretas) da cuenta la espeluznante gráfica que acompaña esta entrega de México SA, pero concretamente en el periodo de aquel personaje que en campaña prometió fortalecer el poder adquisitivo de los mexicanos
(adivinen quién), el ya microscópico ingreso creció
6.91 pesos de 2007 a 2010. La inflación acumulada en ese periodo (hasta noviembre del presente año) fue de 18.93 por ciento, contra un aumento
de 14.08 por ciento al citado salario. Si se incluye la perspectiva inflacionaria para 2011 y la reciente decisión del Consejo de Representantes para el mismo año, entonces las cifras respectivas serían 24-25 por ciento y 18.7 por ciento, respectivamente, con lo que el boquete en el poder adquisitivo se hace cada año más grande.
Lo anterior nada tiene que ver con el idílico discurso del inquilino de Los Pinos: “Los gobiernos democráticos (los panistas, desde luego) no sólo hemos frenado la pérdida del poder adquisitivo del salario, sino que, incluso, el poder adquisitivo del salario mínimo en México ha crecido más que la inflación, ha podido recuperarse en términos reales y en términos nominales por vez primera en 40 años en el país. Y eso ha sido gracias a que hemos sido responsables. Gracias a que cuidamos a México…”. Así es, nada que ver con lo que ha documentado el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM: “Hoy las familias trabajadoras en México adquieren menos alimentos que al inicio del actual gobierno, lo que ha implicado el incremento de la pobreza en el país. La caída del poder adquisitivo durante el gobierno de Felipe Calderón sigue siendo mayor que la sufrida en todo el sexenio de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari…”.
Dos semanas atrás, en insólito pronunciamiento, el Consejo Coordinador Empresarial exigió fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores, que históricamente ha tenido enormes pérdidas
, y subrayaba la urgencia de otorgar remuneraciones reales positivas (ya descontada la inflación), toda vez que ese es el camino más eficaz para estimular el crecimiento del mercado interno y fortalecer la actividad económica del país. Entonces se destacó que lo deseable era que el llamado del CCE no quedara en discurso y que sus agremiados actuaran en consecuencia, es decir, que no procedieran como lamentablemente lo hicieron, una vez más, en el seno del Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.
Pues bien, con el aumento
aprobado para 2011 a los trabajadores formales e informales no les alcanzará siquiera para comprar, por ejemplo, un boleto del Metro (cuyo costo es de tres pesos) o para dos bolillos (el precio unitario de este producto de la canasta básica es de un peso con 50 centavos); tampoco para un viaje en autobús del transporte público de la ciudad de México (cinco pesos) y mucho menos para un litro de leche, producto que está por encima de 10 pesos. El avance a este indicador está lejos de ser suficiente para comprar productos de la canasta básica, como huevo, que vale 20 pesos el kilo (La Jornada, Fabiola Martínez). Eso sí, podrán adquirir 270 gramos de tortilla siempre y cuando el precio de ese alimento no se incremente.
Y, como siempre también, los sobados argumentos de los tres tristes representantes sectoriales para justificar su decisión: Es necesario preservar la planta productiva y las fuentes de empleo en el país, así como evitar presiones inflacionarias
(gobierno); aceptamos, porque primero está la patria
(los capos del sector obrero oficial); ya casi nadie gana el salario mínimo; se usa para fijar el monto de las multas
(patrones). Lo han dicho hasta el agotamiento, año tras año, y no hay empleo, la inflación va al alza, los embutes son primero para la mafia de la CTM, y casi 6 millones de mexicanos ganan hasta un salario mínimo (la cifra crece a 9.7 millones si se incorpora a los mexicanos oficialmente empleados, pero que no reciben ingreso, de acuerdo con la estadística del Inegi).
En fin, como se ha comentado en este espacio, la triste cuan peligrosa situación es que país sin crecimiento económico no genera empleo; población sin empleo no obtiene ingreso; población sin ingreso carece de bienestar social, y sin éste el país va directo al estallido. El 82.4 por ciento de los ocupados formales e informales en el país obtiene un ingreso de cero a cinco salarios mínimos, de tal forma que con la decisión consensuada
de patrones, líderes obreros
y gobierno, alrededor de 36.7 millones de mexicanos obtuvieron un incremento
en su ingreso de cero a 11.5 pesos diarios, en el mejor de los casos. ¿Así se reactiva
la economía y se fortalece el poder adquisitivo? No. Así se promueve el estallido social.
Las rebanadas del pastel
Dice Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, que el mercado mexicano de las drogas tiene un valor de 60 mil millones de dólares anuales
. Pues bien, 60 mil millones de billetes verdes no pueden esconderse bajo el colchón ni caben en el cochinito. ¿Quién los lava? ¿Quién protege a los lavadores? ¿Por qué no le han seguido la pista en lugar de echar pura bala?
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