Presenta en la feria editorial de Guadalajara su libro Sobras encogidas y seleptas
Ahora ejercemos mejor la profesión, porque sabemos que los periódicos no nos censuran, dice
Niños, jóvenes y adultos buscan su autógrafo, tomarse la foto con él o al menos verlo de lejos
Sábado 4 de diciembre de 2010, p. 5
Guadalajara, Jal., 3 de diciembre. Este es uno de los momentos de gloria de nuestra caricatura, afirma Eduardo del Río, Rius, cuya presencia en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara convoca a multitudes de niños, jóvenes y adultos quienes, con alguno de sus libros bajo el brazo, buscan un autógrafo, una foto o al menos verlo de lejos.
Este momento de gloria es porque han surgido, y están establecidos desde hace varios años, muy buenos caricaturistas, expresa Rius en charla con La Jornada, con motivo de la publicación de tres nuevos libros: Casa de citas (Planeta), El maestro Narro (Panorama) y Sobras encogidas y seleptas (Grijalbo).
Antes se consideraba al caricaturista como un bohemio que no se interesaba más que por pasar la vida alegremente y hacer reír a las personas. Esa época ya pasó, ahora los caricaturistas se cultivan, van a la universidad, muchos militan políticamente no en un partido, sino que se vuelven como una especie de diputados de los lectores que no tienen posibilidad de hacer llegar su voz a los gobernantes, además que como dibujantes son extraordinarios. Creo que México se distingue mundialmente por la calidad y la variedad de su caricatura
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Hoy existe un poco más de libertad para el trabajo de los moneros, añade Rius.
“Al principio era difícil sostener esa libertad, trabajar con libertad, porque no se podía. En un periódico donde el dueño decidía qué se publicaba y qué no era muy difícil ejercer realmente el derecho de la libertad de expresión: después del 68 surgieron una serie de medios entre otros el antecedednte de La Jornada, donde ya el periódico no era propiedad de un dueño, de un capitalista que decidía qué publicar, sino que el diario se volvió propiedad de los periodistas.
Eso ha permitido que se pueda hacer un periodismo más crítico, y más crítico hacia lo que se debe ejercer la crítica, lo que está mal hecho o corrompido. Eso ya permite a uno como caricaturista ejercer mejor la profesión, porque ya sabemos que no nos van a censurar sino que nos van a permitir que haya una complicidad con el periódico o en la revista y no se diga en el caso de los libros que ahí todavía no empieza la censura, aunque a algunos les gustaría que la hubiera como en la España de Franco. Afortunadamente, todavía los libros son libres.
La risa es la gran cosa
–¿Usted es caricaturista, sociólogo, filósofo?
–Ya ni sé. Cuando tengo que llenar algún formulario de cualquier cosa que dice profesión luego no sé qué poner. Si pongo monero, me dicen qué es eso; pongo humorista y es peor, acabo por poner periodista y ahí ya entro en todas las categorías del periodismo o por lo menos en alguna de ellas.
“La intención maquiavélica de mi trabajo es que las personas se rían. La risa es la gran cosa, es muy buena para la salud, para sobrevivir, para sobrellevar estos últimos gobiernos que hemos tenido o para sobrellevar los problemas familiares, los problemas que la sociedad nos depara, alegre y generosamente.
“El humor también sirve en el caso de mi trabajo para que la gente reflexione, aprenda un poco de cosas y que finalmente ese conocimiento, esa información que consigue en mis libros, le sirva de algo para la vida.
No trato únicamente de vivir de esto a como dé lugar gracias a la fama que va uno, sin querer, adquiriendo, sino saber que ha pasado uno la vida siendo de utilidad para otras personas. Eso suena muy cristiano y yo soy cristiano, pero ateo; puede servir de consuelo eso para los que quedan después de uno.
Con el paso de tiempo, Rius se ha dado cuenta de que su trabajo (más de cien libros publicados) sirve a las personas.
Al principio, afirma el caricaturista, uno ignora cuál será el resultado real de la lectura de mis libros. Muchos llegan y me da las gracias, porque por mi culpa se volvieron ateos, vegetarianos o empezaron a trabajar políticamente en alguna organización, en una ONG, o muchos que me dicen que gracias a la lectura de alguno de mis libros pasaron el examen de economía o filosofia, es un trabajo que ha llegado a satisfacerme
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Y esta obra prolífica tiene un origen, revela Eduardo del Río, entre risas: la necesidad de comer tres veces al día
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(Sobras encogidas y seleptas se presenta este sábado en el Salón 2 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.)