Una afectada
, en principio, no acudió a la policía, sino que organizó una fiesta
Otra mujer dice que el editor tuvo intimidad con ella cuando estaba dormida
Miércoles 8 de diciembre de 2010, p. 5
Cuando Julian Assange puso pie en el aeropuerto de Estocolmo, la mañana del 11 de agosto pasado, su propósito era emprender una operación esencial para proteger de futuros ataques la plataforma Wikileaks, de la que es fundador.
Animado por la divulgación de miles de cables del ejército estadunidense enviados desde Afganistán, Assange, de 39 años, intentaba establecerse en Suecia para aprovechar una de las legislaciones de protección de fuentes más estrictas del planeta. Sin embargo, esa visita a Suecia se ha vuelto la mayor amenaza tanto a su libertad como al futuro de Wikileaks.
En el curso de los nueve días siguientes a su llegada a Estocolmo, dos mujeres acudieron a la policía afirmando que el activista nacido en Australia había tenido con ellas sexo sin consentimiento. Sus testimonios han conducido a una causa criminal bajo los cargos de violación, acoso sexual y coerción ilegal, acusación que primero fue desechada por falta de evidencia y luego sostenida con vigor, conforme Wikileaks se preparaba para publicar miles de cables del Departamento de Estado estadunidense.
Como país con fama de ser precursor de la igualdad de género, Suecia tiene algunas de las leyes contra la violación más severas del mundo. En 1964 declaró ilegal la violación en el matrimonio –27 años antes que Gran Bretaña– y ha adoptado una definición particularmente amplia de lo que constituye sexo sin consentimiento.
Su primera acusadora, cuyo nombre no se puede mencionar en Suecia por razones legales, es una académica feminista cercana a los 40 años de edad, quien era empleada del Partido Social Demócrata sueco. Era un contacto regular de Assange antes de ese viaje a Suecia; lo ayudaba a organizar sus conferencias y lo dejaba usar su departamento cuando estaba en Estocolmo.
Se conocieron en persona la tarde del 14 de agosto, cuando ella regresó al departamento luego de pasar unos días fuera de la capital. Según su testimonio, que fue filtrado a medios suecos, ella y Assange salieron a cenar y regresaron al departamento, donde tuvieron sexo. En algún momento el condón se rompió, hecho que ninguno de los dos niega, aunque la mujer sostiene que Assange lo hizo a propósito.
La primera acusadora de Assange no hizo ningún intento inmediato de contactar a las autoridades. Sólo cuando la segunda acusadora se puso en contacto con ella, cuatro días después, ambas decidieron acudir a la policía.
Más bien, la primera acusadora organizó una fiesta del cangrejo
–reunión veraniega tradicional sueca– para la noche siguiente en honor del fundador de Wikileaks, en su departamento. En una entrada de su cuenta de Twitter, que intentó borrar más tarde, ella describió su alegría de ser anfitriona de una fiesta en honor del ciberactivista más famoso del mundo. “Estar sentada congelándome con la persona más fascinante del mundo –escribió– es asombroso.”
Lo que esta mujer no percibió fue que Assange ya había comenzado a flirtear con otra sueca, a quien había conocido horas antes, en una charla que dio a un sindicato.
La segunda acusadora de Assange es un poco mayor de 30 años y vive en la ciudad de Enköping. Conoció a Assange y a la primera mujer durante una comida, luego de la plática. Coquetearon, fueron juntos al cine y tuvieron intimidad
, pero Assange se separó de ella esa noche para ir a la fiesta del cangrejo.
El lunes siguiente volvieron a reunirse y viajaron a la casa de la mujer en Enköping, donde, según el testimonio ante la policía, tuvieron sexo de común acuerdo usando condón. A la mañana siguiente, según la mujer, Assange tuvo sexo con ella cuando estaba dormida, y no se puso condón.
En algún momento de los tres días siguientes las dos amantes de Assange se encontraron y descubrieron que habían tenido sexo con el mismo hombre. También afirmaron haber compartido experiencias respecto de que él se mostró renuente a usar protección.
El 20 de agosto las dos fueron a una estación de policía en Estocolmo para pedir consejo de cómo presentar una queja contra Assange e investigar la posibilidad de obligarlo a someterse a una prueba de VIH. Luego de escuchar sus testimonios, un fiscal decidió que se podía perseguir judicialmente a Assange bajo la sospecha de acoso sexual en el caso de la primera mujer, y de violación en el de la segunda.
En el curso de 24 horas el fiscal general de Suecia desechó el cargo de violación, pero en el mes siguiente una fiscal, Marianne Ny, reabrió el caso, el cual condujo a la orden europea de aprehensión que llevó a Assange a comparecer este martes ante el tribunal.
La fiscal sostiene que ha surgido nueva evidencia e insiste en que el caso nada tiene que ver con Wikileaks.
Tres de los cuatro cargos detallados este martes en la corte se refieren a relaciones sexuales con la primera mujer, y son específicos del derecho sueco. Entre ellos está uno de coerción ilegal
y dos de acoso deliberado
. La acusación más seria, por violación, es la de la segunda mujer, sobre la base de que tuvo trato sexual con ella explotando impropiamente el hecho de que estaba dormida
.
Assange niega que ese coito haya sido sin consentimiento.
En última instancia, el valor probatorio de la evidencia tendrá que aquilatarse en un tribunal sueco, pero la cadena de acciones que lleven a Assange a él podría tardar meses.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya