El Cascanueces por siempre
hkelshkunchik o El Cascanueces es una obra imperecedera. Su tierna historia intemporal y entretenida convierte este viejo ballet en una obra de actualidad, sobre todo para el público infantil. En dos actos, El Cascanueces siempre conquista los corazones de su eterno público, pues es una obra inmejorable para reunir a la familia, llevar a los chicos, sobre todo, al Palacio de Bellas Artes y hacerlos apreciar el famoso telón de cristal de Tiffany, recordarles que es el más importante teatro de la cultura del país y que es una maravilla contar con un lugar como ése para ver bailar a gente hermosa y trabajadora. La obra mencionada, como El lago de los cisnes, La bella durmiente, Giselle, Las sílfides, Paquita, La fille mal gardè y algunas otras con huella imborrable, constituyen la sólida base de los ballets más taquilleros del mundo y permanentes en el inconsciente colectivo de muchos países inclinados a la fantasía y el romanticismo, que aprecian la danza y, sobre todo, el triunfo del bien sobre el mal, así como el dominio de la belleza sobre el horrendo rostro de la perversidad, como vieja quimera de la humanidad hasta el fin de los siglos.
No pocos bailarines y artistas han recibido un profundo impacto en la infancia y para toda la vida al ver estos montajes escénicos con todo su esplendor. Es una verdadera fantasía, y para muchos, sin duda, fueron el detonante, la sensibilización, hacia la presencia del arte en nuestra cotidianidad y, según las malas lenguas,el inicio de la pasión por la danza, un mal, un vicio que dura toda la vida
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Desde la época de su estreno, en la esplendorosa corte imperial de los zares del siglo XIX, en aquella fabulosa ciudad de San Petersburgo, en el teatro Marinsky, teatro Imperial, en 1892, El Cascanueces ha sido un éxito constante, siempre en cartelera desde aquellos tiempos, así como una meta imprescindible, y a conquistar por todos aquellos que desean ser famosos, grandes artistas y hasta recordados en la historia de la danza por sus memorables interpretaciones.
El libreto del ballet estuvo a cargo del célebre artista Marius Petipa, quien junto con Chaikovsky, el gran compositor, prácticamente fueron encarnando en la danza y la música, escena por escena, uno de los cuentos inmortales del gran escritor ETA Hoffman.
Sin embargo, la coreografía la puso Petipa, como director y coreógrafo de los Ballets Imperiales, en manos de su talentosísimo asistente, Lev Ivanov, quien logró exquisitas danzas y secuencias que han permanecido inviolables por su perfecta estructura técnica, escénica y dramática, como el célebre pas de deux del hada de azúcar y su caballero, verdadera joya de esta serie de tesoros maravillosos que lograron subsistir a través del tiempo. Estrenaron la obra, aquel diciembre memorable de 1892, Antonietta Dell Era como el hada de azúcar y Paul Gerdt como su caballero, en uno de los pas de deux más bellos y perfectos del repertorio clásico y la gramática corporal del ballet. Desde entonces se ha mantenido la costumbre de representar este bello ballet durante los festejos de la Navidad, pues uno de sus atractivos principales gira en torno de la Noche Buena. El desarrollo dramático de la obra es insuperable, pues logra cautivar la atención y emoción de chicos y grandes a la par que absorben la belleza de la danza y las divertidas aventuras de la niña Clara, el cascanueces, el rey de los ratones y los príncipes y princesas de diversos rincones del mundo, con sus danzas regionales en el mágico país de los dulces y de los sueños, mecidos por la armonía extraordinaria de la música de Chaikovsky, convertido entonces en experto compositor de música para ballet. Así pues, la Compañía Nacional de Danza de Bellas Artes, también poseedora de esta obra en su repertorio, como otras tantas compañías, presenta El Cascanueces desde este 17 de diciembre en el Palacio de Bellas Artes.