Guadalajara, Jal., 3 de diciembre. La presentación del libro Los cien años de la UNAM sirvió de pretexto para que tres investigadores –uno de ellos periodista de La Jornada–, analizaran la importancia capital de esaa institución educativa en el desarrollo del país en el siglo reciente.

El arqueo de estos cien años fue desde la exaltación hasta la crítica, desde el recuento fundacional hasta el de los compromisos que deben asumirse en el momento actual.

Hugo Casanova Cardiel, doctor en filosofía y ciencias de la educación por la Universidad de Barcelona e investigador de la UNAM; Raúl Páramo Ortega, sicoanalista con más de 100 publicaciones, 30 de ellas en alemán, quien estudió medicina en la UdeG y se especializó en el Círculo Vienés de Psicología, discípulo del sicoanalista austriaco Igor A. Caruso, además del periodista de La Jornada e investigador Arturo García Hernández, fueron los encargados de hacer el balance a partir del libro presentado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

El ejemplar fue coordinado por Elena Gallegos, titular de la Coordinación de Información General de La Jornada, diseñado por Francisco García Noriega y con la participación para los textos de los reporteros Rosa Elvira Vargas, Arturo Jiménez, Emir Olivares y el propio Arturo García Hernández.

Arturo García dijo que el libro nació de la convicción de que no existe en el México contemporáneo una sola institución que se proyecte con una presencia tan intensa sobre todos los ámbitos de la vida nacional como la UNAM.

Además de moderar, García hizo un recuento histórico desde la fundación, el jueves 22 de septiembre de 1910 cuando se abrieron las puertas del anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, con sede en el antiguo Colegio de San Ildefonso, en el Centro Histórico de la ciudad de México.

“La historia de la institución es vasta y compleja, en proporción directa a su importancia. Los cien años de la UNAM no pretende abarcarla de manera exhaustiva, pero sí propone –desde el discurso periodístico– una visión panorámica y resalta personajes, momentos y coyunturas definitorias de su actual perfil”, agregó.

Por la educación y la cultura

Casanova Cardiel valoró los alcances de la UNAM e identificó las dificultades y conflictos enfrentados a lo largo de su historia.

Las aportaciones de la institución se extienden a todos los campos del saber y a las más variadas manifestaciones del arte y la cultura. Además, a lo largo de su historia la UNAM ha participado de manera inequívoca en la siempre inacabada construcción de la democracia en México, señaló.

Dijo que lo anterior es una función que sin necesidad de estar definida en su normatividad o en documento oficial alguno, ha sido cumplida por la universidad a lo largo de su historia.

“La publicación del libro Los cien años de la UNAM, realizado por el equipo editorial de La Jornada, se suma a ese esfuerzo que ratifica la importancia capital de la institución universitaria más influyente del país y refrenda la vocación de dicho medio informativo en favor de la educación y la cultura”, agregó.

Recordó que el libro tiene un alto énfasis visual que lo mismo acerca a los rostros de personajes ilustres como Vasconcelos, Sánchez Vázquez o Barros Sierra, de científicos, humanistas y estudiantes y hasta de “porros y fuerzas represoras que oscurecieron en no pocos momentos la vida institucional.

“Los tres grandes apartados del libro, El centenario de la UNAM, Investigación y Docencia y Difusión Cultural están fundados en la cuidadosa revisión de casi 40 textos especializados en la historia de la UNAM, en las entrevistas a numerosos universitarios, en la consulta directa al Archivo Histórico de la UNAM, en la consulta a diversos portales electrónicos de la UNAM, así como en la consulta a las propias fuentes de La Jornada.”

Habló de los problemas financieros de las universidades públicas del país, citando el caso de la Universidad de Guadalajara y su conflicto con el gobierno panista de Jalisco, que no acierta a reconocer la importancia social de la educación, haciendo necesario redoblar esfuerzos en defensa de las instituciones de educación superior, tarea a la que contribuye el libro editado por La Jornada.

Por último, Raúl Páramo dijo que su participación buscaba ser una visión desde fuera de la UNAM, y realizó un análisis crítico de la casa de estudios en el que señaló que como universidad pública tiene que librar la batalla contra la cultura capitalista que amenaza convertir el conocimiento en factor de producción, el lenguaje en instrumento utilitario, el profesor en gerente o empleado y el alumno en consumidor y productor.

Previno sobre lo que se conoce como el síndrome de Feuerbach, un mal que aqueja al pensamiento crítico insertado en cualquier institución poderosa, de cualquier color político, y consiste en la autocensura respecto de cualquier tema que pueda rozar al sistema en el que se vive y/o del que se vive.

La institución universidad, en sí misma, tiene como lastre, paradójicamente, el instinto de conservación de los beneficios de los sujetos pensantes que en ella laboran en la construcción des saber. Recibe el nombre del filósofo Feuerbach porque él, al no censurarse en sus críticas a la religión, por ejemplo, le trajo desagradables y serias consecuencias como la postergación sustancial de sus publicaciones, puertas cerradas ante la cátedra universitaria, entre otras.

Recordó que enormes avances realizados en el campo del saber en ocasiones sólo fueron posibles porque sus operadores no tenían nada que perder desde el punto de vista académico o profesional.

Estoy hablando de Darwin, Freud, Marx, Nietzsche, Lessing, o de luchadores del pensamiento libre como Giordano Bruno, quien incluso, como es de todos sabido, terminó en la hoguera, asentó.

Páramo Ortega consideró que la UNAM carga a cuestas un prestigio que tal vez sea excesivo, por lo que sus integrantes deben ser cuidadosos que ese prestigio no sea instrumentalizado con cuentas alegres para mejorar la imagen del gobierno federal en turno.

Entre las tareas pendientes o en proceso de solución de la UNAM, dijo que el analfabetismo debería ser uno de sus propósitos y de todas las universidades públicas, ante los fracasos de la Secretaría de Educación Pública.